-Parole de Queer: ¿Por qué, cómo surge y quién es
este fantasma lesbiano?
-Bárbara Ramajo: El fantasma lesbiano es algo que nos acompaña desde siempre, es ese
fantasma al que nos tenemos que enfrentar cuando nos damos cuenta que nuestro
deseo no encaja con la heteroetnocisnormatividad. Porque no se trata tan solo
de que siendo mujer te gusten las mujeres, la primera pregunta que te asalta cuando
eso pasa es la amenaza del fantasma lesbiano que interroga sobre tu sexualidad
y tu identidad. El “¿Seré lesbiana?” que apenas nos atrevemos a preguntar y,
menos aún, a verbalizar es la respuesta a la mirada directa que nos dedica el
fantasma lesbiano. Una inquietud volcánica que sobrevuela a quien siente ese torcido
deseo y que nos invita a mirar al fantasma lesbiano a la cara para poder llegar
a reconocernos en esa fantasmalidad. Ese reconocimiento mutuo es lo que Derrida
llama «el efecto visera»[1]
y le tenemos lesbofobia porque sabemos, de antemano, que enfrentarnos a ese
fantasma es abrir la puerta aquello «extranjero» que viene a
transformar radicalmente nuestra paz social.
A lo largo de la vida he aprendido a verme en y con ese
fantasma que no es solo mío, que es de todas las que hemos sostenido su «efecto
visera», y he aprendido a perseguirle con el mismo ahínco con que me ha
perseguido, de ahí surgeEl fantasma
lesbiano, de la necesidad de generar teoría lesbiana que le dé cuerpo a la
espectralidad que nos rige la existencia. Esto es importante porque una vez que
nos atrevemos a mirar de frente a ese fantasma y cambiamos el sentido de la
lógica del asedio, aquello que Derrida llama «fantología», entonces perseguimos
nosotras al fantasma lesbiano y podemos cambiar el miedo que produce la amenaza
lesbiana por una promesa aparicional, esto es un poder lograr saber dónde hemos
estado, dónde estamos y dónde queremos estar.
Por mucho que las lesbianas hayamos puesto el cuerpo en
escena, nuestro cuerpo lesbiano sigue siendo transparente, sigue sufriendo un
constante ninguneo, un ghosting que
impide que seamos visibles en el ámbito de lo público de forma continuada. Esta
condición perennemente fantasmal me hizo darme cuenta de que no sólo hacía
falta perseguir a el fantasma lesbiano, sino que, sobre todo, tenía que
encontrar las herramientas adecuadas para poder observarlo, pensarlo y
teorizarlo. A ello dediqué la tesis doctoral que precede este libro: «Desbordar
el cuerpo lesbiano, sobre el más allá de la existencia lesbiana y sus
violencias fantasmas»[2]que fue dirigida por Marta Segarra, de quien he aprendido muchísimo, especialmente de su Teoría de los cuerpos agujereados [3].
-Parole de Queer:¿Qué ha supuesto
Wittig para nosotres las lesbianes?
-Bárbara Ramajo: Wittig fue una revolución carnal politicopoética que puso El cuerpo lesbiano a lesbianizar el
mundo. Nos ofreció un manual de corporalidad lesbiana absolutamente sexualizada,
que si lo contextualizamos, en 1973, podemos ver la dimensión histórica del
alcance de su obra. Me puedo llegar a imaginar el subidón de las lesbianas del
siglo pasado cuando, en medio del desierto representacional de las lesbianas,
se encuentran con una poesía explícita que lo dice todo y en mayúsculas. De
hecho, en el Estado Español se tradujo a los tres años, en 1977, y también las
puedo ver enganchadas a la página 17 leyendo «Grandes porciones de gelatina se
desprenden temblorosas, transparentes. Los labios separados rosa tiria por
dentro dejan pasar…» releyendo, una y otra vez, esa revelación para iniciadas
que es El cuerpo lesbiano.
