El pasado 25 de diciembre nos emplazamos con la filósofa, ensayista y poeta Leonor Silvestri. Mientras la heteronormatividad celebra el nacimiento de su Dios, nosotras conversamos sobre el último libro de Leonor, “Donde mi raza Muere” (“bendito mi vientre, donde mi raza muere”, verso de un poema de Gabriela Mistral) editado en el “Reino de los Bourbon” por Antorcha Ediciones. Un tratado antinatalista que nos invita a la Huelga de úteros.
Leonor Silvestri, autora de "Donde mi raza muere" con Elliot. |
-¡Hola Leonor! Tu libro es todo un tratado antinatalista y que nos anima a la Huelga de úteros. ¿Por qué crees que debemos dejar de reproducirnos, sobre todo y principalmente las blancas europeas?
-Leonor Silvestri: Las blancas europeas y también diría las blancas neo coloniales, en un punto como yo. En principio hay como razones obvias, por sobrepoblación, contaminación, razones medioambientales, ya no cabe un alfiler en este mundo y pese a que dicen que nos alcanza para todes, pienso que no.
Luego como tratado antinatalista forma parte de una genealogía que ya ha caído en desuso y que ha perdido la batalla por completo pero que solía ser parte del feminismo, el feminismo cuando no daba vergüenza (me declaro grinch del feminismo actual) cuando el feminismo no luchaba por ser una buena ciudadana blanca o blanqueada sino que luchaba por la destrucción de este mundo tal y como lo conocemos. Con sus aciertos y desaciertos. Pero no entiendo cómo el feminismo actual no pone en cuestión sus deseos. Me parece tan evidente que incluso me parece redundante tener que escribir un libro de estas características en los albores del 2022. No entiendo cómo en el 2022 no se ponen en cuestión esos deseos de maternar, los deseos de reproducirse. Y justamente como la gente que no pone en cuestión esos deseos, genera unos esencialismos de toda índole y hace de la maternidad y de la reproducción humana el famoso y querido humanismo. Todos somos humanos. Por ende el humano es la hegemonía, humanismo inventado por Occidente, sea dicho de paso. Por eso, quería separarlo de ciertas corrientes como el Childfree que no acabo de entender y que me da la sensación que son gente que se han dado cuenta de que si sos una pareja o una trieja sin hijes tenés más dinero y te lo pasás mejor. Y no creo que esto consista en tener que pasarlo bien, sino en una posición política que no consiste en disfrutar más del capitalismo porque tienes más dinero. O como la hija de Ricardo Montaner que está casada con Camilo, el cantante, ellos ya hablan de “tribu”. Son millonarios, más blancos que Demi Lovato, y esa apropiación del término “tribu” te hace pensar que ellos se auto perciben como yanomamis. Y los yanomamis han sido arrasados por la pandemia y por los últimos cien años de occidentalización.
Volviendo a tu pregunta a mi me cuesta lo contrario, me cuesta entender porque la gente sigue apostando contra toda la evidencia de lo que conviene al cuerpo, en términos de lo que le incrementa las potencias o hasta posturas más apocalípticas como el fin del mundo. A estas alturas lo considero un acto de egoísmo que alienta el famoso “ejército de reserva” del que ya hablaba el marxismo clásico, que a mi me parece que tiene una vuelta de tuerca en el eugenista actual, donde también hay que hacer la selección de personal, no sólamente traer crías a este mundo sino que también hacer la selección de personal previa que es elegir a los aptos, a los sanos y abortar a los otros, los deficientes.
"Donde mi raza muere". Leonor Silvestri. En Antorcha ediciones |
-Una de las razones que das para negarnos a procrear y emprender la Huelga de úteros, sería dejar de una vez de ocupar el espacio que les corresponde a otras especies. ¿Nos podrías hablar de esta conexión con el antiespecismo? ¿Qué relación deberíamos tener con los animales no humanos?
