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martes

Entrevista a ANNIE SPRINKLE & BETH STEPHENS

La conciencia ecológica crece en múltiples direcciones, desde la economía sustentable a acciones concretas contra intervenciones letales sobre el medio ambiente. ¿Tiene lo verde, además, una conexión con las luchas lgbti y viceversa? Mientras por estas tierras Ilse Fuskova responde que la supervivencia es el punto de contacto, en el más allá, Annie Sprinkle y su esposa, Beth Stephens, enredadas en una genealogía de amantes por y de la naturaleza, son precursoras de una alianza queer entre disidencia sexual, sentido del humor y cuidado del planeta.
Annie Sprinkle y Beth Stephens
“¿Qué vincula el movimiento lgbti con la ecología? ¡La supervivencia! La ecología tiene que ver con la posible sobrevivencia humana”, se pregunta y se responde Ilse Fuskova, la primera consultada para dar marco a una entrevista sobre el tema y quien hace por lo menos tres años está muy ligada la ONG Conciencia Solidaria. Y Wanda Rzonscinsky, militante queerfeminista y docente de alimentación vegana, agrega: “Tanto el ecologismo como la teoría queer se pueden entender como formas de cuestionar la apropiación y cosificación de la naturaleza para perpetuar las opresiones presentándolas como atemporales. Son herramientas para desmantelar la falacia de lo que es y lo que no es natural. La cuestión no es estar a favor o en contra de ‘lo natural’, sino entender que lo que se nos presenta como natural es una construcción”.

Diversión y diversidad

Entre todas las voces que tienen algo para sumar a la trama entre diversidad y ecología, hay una que resalta tal vez por su extravagancia. Es la de Annie Sprinkle, doctora en Sexología, femme fatale, ex trabajadora sexual, fetichista de los sombreros con plumas, precursora del posporno y del porno gonzo. Después de participar en películas de directorxs de culto como Monica Treut, filmar un docuporno con un compañero intersex –Les Nichols–, enseñar “medisturb” –meditación y masturbación simultáneas–, desde mediados del 2000 Annie se ha vuelto green en sus propios términos. Desde los alrededores del Parque Nacional Redwood, junto a su esposa Beth Stephens –butch y académica con la que se casó en 2007 en Canadá– se proclaman creadoras del término “ecosexualidad” que, según dicen, debe leerse con más humorismo que activismo. Ecosexual se hace; son pequeños actos cotidianos como regar la entrepierna de tu pareja para que florezcan mil selvas, frotarse contra un árbol, contraer matrimonio con algún elemento natural, bañarse en compost, tener charlas eróticas con las plantas, hacer un striptease para un lago hasta ser arrestadx. Puede involucrar land art, stencils –con aerosoles pro capa de ozono, por supuesto– y mucho de teatralidad kitsch. El interés de Annie y Beth en el ambientalistalismo es una extensión de sus trabajos anteriores como performers, “que se enfocaban en quién tiene derecho a amar y qué tipos de amor son ‘aceptables’. La ecosexualidad revisa la construcción del medioambiente en relación con lo que es y lo que no es humano”.

¿A qué se refieren cuando hablan de erotizar la relación con la Tierra?

Annie Sprinkle: Es obviamente una metáfora, pero se trata de crear una relación más recíproca, que implique placer y cuidados mutuos. Ser ecosexual es tratar de ser buenas amantes para la Tierra, reciclando, preocupándonos por el agua, hablando sobre las especies en peligro de extinción. También tenemos una experiencia amplificada del sexo y los placeres sensuales de la naturaleza. Si estamos caminando en el viento, lo erotizamos. Cuando respiramos, sentimos que estamos siendo penetradas por ese aire. Bajo el sol, nos imaginamos penetradas por sus rayos. No limitamos nuestras fantasías o experiencias sexuales a las personas.

¿Pero es una identidad?

A. S.: Muchas personas se están refiriendo a sí mismas como ecosexuales, internacionalmente. Estamos desarrollando arte y teoría ecosexual y los usamos como estrategia para luchar contra la codicia de las corporaciones y la violación de la Tierra. Es un sentimiento, una noción. Para mí, significa salir de mi casa en las montañas, que por cierto California es muy propicia para eso, y notar la naturaleza. Oler el mar. Cuando como vegetales noto que estoy comiendo algo vivo. Veo sexo en todos lados en la naturaleza, formas de vulvas en los árboles y en las nubes.

¿Hasta qué punto hay parodia en esto que plantean?

Beth Stephens: Cada persona tiene una definición diferente sobre la ecosexualidad. Nosotras somos artistas, entonces hacemos proyectos artísticos ecosexuales. Nos inspiramos en el Movimiento Fluxus de los ’60, que tenía mucho humor. El humor ayuda a lidiar con las crisis ambientales que afrontamos. Tratamos de darle una impronta queer al movimiento ambientalista, hacerlo más sexy, divertido, amplio.