Con Wittig el fantasma lesbiano se hace cuerpo presente, se afirma el
orgullo de una colectividad lesbiana que se expresa y organiza para sí,
gestando y teorizando un sujeto político que se distancia del sujeto mujer,
hasta independizarse, hasta tener un cuerpo propio dispuesto a pelear por su
propia carnalidad y por su propio espacio político. Para las lesbianas, Wittig
ha supuesto la posibilidad de existir, como tales, sin tener la necesidad de
encontrar cobijo en el sujeto mujer, sin tener que compartir el cuerpo carnal,
sexualizado y archirepresentado de las malas mujeres, de las mujeres
desobedientes al heteroetnocispatriarcado.
Wittig escrituró el Genesis lesbiano en tres tiempos: 1) Creó un cuerpo
lesbiano sexual, carnal, simbólico y colectivo con el propósito de lesbianizar
el mundo. 2) Ideó un sujeto político propiamente lesbiano al afirmar, en 1978,
que las lesbianas no somos mujeres, como no lo es tampoco ninguna mujer que no
esté en relación de dependencia personal con un hombre. 3) En 1981, evidenció
el heteroetnociscentrismo del movimiento feminista francés con la espectacular fractura
que hubo entre las seguidoras del sujeto lesbiano autónomo de Wittig y las feministas(lesbianas)
fieles a la primacía del sujeto mujer abanderadas por Simone de Beauvoir.
Ruptura que, a pesar de ser silenciada hasta casi desaparecer de las
genealogías e historiografías feministas, siempre ha seguido en el imaginario
colectivo feminista como el recuerdo fantasmal de lo que puede llegar a ocurrir
si se les acaba dando mucho espacio a lo que dicen las lesbianas, como tales,
en el seno del feminismo. Wittig se convirtió en el fantasma lesbiano para el
feminismo francés ̶ así lo apunta Ilana
Eloit a quien recomiendo muchísimo leer[4]
̶ , y se convirtió en el referente lesbiano, por excelencia y sin parangón,
para todaes aquellaes que apostamos por un sujeto lesbiano autónomo del sujeto
mujer. -Parole de Queer: En tu libro nos
hablas de desbordamiento de cuerpo lesbiano, incluso de un desbordamiento
oblicuo y otro excéntrico ¿A qué te refieres cuando hablas de esto?
-Bárbara Ramajo: Las lesbianas hemos ido rompiendo las costuras con que
el heteroetnocispatriarcado nos impide existir y estas rupturas se están dando
constantemente. No salimos sólo una vez del armario y ya está, nos pasamos la
vida entrando y saliendo de los armarios y vamos dejando un reguero de huellas provocadas
por esos desbordamientos. El cuerpo lesbiano ha tenido que dinamitar el cauce
correcto de una sexualidad correcta y lo ha hecho por donde ha habido
posibilidades de hacerlo, por la tangente.
Ese desbordamiento del cuerpo lesbiano, esa expansión
lesbianizante de la sociedad, no ha sido un avance en línea recta, las
lesbianas hemos aparecido donde hemos podido y por agencia propia. Los avances
han sido más hacia los lados que hacia el frente para poder hacer, de esa
agencia, una agencia colectiva que vaya infiltrando el cuerpo lesbiano en la
sociedad. Ese desbordamiento tampoco es continuado, la presencia de las
lesbianas en el ámbito de lo público sigue siendo una presencia fantasmal
porque no cesamos de aparecer y desaparecer. Pero las resacas de esos avances y
retrocesos van haciendo que el cuerpo lesbiano siga imponiéndose, torcidamente
y desde los márgenes, que vaya reformulando lo que entendemos por “normalidad”
y algunas otras llamamos heteroetnocisnormalidad.
Ser lesbiana hoy día no es lo mismo que ser lesbiana
hace 30 años. Esas victorias las hemos conseguido desde un desbordamiento inclinado
y oblicuo. Wittig decía que para avanzar hay que hacerlo con una mirada oblicua
y así es precisamente como hemos ido ganando espacio público las lesbianas. Para
poder ver las huellas que ha ido dejando ese sujeto lesbiano en los
desbordamientos históricos, ese abordaje oblicuo nos permite llegar a saber de otras
lesbianas, no de una forma directa, sino «a través de», por ejemplo, a través
de un Diálogo de Cortesanas escrito
en el siglo II de nuestra era por Luciano de Samosata[5].Hay que tener en cuenta este desbordamiento oblicuo del cuerpo
lesbiano para poder llegar a encontrar a las lesbianas en la historia.