-Leonor Silvestri: Es una pregunta difícil, porque también reterritorializa una idea para mí ciudadana de una existencia sin conflictos como el Arca de Noé o el paraíso del señor ese Jesus Christ. Que para mi no existe. Me cuesta un poco que desde la teoría, desde el exterior de los cuerpos, se pueda plantear una suerte de nuevo contrato social donde nos relacionamos bien con el medioambiente. Yo no creo en eso. Y creo que esa ecología, ese coexistir no es algo que se logre desde un programa de acción política puesto por escrito desde unas coordenadas donde el sujeto cognoscente y lo conocido está indisolublemente dividido para siempre. Hemos creado eso que llamamos Naturaleza. Y ahora queremos decirle a la Naturaleza como tiene que funcionar en buenos términos, no entrópicamente, donde todos los herbívoros son buenos y ya ningún animal come carne porque eso es cruel y barbárico. Lo que intento decir es que en el mundo donde el antiespecismo existe como lo opuesto al antropocentrismo no es necesario enunciarlo y mucho menos intentar un tratado moral de normas de conducta. Me pasma un poco que se termine considerado especista a formas culturales no occidentalocentradas, del mismo modo que se considere formas indígenas que deben ser preservadas a las corridas de toros.
-La primera Huelga de úteros, la declararon las feministas de los años 70. ¿Qué ha pasado para que 50 años después, no se haya instaurado como uno de los principios básicos del movimiento transfeminista?
-Leonor Silvestri: Yo creo que en estos momentos todos los feminismos son un dispositivo colonial. Blancos, negros, transfeminismos, los interseccionales etc…Para mi ya son un dispositivo de blanqueamiento y de formación de lo que es ser una buena ciudadana, tal como lo veo no hay feminismo audible que no trabaje en la línea de un mundo mejor por la paz. Incluso incluiría aquí al movimiento LGTB. A tales extremos llega que incluso hay gente que piensa que Caitlyn Janner, del clan Kardashian, participa de la misma sustancia no ya que Sylvia Rivera, sino de la molotov que tiró Sylvia Rivera, solo por ser Trans. Por eso digo, que en este nuevo dispositivo de ciudadanía donde la reproducción es una captura importante por miles de motivos que están expresados en el libro ergo parecería que hay una buena manera de ser mujer, de ser madre, disidencia, diversidad. Parece que dentro de los feminismos ya nadie quiere dejar de ser mujer o madre, ciudadana, insertada a un capitalismo pero que no sea “salvaje”.
Según tengo entendido fue en la Biblioteca de Milán, de la mano de Carla Lonzi (entre otras) donde se empezó a generar esta Huelga de úteros como un llamamiento a lo que hoy denominaríamos úteros gestantes. También fue Simone de Beauvoir la primera en declarar que “la libertad comienza en el vientre”. Pero bueno todas estas consignas y llamamientos parecen haber caído en desuso. Es como si el feminismo quedase en algo enunciativo. Y tal y como nos dice la socióloga nigeriana Oyèrónké Oyèwùm en su libro “La construcción del género”, es por medio de estos enunciados que se dan los dispositivos de blanqueamiento, de ciudadanía, de neocolonización en los que hay una buena maternidad, una buena forma de habitar el mundo que “¡oh, casualidad!” se parece a la de los estados nacionales y por tanto se nos dice que debe haber una buena crianza, una buena reproducción…Lo digo en “foucaultiano”: es el poder reconduciéndose tras un aparente proceso revolucionario. Y es por eso que el feminismo hoy, me ha dejado de interesar más que como análisis de otro de los dispositivos de captura de la metafísica occidental, matriz productora de ciudadanía.
-De “las lesbianas no somos mujeres” de Monique Wittig hemos pasado a las “maternidades subversivas”, término que consideras en tu libro como un “oxímoron”. ¿Qué ha pasado? ¿Podrías explicarnos esto?
-Leonor Silvestri: Desde luego, para empezar si Monique Wittig resucitara y viera que hemos pasado de “las lesbianas no somos mujeres” a “somos la más mujeres”, le daría algo, no le deseo ver esto.