¿Qué tan queer es el movimiento ecosexual?

B. S: Hay todo tipo de gente. Nosotras creamos nuestra propia versión. Usamos estrategias queer para promover mensajes sexo-positivos, estéticas punk. Queremos reclutar comunidades que no suelen involucrarse en cuestiones ambientales, drag queens, trabajadores sexuales.
A. E.: Estamos fuera del binarismo. Pensamos que la naturaleza es queer. La Tierra está más allá del género. Como somos parte de la Tierra, no estamos separados, todo acto sexual es en realidad ecosexual. Habiendo dicho esto, alguien puede preferir tener sexo humano con una persona del sexo opuesto. Pero el ecosexo está mucho más allá de los dos géneros.

Han hablado de una salida del closet ecosexual, ¿qué es eso?

A. E.: El acto de asumirse ecosexual. No hay una práctica asociada. Del mismo modo en que podés ser bisexual y tener sexo con un solo género. Lo lindo de ser ecosexual es que es algo que podés agregar a cualquier otra identidad que ya tengas. Podés ser heterosexual y ecosexual, asexual y ecosexual. Sólo tenés que disfrutar de la naturaleza. Mucho de esto lo vemos en los talleres de ecosexo que damos.

¿Qué enseñan en esos talleres?

A. E.: El ecosexo puede ser muy inocente o puede ser lascivo. Puede tener cualquier impronta que se le quiera dar. Lo que la gente elige hacer en los talleres refleja sus intereses. Si son lascivos, tal vez quieran atarse con un árbol. Atención: no atarse a él. ¡Hay diferencia! Incentivamos a la gente a usar sus sentidos, olfato, tacto, gusto, para disfrutar eróticamente de la naturaleza.
B. E.: Usamos mucho la imaginación. ¿Hay vínculos con el BDSM? Sí, si eso es lo que le gusta a la persona que está teniendo ecosexo. Si la persona prefiere conexiones puramente sensuales o románticas con la naturaleza, tampoco la vamos a echar (risas).

Han sido varias veces acusadas de new age, ¿qué responden a eso?

A. E.: No me lo tomo como acusación. Yo definitivamente era una persona new age. Beth nunca lo fue. El New Age me ayudó a atravesar la crisis del sida. Hoy me identifico más con una estética punk-queer. Beth, también. Definitivamente hay personas new age haciendo cosas relacionadas con el ecosexo, a su manera. Hay todo tipo de ecosexuales, con todo tipo de contextos y preferencias, así como hay todo tipo de homosexuales o todo tipo de asexuales.

¿Y cuáles son los prejuicios más comunes de los activistas queer hacia lo ecológico?

A. E.: Muchas personas lgbtqi están muy ocupadas en conseguir derechos. Es comprensible que eso no deje tiempo para lo ambiental. Eso explica que la película ambientalista que estrenamos este año –Goodbye Gauley Mountain (www.goodbyegauleymountain.org)– sea la primera en su especie. Nadie puede pensar en ninguna otra, incluyendo académicos y cineastas especializados.

Entrevista realizada por Dolores Curia y compartida de Página 12

ANTES Y DESPUÉS DEL POST-PORNO:ANNIE SPRINKLE por MARIA PTQK

La artista Annie Sprinkle visitó el Centro de Arte Arteleku de Donostia/San Sebastián en Julio de 2008 en el marco del seminario FeminismoPornoPunk. Su obra, original e inclasificable, es una celebración de la dignidad del deseo y un referente de la pornografía artística y experimental.

En el feminismo hay muchas familias de pensamiento que a veces mantienen posturas enfrentadas sobre algunos temas. La pornografía es uno de ellos. Desde los feminismos más institucionalizados el porno es considerado como la manifestación paradigmática de la posición de la mujer en el mundo: una industria que la explota, la reduce a simple objeto de consumo rápido y limita la sexualidad femenina a su más mínima expresión (lo mismo ocurre con la masculina pero esto de momento no parece plantear problemas a nadie).
Annie Sprinkle en "God breast America" by Julian Cash

Desde otras posiciones comprendidas en el gran concepto-marco de posfeminismo, el porno ha ido sin embargo conquistando un pequeño territorio ideológico, no muy grande pero cada vez más arraigado. El post-porno, o porno experimental o alternativo se impone poco a poco como un espacio para la subversión de las categorías de género y la redefinición de las sexualidades como algo plural, infinitamente rico. Un espacio de lenguaje y de poder con el que construir discursos altamente radicales sobre todos los y las que quedan fuera del porno tal y como lo conocemos.
La artista norteamericana Annie Sprinkle es un referente de esta última posición, eje central del seminario FeminismoPornoPunk dirigido por el escritor y activista queer Paul B. Preciado. Que nadie se engañe. Annie Sprinkle (Filadelfia, 1954) ha acabado escribiendo libros, dando conferencias en universidades y espacios culturales e incluso forma parte del universo del arte, al menos de sus galaxias más fronterizas y bastardas. Pero ha sido siempre una trabajadora del porno que empezó su carrera en los años setenta participando en películas de todos los géneros, incluyendo los más extremos. En un momento, que coincide por un parte con la aparición del virus del SIDA y la pérdida de muchos amantes y amigos, y por otra con el hastío que le provoca su imagen de pin-up, Sprinkle decide pasar al otro lado.