En 1990, siguiendo a Wittig, Teresa de Lauretis teorizó
el sujeto lesbiano como un sujeto excéntrico[6], esto es un sujeto que
cuestiona no solo a las heteroetnocisnormatividades, sino también a los feminismos
que no reconocen la interseccionalidad. Ese sujeto excéntrico de De Lauretis
tiene mucho que ver con la expansividad del desbordamiento del cuerpo lesbiano
por la direccionalidad, porque el cuerpo lesbiano va lesbianizando el mundo de
forma excéntrica, es decir, hacia afuera y lo hace de forma inclinada y por
donde puede, es decir, oblicuamente. Por ello, afirmo que el cuerpo lesbiano es
un sujeto oblicuo y excéntrico. -Parole de Queer: Muchas de nosotras
hemos crecido sin ningún tipo de referente cultural o de acompañamiento
familiar para poder vivir libremente nuestro bollerismo, pero es evidente que
siempre han existido las lesbianas. Ahora hay más referentes de lesbianas pero
a la vez sigue habiendo mucha violencia, ¿sigue el heteropatriarcado intentando
convertir en fantasmas a las lesbianas?
-Bárbara Ramajo: Esa es precisamente
la afirmación que trato de probar con el libro. Que las lesbianas, por mucho
que aparezcamos públicamente, siempre acabamos desapareciendo del mundo de lo
público, es decir seguimos siendo fantasmizadas y esto ocurre porque el
heteroetnocispatriarcado también se sostiene gracias a unas violencias que no
percibimos, que están ahí operando sin ser detectadas, que pueden ser visibles
o invisibles y que yo he llamado violencias fantasmas.
Ahí están las
violencias simbólicas que nos impiden tener una representación que vaya más
allá de los tiempos modernos, podemos hablar de cortesanas para referirnos a la
prostitución del siglo II de nuestra era, a pesar de que contextualmente las
cortesanas no aparecen hasta la Edad Media, pero no podemos hablar de lesbianas
para la misma época, por ejemplo. Ahí están las violencias narrativas que no
hablan de las lesbianas en las tramas culturales y cuando lo hacen, las
lesbianas aparecen condicionadas a un final trágico, a un registro cómico o a
una presencia anecdótica. Ahí están las violencias discursivas produciendo lo
que Laura Cottingam[7]
llamó el imperativo heterosexualizante, es decir, hagas lo que hagas siempre te
van a heterosexualizar, esto es especialmente visible en las biografías que han
borrado cualquier detalle que apunte a vidas lesbianas por parte de editoriales
y familiares. Ahí están las violencias fantasmas performativas que a menos que
haya una lesbiana poniendo los asuntos de lesbianas en las agendas feministas y
en el mundo no existimos, por ello, estamos condenadas a ser las policías de lo
lesbiano y en el momento que dejamos de presionar las lesbianas desaparecen de
los discursos públicos feministas y de la escena pública en general. Ahí están
las violencias identitarias que, con esa equiparación que se hace entre el
sujeto mujer y el sujeto lesbiana, se ningunea la lesbofobia, la violencia
específica que sufrimos las lesbianas, porque no es lo mismo dar la cara
públicamente como lesbiana que como mujer. Cuando a Irantzu Varela le entran en
su casa y le golpean al grito de «lesbiana de mierda nos vas a contagiar a
todos»[8]no es solo una violencia
machista, es sobre todo lesbofobia y el hecho de no reconocer esa diferencia es
una violencia fantasma identitaria. El problema no es
solo que el heteroetnocispatriarcado esté constantemente fantasmizándonos, el
problema es que también lo hacemos desde los feminismos, sin darnos cuenta, lo
hacemos las feministas y las mismas lesbianas cada vez que dejamos de
nombrarnos como tales y dejamos de nombrar la lesbofobia. -Parole de Queer: Hay veces que une
tiene la sensación que el tema de las disidencias de género y sexuales en
realidad tiene tan poco calado social que cualquier momento un giro
político nos puede hacer volver a leyes en contra de nuestros derechos ¿Tú
crees que sería posible esta marcha atrás?