Y bueno, lo considero un ”oxímoron” por los mismos motivos que no veo nada revolucionario en el ser mujer. Volviendo de nuevo a Wittig, “mujer” para Wittig es un artefacto político solidario con algo que ella llama la heterosexualidad como régimen político, es decir el pensamiento heterosexual organiza todos los asuntos humanos y no humanos, concientes e inconcientes, tal es el planteo del pensamiento heterosexual, por eso es un régimen político que coloniza hasta los inconcientes tal como también hemos explicado en Primavera con Monique Wittig, el devenir lesbiano con el dildo en la mano de Spinoza Trasnfeminista. Entonces ese régimen político tiene que crear pares antitéticos opositivos entre los cuales hay una variable mayor y una menor. La variable menor es la mujer, creación solidaria con el capitalismo. Ser “mujer” para Wittig no tiene que ver con tal o cual genitalidad sino con una forma de vida. Entonces en el postulado de Wittig del año 1978, del “Pensamiento Heterosexual”, las lesbianas no participan de esa matriz donde se sostiene la existencia del hombre: de las tareas por amor, la reproducción, el sostén afectivo, el apoyo emocional, las relaciones sexuales.
Volviendo a Oyèrónké Oyèwùmi, no hay mujeres previo al gran encuentro con Occidente, no al menos en el sentido de este dispositivo blanco, colonial, occidentalocentrado etc…que todas padecemos y también nos vemos beneficiadas cuanto más idealmente lo encarnemos. Inclusive y principalmente en Europa, que también tuvo poblaciones originarias indígenas, se tuvo que construir “la mujer” por medio de la Inquisición, sin cuya quema el capitalismo no hubiese podido existir. Entonces no siempre hubo mujeres como artefacto político tal y como las conocemos ahora. Es occidente el que se encarga de exportar esta tecnología de sometimiento “la mujer” en el sentido que le da Wittig a los diferentes lugares que conquista y coloniza (empezando por el propio territorio europeo) fenómeno que se conoce como caza de brujas, para luego imponer el control de los úteros hasta la actualidad y una buena manera de ser mujer, ciudadana, blanca, blanqueada, no barbara. Porque las mujeres no pueden ser androctonas (amazonas, en griego, tal como Wittig la usa en sus textos) infanticidas, filicidas…eso no son, esas son las bárbaras, las Medea.
Por eso yo postulo que no hay maternidades subversivas dado que la idea de maternidad pertenece a ese constructo occidental denominado “la mujer”. Lo que creo es que muchas feministas que estaban en la cresta de la ola, algo que no se puede mantener siempre, en este tema en vez de ser honestas y decir tuve que claudicar o adaptarme porque tengo que sobrevivir como tantas otras, quieren seguir en esa cresta y hacen pasar por subversivo y revolucionario aquello que no lo es.
"Donde mi raza muere". Leonor Silvestri. |
-Otra de las cosas que nos dices en el libro es que el destino de las designadas como mujeres al nacer es el hogar y la crianza. Y que la única manera de liberar tiempo para la crianza es "explotar" a otra, en general una mujer: abuela, prima o empleada doméstica para que lo haga por nosotras. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?
-Leonor Silvestri: Si, ese es el viejo truco y si no es la abuela es la prima que vino de no sé donde y yo le estoy dando acogida etc…y en el mejor de los casos se le paga a alguien que se le dice “nanny” que nunca cobra ni un tercio de la más barata de las trabajadoras sexuales, de aquellas que las abolicionistas dicen que es trata. Por supuesto, las abolicionistas nunca hablan de trata de personas intrafamiliar que es esto, cuando la única manera de liberar espacio en la maternidad es oprimir a alguien más, usualmente mujer, usualmente en una posición de subalternidad con respecto a la que necesita esa “ayuda”. Luego a eso se le dice tribu o crianza compartida. pero encubre lo que encubre.
-Hay una frase que nos encanta de tu libro donde dices: “destruir hasta los cimientos la heterosexualidad como régimen político. Ese es nuestro destino”. Debería ser lo primero que se enseñase en las escuelas. La pregunta es. ¿Cómo se hace esto? Si nos programan desde pequeñes para un destino concreto, ¿Cómo se destruyen esos cimientos? ¿De que “contradispositivos” disponemos para contrarrestar esa ofensiva heteropatriarcal?