Annie Sprinkle by Joegh Bullock
A partir de ahí arranca una obra original e inclasificable en la que utiliza todos los soportes que caen entre sus manos (performance, vídeo, instalación, escritura) para explorar el sexo en todo su potencial: artístico y espiritual pero también profundamente político y desde luego feminista.
En 1982 Sprinkle se dirige a sí misma en “Deep Inside Annie Sprinkle”, una obra experimental que introduce al espectador en un viaje de deconstrucción del fetiche y arroja una mirada nueva -revolucionaria- sobre el concepto de estrella del porno. En ella una Sprinkle de 26 años mantiene relaciones sexuales con diferentes hombres en un cine X en el que se proyecta uno de sus films, mientras otra Sprinkle de 40 años habla directamente a la cámara sobre su vida sexual y personal. Este cambio de punto de vista -de objeto a sujeto- va a ser un elemento constante de su trabajo, así como la desarticulación sistemática de todo lo que el porno tiene de construcción icónica del cuerpo de la mujer. En “Public Cervix Announcement” invita a los miembros del público a echar un vistazo al interior de su cervix abierta con un espéculo; en “The Legend of the Ancient Sacred Prostitute” realiza su famosa masturbación ritual para reivindicar al eterno olvidado en la pornografía convencional: el orgasmo femenino; con “Post-Porn Modernist” juega con las representaciones del cuerpo y la personalidad; y en “Annie Sprinkle´s Herstory of Porn” reúne piezas de sus comienzos en el cine X con su posterior trayectoria artística interactuando con el público y sus múltiples identidades en la pantalla.
Performance "Public Cervix Announcement" by Leslie Barany

En su trabajo también ocupan un lugar importante sus enormes pechos. Se sirve de ellos para realizar pinturas y performances como “Bosom Ballet” en la que, ataviada con unos largos guantes negros, los hace bailar al ritmo del “Minueto” de Dmitri Shostakovich. Luego está lo que ella denomina su época kinki: performances y grabaciones que representan escenas de piercings, con tampones, con compañeros de cama mutilados y transexuales. En todas ellas llaman la atención la alegría y la frescura que aporta a estas otras formas de sexualidad, generalmente representadas desde el prisma de lo “desviado”. Su posición es precisamente la contraria. Con sentido del humor y muchísima honradez Sprinkle convierte todo lo que toca en una celebración de la dignidad del deseo. Doctorada en el Instituto de Estudios Avanzados en Sexualidad Humana de San Francisco, ha dedicado muchos esfuerzos a difundir sus conocimientos sobre el placer y la salud sexual con obras como “Dr Sprinkle’s Spectacular Sex-Make Over Your Love Life” o el apasionante documental sobre el orgasmo “Annie Sprinkle’s Amazing Worls of Orgasm”. Parte de estas investigaciones han sido fruto de su acercamiento al sexo tántrico y la espiritulidad, lo que le ha valido el sobre-nombre de Nueva Prostituta Sagrada.
By Amy Audrey
Actualmente Sprinkle trabaja en colaboración con su pareja, la artista Beth Stephens, en una serie de performances sobre el amor: Love Art Laboratory. Hace unos años, cuando fue diagnosticada con cáncer de pecho quiso que la enfermedad que afectaba a “una de sus herramientas de trabajo” se convirtiera en un proyecto de arte. Stephens y ella documentaron todo el proceso de terapia desde la pérdida de cabello hasta la intervención, proponiendo un punto de vista más sobre su cuerpo, esta vez enfermo, ligeramente envejecido, pero orgulloso y resistente. La presentación en Arteleku culminó con un karaoke al ritmo de “What the world needs now is love” de Jackie DeShannon, al que se sumó todo el auditorio, y que bien podría enlazar con la última frase del Post Porno Modernist Manifesto que firmara la propia Sprinkle en 1989: “y con este amor de nuestros yos sexuales nos divertimos, cicatrizamos el mundo y perduramos”.
By Love Art Laboratory


Artículo de María Ptqk para el Parole de queer 4
Este artículo escrito por Maria Ptqk fue Publicado originalmente en Mugalari (suplemento cultural del diario Gara) el 12 de junio de 2008.
Podeis encontrar más información sobre Annie Sprinkle en la web sexecology