-Bárbara Ramajo: Desde luego que es posible, lo poco que hemos
conseguido es porque lo hemos peleado. Tenemos una aceptabilidad de prestado.
La historia no es lineal hacia adelante, la historia es el resultado de esas
batallas que hemos dado por nuestros derechos y aunque la respetabilidad ganada
en los últimos años esté amparada por la ley, esas leyes pueden cambiar con un
giro político de la derecha y la extrema derecha. Vivimos en una pecera de
habitabilidad con muchos defectos y peligros.
Hay quien cree que esa «ciudadanía» que ganamos con la
ley del matrimonio igualitario del 2005 ha venido para quedarse porque forma
parte de un estilo de vida y libertades que sólo puede darse en el mundo «civilizado»
que es Europa. Esta creencia no sólo es errónea, sino que es cómplice de la
forma en que este sistema capitalista y racista en que vivimos utiliza las
luchas y las vidas de las disidencias sexuales para hacer pink y purple washing, es decir para venderse como feminista y
LGTBIQ+friendly dentro de los parámetros de explotación que se necesita para
seguir construyendo la Europa fortaleza de la blancura, de las «libertades»,
frente a esa supuesta inmigración racializada, machista y ultraheterosexual que
viene alterar nuestra flamante ciudadanía.
No serán las personas migrantes quienes nos quiten
nuestros derechos, será el miedo abanderado por esas derechas y extremas
derechas rentabilizado en votos que, en nombre de la «seguridad», nos venden
control y un ordenamiento social que nos quiere fuera de la escena pública. Damos
marcha atrás cada vez que pensamos que estamos como estamos porque se lo
debemos a la modernez de este Estado de libertades, estamos como estamos porque
se lo debemos a toda la gente que no afloja y sigue batallando por tener vidas
vivibles en un Estado que reparte ciudadanías según le conviene. Hasta hace dos
días, en el Estado español, las lesbianas éramos la amenaza extranjera que
venía a corromper a las mujeres de bien, hoy día a las lesbianas nos venden que
la amenaza extranjera es la heteronorma que quieren imponer quienes vienen a
estas tierras en busca de un futuro mejor. Estamos dando marcha atrás cada vez
que una lesbiana se cree esa basura racista y estamos dando marcha atrás cada
vez que las derechas ganan poder legislativo, por ello, el voto útil es
importante para impedir que se toquen nuestros derechos y desmontar los
discursos homonacionalistas también lo es.
-Parole de Queer: A pesar que desde
posiciones lesbianas siempre se ha apoyado y reivindicado las peticiones del
·”feminismo hetero y blanco” haciendolas propias, no siempre se ha dado esta
ecuación a la inversa y las lesbianas no siempre hemos sido bien vistas
en el movimiento feminista e incluso ha habido rupturas con las lesbianas por
parte de la heterosexualidad feminisma cuando estas han reclamado su
visibilidad ¿crees que sigue pasando?.¿Podemos decir que esto mismo está
pasando en este momento con el feminismo trans inclusivo y el moviendo
terf?