-Leonor Silvestri: Lo primero que no debería es haber escuelas porque no deberíamos estar reproduciéndonos y la gente que sí se debe reproducir, en todo caso, justamente no usa escuelas. Ya que todos los lugares donde vale la pena sentirse vivas no maneja el concepto de escuela, porque escuela justamente es algo que no debería existir.
Y respecto de cómo se destruyen esos cimientos, tengo un par de intuiciones de cómo no. Yo hace tiempo que apelo a las políticas del desistir o dejarse caer o desagregarse. Lo voy a decir en “foucaultiano”: la resistencia más efectiva no tiene que ver con la trasgresión sino con la contraproductividad. Y la contraproductividad en momentos de aceleración extrema como los que estamos viviendo tiene que ver con el “no hacer”, con el “dejar de hacer”. Desagregarse, no participar. Que es nuevamente una política poco abordada justamente porque no es occidental. Y voy a dar ejemplos deportivos. En el “jiu-jitsu” no es todo el tiempo hacer, hay momentos en que vos no hacés. Ya sea para respirar o para ganar un minuto de tiempo. No podés estar todo el tiempo al palo por palo. Porque no se puede sostener esa intensidad todo el rato. Entonces, pienso que los dispositivos nos controlan, tienen una captura mágica, por ende una no puede meterse dentro de un dispositivo pensando que lo va a torcer, porque es el dispositivo el que produce la subjetividad. Producir una familia, armar una familia para decir la mía va a ser divergente, diversa, distinta, revolucionaria, subversiva etc…es no entender que al volante todos somos conductores. Es el dispositivo familia/reproducción/xaternidad el que produce la subjetividad edipizante heteronormal en la que nos encontramos.
En resumen, cómo se hace no sé. Sé como no y me da miedo la gente que si sabe y anda diciendo cómo. A esta altura deberíamos saber del poder de reterritorialización que tienen estas prácticas. Ya lo había explicado Foucault en “La historia de la sexualidad”, cuando las izquierdas europeas que tanta urticaria le daban imitaron la vida de la burguesía, la desearon. De la misma manera que el mundo queer, disidente, no binarie, anhela la inclusión en la cultura heterosexual. La disidencia se mide por la distancia de enunciados y prácticas con respecto a la hegemonía y si te fijas no tenemos una cultura propia.
Entonces creo que no se trata de hacer otra familia, que sea la promesa de un mañana mejor sin edipo y sin heternorma desde el cimiento mismo que construye ambas estructuras, lo cual es un disparate, sino que se trata de abolirla. El poder no esconde nada, sino no lo llamaría familia. Ya que “famulus” en latín significa esclavo. Ni siquiera es un “servus”, sino que es el esclavo con menos valor de la hacienda según Varrón en su catálogo. Un “pater familias” es el dueño del fundo. Entonces, ¿qué quieren inventar? Si ya viene con esa carga. Luego dicen “tribu”, crianza compartida y nuevamente es la abuela de siempre, criando lo que ya crió en su momento, como ya hemos dicho.
Y quizá en vez de estar construyendo familias diversas, maternidades deseadas etc…podríamos estar pensando en vejeces compartidas, tullideces y discapacidades comunitarias, esto me parece muy interesante. Hay algo de lo que podríamos hacer y no hacemos porque queda obturado por la futuridad del mañana mejor.
-Otra de las cosas en las que hablas en “Donde nace mi raza” es de la familia como institución heteropatriarcal por excelencia y de la que al final todas somos víctimas. ¿Porqué consideras a la familia “el eje del mal”? ¿Cómo podemos fugarnos de una institución tan arraigada?
