Animal 1- Garza Azul |
En la expedición ansiosa de abortar el género, transitamos inevitablemente hacia el abandono de la especie. Acá estamos en la prisión de las carnes impregnadas de clasificaciones, categorías y obligaciones invocando rituales de dolor que mengüen un tanto la tristeza impotente que nos inunda estos territorios repletos de carnicerías y divisiones sexo-genéricas.
Conjuramos mediante el travestismo animal maldiciones para la ganadería que devasta el Amazonas, el capitalismo sexual que rentabiliza la hinchazón de mamas de hembras mamíferas para el porno mainstream y para la industria láctea, la maternidad obligatoria y la incubación forzada de huevos, los burdeles Bestiality y demás prisiones que prostituyen animales sometidas a la domesticación impuesta.
Hemos construido rituales que ante todo invocan empatía, que no es más que la explicación literal de fragmentos de dolor traducida de una especie a otra. Una marica que se vuelve perra para denunciar los travesticidios en nombre del amor romántico, y una perra que se fuga de la especie humana para evidenciar la tortura y el sometimiento que se desprende de las peleas de perros para el entretenimiento. Un cuerpo feminizado que se convierte en garza y se desprende de su pelaje representando el desplume de las aves que satisfacen los lujos de las pasarelas de moda, las habitaciones térmicas y la vanidosa industria cosmética. Une sadomasoquista que huyendo de la binarización de su vida se inmoviliza hasta mutar en delfín y allí, relata la tragedia que lucra los acuarios, la caza anual de delfines en Taiji y la disminución exagerada del delfín rosado en las cuencas de Ecuador, Bolivia, Colombia, Brasil y Venezuela a causa de la deforestación de su hábitat por parte de la ganadería, la minería y las 155 represas terminadas.
Huímos del activismo animalista dogmático que pretende evangelizar mediante la reproducción de las lógicas sexistas. Estamos travestis antiespecistas, no cabemos en sus organizaciones repletas de heterosexuales cisgénero comandados por un buen hombre.
Huímos del activismo feminista esencialista que excluye las corporalidades que se salen de las lógicas binarias. Estamos travestis antiespecistas, no cabemos en sus organizaciones repletas de adoraciones biologicistas que sólo posibilitan el enunciado mujer, cisgénero, por supuesto.
Huímos del arte haciendo rituales dentro de los museos.
Huímos de los museos haciendo arte en los prostíbulos.
Expulsamos el dolor y le han llamado performance, pero no es más que nuestra ceremonia máxima de inmersión en esta confusión violenta de ser parte de esta especie humana con géneros impuestos y sexualidades reguladas.
Animal II. Delfín rosado |
Este artículo ha sido publicado en el nuevo Parole de Queer-Antiespecista. Diciembre 2019. Otros artículos escritos para este nuevo Parole de Queer:
-Editorial: DEL PRIVILEGIO SE SALE
-Personas-no-hombres y activismo en la liberación animal: una tubería con fugas que urge cambiar por MARÍA R. CARRERAS