-Bárbara Ramajo: Las lesbianas dentro del feminismo seguimos siendo una amenaza fantasma
cuando dejamos el cuerpo huésped de las mujeres disidentes para agenciarnos un
cuerpo lesbiano propio. Quizás, el ejemplo más claro de esa fantasmización la
tengamos en la ruptura del movimiento feminista francés, en 1981, entre las
seguidoras de Wittig y las de Beauvoir, aquello fue un cataclismo que se cerró con
un silencio total e internacional. Ese mismo año, recuerdo perfectamente haber
oído hablar, de boca a oreja, del cisco de las lesbianas francesas cuando me
uní por primera vez al movimiento feminista. En esos rumores se palpaba la
preocupación de que las lesbianas del Estado español pudiesen llegar también a
autonombrarse como un sujeto soberano, renegado e independiente del sujeto
mujer. Y después de los rumores vino el silencio como consigna. En Italia, en
1986, Simonetta Spinelli escribe un texto titulado “El silencio es pérdida”[9]
donde analiza la incapacidad de las lesbianas feministas de pronunciarse en voz
alta, como tales, dentro del movimiento feminista debido al miedo que da romper
con el pacto tácito de pertenencia al feminismo. Un pacto implícito, no
verbalizado y cimentado, precisamente, en ese silencio que, si se rompe, acaba
con el vínculo de pertenencia y sororidad feminista.
Las denuncias de las lesbianas feministas respecto a la falta de compromiso
con la agencia y la agenda lesbiana dentro de las filas de los feminismos han
existido desde siempre. De hecho, yo misma tuve que llamar a la Coordinadora
Feminista para pedirles que hiciesen el favor de poner la palabra lesbiana en
las palabras clave de las Jornadas Feministas Estatales de Granada, en 2009.
Esta es una tensión histórica que seguirá existiendo en tanto que los
feminismos son plurales y los lesbianismos también y están atravesados de
relaciones de poder y de privilegios que nunca han parado de ser denunciados
dentro de esos mismos movimientos sociales.
Y esa misma pluralidad de los lesbianismos y los feminismos también es la
responsable de las tensiones entre las corrientes feministas transexcluyentes y
las que no lo son. Suele asociarse al feminismo radical con la transexclusión,
pero históricamente también ha habido feministas radicales que han sido aliadas
de las mujeres y de las lesbianas trans en una genealogía que va desde finales
de los años 60 hasta hoy día. Me niego a dejarles a las transexcluyentes el
monopolio de la categoría de feministas radicales puesto que el feminismo
radical no tiene que ser y no es, de per sé, transexcluyente.
El sectarismo biologicista e ideológico de algunas feministas radicales que
sostienen que las lesbianas sólo lo pueden ser si se ha nacido con un cuerpo de
mujer ha estado presente en los feminismos estadounidenses desde los años 70,
en cambio, las posiciones feministas transexcluyentes que se están dando
actualmente en el Estado Español son importaciones interesadas de un debate y
unos enfrentamientos que aquí históricamente no han tenido lugar.
De hecho, a mí me sorprende enormemente cómo la transfobia ha calado en los
feminismos del Estado español con discursos de odio que son calcados a la
extrema derecha y que han sido capaz de hacer cerrar filas y hacer extrañas
alianzas entre corrientes feministas que, hasta ahora, se suponían
supuestamente irreconciliables. Reconocidas feministas de la igualdad y de la
diferencia se han dado la mano para ganar un espacio político que no tenían.
Los feminismos que han levantado las huelgas del 8 de marzo, desde el 2018, han
sido feminismos plurales, de calle, transinclusivos porque les trans hace
décadas que ya forman parte del movimiento feminista organizado, un movimiento
capaz de movilizar masivamente, de feministizar la opinión pública y de
reconceptualizar el concepto de huelga general con un éxito que ha obligado a
sumarse a esa ola feminista a los sindicatos que, hasta entonces, eran los
únicos que capitalizaban la posibilidad y la forma de hacer huelgas generales.
Ese subidón del feminismo organizado estaba dejando fuera de lugar a un
feminismo acomodado, instalado en las instituciones y la academia que seguía
viviendo de las rentas de los debates de la transición. Ese es el feminismo
que, en el 2019, en la Escuela Feminista Rosario de Acuña, utiliza la
transfòbica ponencia de genealogía lesbianofeminista de Ana Prats para hacer
bandera del borrado de las mujeres mientras que, a la vez, expulsa de su
discurso transfóbico a las lesbianas feministas que trataron de abanderarlo,
convirtiendo el «contra el borrado de las mujeres» en, como dice la misma
Prats: «el borrado de las mujeres… heterosexuales». De forma que, una vez más,
las lesbianas feministas son fantasmizadas de los discursos públicos
feministas, sean estos terfistas, o no.