-Leonor Silvestri: Fugarte de la familia es no construir una. No meterse dentro de un dispositivo pensando que podés convertirlo en revolucionario o subversivo. Por eso pienso que nadie lee a Butler, que todo el mundo la cita pero nadie la lee, porque Butler lo que dice en sus primeros libros donde desarrolla la tesis de la performatividad de género, es que si algo demuestra el drag es que el género es una iteración de actos, tanto actos de habla, como actos protésicos que construyen materialmente los cuerpos. En ningún momento dijo que esa construcción sea subversiva en si misma más que del binomio de género, solo demuestra que el género no es natural, que es un dispositivo a partir del cual se construyen los cuerpos, y yo agregaría, mal que le pese, a partir de la heterosexualidad como régimen político. El ejemplo es Caitlyn Jenner, si ya no nos permiten odiar a Caitlyn Jenner ya no podemos odiar a nadie. En principio deberíamos pensar eso, no porque yo haga esa familia, luego esa familia es subversiva. Yo no creo que todos los dispositivos sean resignificables o subvertibles.
Es como quién cree que puede hacerse una constitución no binaria o feminista. Pero eso no es posible. Porque el estado es la máquina binaria, la que define quién forma parte de la polis, de la ciudadanía, y quien queda por fuera, por excelencia y nuestra lucha debería enfocarse a vivir sin estado. Así como hay un mundo sin escuelas hay un mundo sin estados y hay sociedades sin estado con mecanismos de conjura de esa construcción. Como la vieja diatriba de Bakunin en la primera internacional contra Marx, una vez que el proletariado se convierte en clase política eso es. El feminismo de la igualdad nos hizo creer que sí había mujeres en el poder luego no habrían invasiones en el mundo y que la política clásica parlamentaria ese embuste occidental del elegilismo se volvería más buena; pero miren Margaret Thacher por ejemplo. Cómo conjurar los mecanismos de las formaciones estado entre otras conjuras necesarias. Ese mundo existe, sólo que no es el de que nosotras participamos. Doy un ejemplo sin idealizar a nadie. El pueblo nación mapuche no tiene estado y está en guerra contra Chile, en este momento, y está en guerra contra Chile no por su libertad en sentido occidental y abstracto sino porque Chile y Argentina (los estados coloniales sudamericanos) están desmontando todo y vendiendo a la mega minería europea lo que esos estados llaman recursos naturales que en realidad es el hábitat y la tierra misma de la que participa esa gente que no puede ser dividida de su territorio, mapuche y wallmapu son indisolubles, su lucha no es ni por un estado mapuche, ni por una inclusión de los mapuche dentro del estado chileno (aunque yanakonas siempre hubo).. Que yo sepa, más allá de que haya gente mapuche dentro del gobierno lo cierto es que los mapuche como pueblo no tienen una formación estatal, tienen conjuras contra el estado. O las kurdas, pero como no se peinan como nosotras no pasan las normas queer.
Podéis ver la entrevista completa en el Canal Youtube “haciendo amigues con Leonor”
Más información de “Donde Mi raza muere”
¿Dónde se puede conseguir?
Estado Español: Ediciones Antorcha
En Chile: @nopatria.editorial
En Argentina: @queenluddeditora @ngeditora
En México: @nous_livres
Acerca de Leonor Silvestri y sus libros que puedes encontrar en Traficantes de Sueños (en el Estado Español)
Filosofa autodidacta, escritora y traductora especializada en poesía clásica, practicante de artes marciales (cinturón negro de kick boxing Wako) y discapacitada legal. Nacida en Buenos Aires en 1976, lleva adelante diferentes proyectos relacionados con la docencia, el ensayo y la poesía, la performance y la realización audiovisual entre otros. Algunas de sus últimos libros son: Ética disca del deseo mutante y las afectaciones de la interdependencia funcional (2022); Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres (2012), ensayo; La guerra en curso (2015), poesía; Foucault para encapuchadas (2016), ensayo; Games of Crohn. Diario de una internación (2016), ensayo; Primavera con Monique Wittig. El devenir lesbiano con el dildo en la mano de Spinoza transfeminista (2019), ensayo; Reina japonesa (2020), poesía; Servidumbre máquinica. Punitivismo, trabajo y espacios de encierro (2021), ensayo; y Sin esperanza y sin miedo (2021), ensayo.