-Parole de Queer: En tu libro
también hablas de las violaciones correctivas Sin llegar a violaciones pero si
violencia, creo que la mayoría de las bolleras hemos oído la famosa frase: “lo
que necesitas es una buena polla para saber lo que es ser mujer” . ¿Es el falo
cisheteropatriarcal el que nos educa y nos dice en qué lugar y de qué manera
debemos estar?
-Bárbara Ramajo: Evidentemente el falo heteroetnocispatriarcal nos educa y trata de decirnos
dónde y de qué manera debemos estar y ser las que acabamos siendo lesbianas.
Durante años no hemos existido y cuando lo hemos hecho, con cuerpo propio,
siempre se ha intentado condicionar las formas en que aparecemos en los
espacios públicos. Como dice Terry Castle[10],
las lesbianas le debemos muchísimo a la literatura gótica y al hecho de haber
podido aparecer en escena como vampiras, fantasmas o monstruas "corrompe mujeres
de bien" que hacen la competencia a los tíos. Esa amenaza del fantasma lesbiano
sigue ahí pendiente y funcionando en los imaginarios colectivos y cuando, por
fin, las lesbianas hemos aparecido como humanas en las representaciones
culturales lo hemos hecho sabiendo, de antemano, que el final de esa historia
no iba a ser un final feliz. De hecho, por mucho espacio social que hayamos
conquistado, la amenaza del fantasma lesbiano se trata de desactivar con el
registro de la risa, porque la blanquitud y la heteroetnocisnormatividad se
enfrentan a sus miedos encajonando a las personas racializadas y a las
disidencias sexuales dentro de lo cómico y, así, riéndonos de, se produce una
inclusión controlada por una hilaridad que pueden soportar.
El miedo social que produce la amenaza del fantasma lesbiano es responsable
de la lesbofobia y de las violencias físicas y fantasmas que sufrimos las
lesbianas. El sujeto de privilegio hombre y todo el sistema
heteroetnocispatriarcal teme enormemente a ese fantasma lesbiano que cuando se
hace cuerpo, no sólo no le necesita para existir, sino que, además, le
interroga sobre sus privilegios y formas de funcionar. Por ello, cuando las
lesbianas nos convertimos en carne y hueso, dejamos de tener finales trágicos y
nos hacemos públicamente presentes, más allá de las comedias, la lesbofobia se
dispara y las medidas correctivas se ponen a la orden del día, sean de forma
verbal o física.
Las violaciones correctivas que sufren las lesbianas no son sólo cosa de
sujetos de privilegio hombre heteroetnocispatriarcal que desean reconquistar el
poder negado de los cuerpos lesbianos, cuentan, además, con una participación
social potente de instituciones heteroetnocispatriarcales cruciales para
mantener las tradiciones tal como son la familia, la religión, la clase médica,
la judicatura, la prensa… Las terapias de conversión incluyen las violaciones
correctivas y algunos estamentos sociales, no ya de Sudáfrica o del Perú, sino
de aquí mismo, bajo el amparo de la libertad de expresión y educación, están
promoviendo ese tipo de tortura «reeducativa» para las disidencias sexuales.
-Parole de Queer: Quizás una de las
formas de acabar con este fantasma sería crear un imaginario colectivo, unos
recuerdos, una historia, unos referentes de los que hablar . Así que para
acabar la entrevista vamos a ello. Referentes hayan sido imprescindibles
para ti y si puedes decirnos donde radica su importancia. Háblanos de: un
libro, una película, un grupo musical o cantante y un sitio de
ambiente
-Bárbara Ramajo: Pues el libro que me cambió la vida y que me abrió la
mente a la posibilidad de vivir mi lesbianismo fue Te deix amor la mar com a penyora (Te dejo amor la mar como prenda)
de la Carme Riera, escrito en 1975 y que yo leí en 1981 para un trabajo de
catalán. Era la primera vez que leía una historia sin marca de género y que
sólo al final se sabe que esa relación es de dos mujeres. Ese final, que para
mí y para muchas de las lesbianas de mi generación fue un final feliz a pesar
de que acabe en tragedia, marcó un antes y un después y ese libro fue como una
máquina de hacer lesbianas en la transición. No me cansaré nunca de agradecerle
a Carme Riera que se atreviese a publicar ese libro todavía en dictadura de
Franco y en mallorquín.
De películas tengo dos que me salvaron un verano en
Valladolid. En 1986 había acompañado a unas colegas de Matarraskak, las jóvenes
feministas de Euskadi, a un seminario de cine y mientras ellas hacían clase
entré en un cine comercial a ver dos películas de las que no sabía nada. Allí
estrenaban El ansia (1983) con un
rollo bollo protagonizado por Catherine Deneuve y Susan Sarandon con David
Bowie por en medio que me dejó agarrándome al asiento y la siguiente sesión fue
Cielo Líquido (1982), una ida de olla
fantástica de una extraterrestre que mata a través de los orgasmos y se enamora
de otra tía, recuerdo perfectamente una escena de sexo lesbiano de tijeras que
me explotó la cabeza. Cuando salí de aquel cine era muy consciente de lo raro
que había sido entrar por casualidad a ver algo y salir con la cabeza llena de
imágenes lesbianas. Era inaudito y me sentí como si me hubiese tocado la
lotería.
"El ansia"
Una canción que me marcó mucho por lo simbólico del
silencio y del momento fue Cançó d’amor(Canción de amor) de Lluís Llach que cerró el álbum de Campanades a morts, en 1977, un LP súper político que contestaba el
asesinato de 5 personas por parte de la policía nacional en Gasteiz el año
anterior. El hecho de que una canción que habla de los amores en los armarios,
de esconder las verdades con juegos de palabras y de que el sexo es el acento
de un sencillo lenguaje cerrase uno de los álbumes más conmovedores y
contestatarios de la transición me llegaba al alma, porque para mí, la lucha
por los derechos de las disidencias sexuales era tan de primera fila como el
resto de las luchas por las libertades de esa época. Quiero recordar que las
disidencias sexuales no salieron de la cárcel con la amnistía del 77, que hasta
1989 se nos seguía criminalizando por la vía del escándalo público y que la Ley
de Peligrosidad social no fue derogada hasta 1995, sólo 5 años después de que
dejásemos de ser una enfermedad mental según la OMS. Por ello, Canço d’amor fue, para mí y para muches
de nosotres, un gran himno de libertad de los cuerpos en lucha por romper los
armarios y el silencio social.
Y el sitio de ambiente que me marcó a mí y a toda una
generación fue el Members, era un bar
de ambiente pequeñito de los que había que llamar por el timbre, te miraban por
la mirilla y te abrían la puerta. En Barcelona había un bar de lesbianas de
toda la vida que era el Daniels, al
que también íbamos, pero muy de tanto en tanto, porque la conciencia política
nos hacía desmarcarnos de aquel lugar que sabíamos que si podía existir era por
los vínculos que tenía la dueña con la Falange y la policía secreta. En cambio,
el Members era el lugar de la
modernez de los años 80 y estaba a reventar de lesbianas venidas de todas
partes y sus variadas amistades, además enfrente estaba el Bahía y era un gusto poder pasar de un bar a otro atravesando la
calle Séneca y hacer esa calle, que por aquel entonces era territorio disputado
con los nazis de la librería Europa, un espacio nocturno lesbiano por
excelencia. Nos hemos pasado la vida ganando espacios, ganando la noche, para
nosotras el Members era un poco mucho
la celebración de todo eso y más.
[1]Jacques
Derrida (2012), Espectros de
Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional, Madrid, Trotta.
[5] Véase el
diálogo 5 entre Clonarion y Lena de Luciano de Samosata (2018), Diálogos de los dioses. Diálogos de los
muertos. Diálogos marinos. Diálogos de las cortesanas, Madrid, Alianza: http://www.anarkasis.net/Luciano/dialogo-de-cortesanas.htm