Hola Gloria. ¿Que tienen en común
libros de recopilaciones de relatos de antiguas pioneras de la narrativa
femenina y feminista como “La nueva mujer” y “Amigas”? ¿Crees que van dirigidas
al mismo público o a distinto tipo de lectores y lectoras?
Gloria Fortún: Ambos libros han sido una labor de amor, pues en La nueva mujer busqué en numerosos libros relatos de escritoras que vivieran a caballo entre el siglo XIX y XX y se dedicasen a la escritura de forma profesional, mientras que en “Amigas” lo que hicimos Eva Gallud, mi co-traductora, y yo, fue descubrir relatos de amor entre mujeres de autoras de la misma época o incluso anteriores. Por tanto, en ambos volúmenes hay un trabajo de genealogía feminista y un empeño por dar a conocer textos que en la mayoría de las veces no habían sido traducidos anteriormente. La diferencia es que en “Amigas” encontramos en todos los cuentos relaciones lésbicas, aunque sea de forma sutil. Pero las dos recopilaciones son muy diversas en cuanto a los temas, los estilos, las autoras…
Junto a nombres y míticos en
la historia de la literatura estadounidense como Willa Cather o Kate Chopin nos
encontramos con verdaderas sorpresas sobre todo en aquellas historias de amor
entre mujeres teñidas por un halo de misterio y fantasía. ¿Crees que hay muchas
autoras mal conocidas por estos lares?
Gloria Fortún: Desconocidas, mal conocidas e incomprendidas. La
complejidad y la calidad literaria de estas autoras hace que leerlas sea un
gozo, un descubrimiento pero también un llevarse las manos a la cabeza para
decir: pero por favor, ¿cómo no se había traducido esto a nuestra lengua antes?
¡Si es una joya!
Por otra parte, es muy interesante
eso que dices del halo de misterio. La literatura gótica previa al siglo XX, de
la cual tenemos preciosos ejemplos en “Amigas”, tenía ese elemento de lo
que en inglés se denomina como uncanny, lo que es siniestro e
inexplicable al mismo tiempo. Ese monstruo gótico, esa otredad, eso que no se
puede nombrar en los géneros cercanos al terror, es el caldo de cultivo
perfecto para introducir el lesbianismo.
Algunos relatos muestran una cierta
timidez, no exenta de belleza, frente a otros que nos sorprenden por su
sensualidad. Pero el carácter más o menos provocador de las historias poco
tiene que ver con su orden cronológico. ¿Que conclusión sacas de ello a la hora
de estudiar y enseñar la literatura de este tipo?
Gloria F: La enmienda de ley del Código Penal inglés
criminalizó en 1885 los actos homosexuales entre hombres. Dice una anécdota que
cuando preguntaron a la reina Victoria si se deberían penalizar también los
actos homosexuales entre mujeres, la reina respondió que no podía imaginarse
que tales relaciones fueran posibles. Era tal el silencio, la invisibilidad, que
ni siquiera existía la forma de articular ese amor. De ahí que en los relatos
de “Amigas” muchas veces nos encontremos con que es en lo no dicho que
subyace en lo dicho donde está el meollo de la cuestión.
Antes de la época de la reina
Victoria ni siquiera se mentaban estas relaciones porque no se creía que las
mujeres tuvieran deseo sexual. Por tanto, eran más libres de tener relaciones
íntimas, puesto que ninguna sospecha caía sobre ellas. De ahí que a veces sean
más obvios esos relatos que otros posteriores.
Novelas como “El pozo de la
soledad” estaban teñidas del aura y preceptos médicos que circulaban en la
época. Se agradece que en ninguno de los cuentos de “Amigas” aparezca el
lesbianismo unido a ningún tipo de patologización o clasificación. ¿Esto es
deliberado o fruto de la imaginación de las autoras?
G.F: “El pozo de la soledad” tuvo demasiada importancia como para descartarlo por
anticuado. Efectivamente, fue fruto de la patologización de la homosexualidad
que hicieron los primeros sexólogos, pero fue la primera novela con una
protagonista lesbiana, con las vivencias de una mujer lesbiana en el centro. En
“Amigas”, no obstante, queríamos que la propuesta fuera algo más sutil,
una especie de juego de luces y sombras que erotizara a veces y otras llenara
de curiosidad a quien lo leyera.
Al final incluyes un personaje
transgénero en un cuento sumamente interesante pero con un final desgraciado y
un autor o autora anónimos. ¿Como surgió esta elección?
Gloria Fortún: Desde el primer momento, tanto las traductoras como
los editores queríamos que hubiera en el libro la mayor diversidad posible. Por
eso buscamos relatos protagonizados por mujeres de distintas edades, clases
sociales, razas… y si queríamos incluir a muchos tipos de mujeres, nos pareció
fundamental que no faltasen las mujeres trans. Siempre han estado y teníamos la
firme convicción de que también las encontraríamos en el tipo de relatos que
deseábamos para “Amigas”.
Dices que la
reescritura y el descubrimiento de la literatura lésbica de tiempos pasados es
un arma contra la cultura heteropatriarcal. Se introducen temas como la
homosexualidad adolescente, la pervivencia del recuerdo, el amor interclasista
y otros conceptos como el racismo y la herencia religiosa. ¿Estas autoras
vivieron experiencias que plasmaron o son fruto de su imaginación literaria?
G. Fortún: Ninguna persona que escribe, lo hace sobre un tema
que le sea indiferente, al menos ninguna persona que quiera conmover con su
escritura. Por tanto, de alguna forma, esas experiencias estuvieron en la vida
de las autoras. En cualquier caso, no olvidemos que la ficción es un camino
sembrado de mentiras para llegar a una verdad. Esta verdad puede ser el amor,
la soledad, la imposibilidad de verbalizar el deseo entre mujeres, el dolor de
no poder vivir con plenitud… tantas son las historias de “Amigas”. Los
eventos de los relatos pueden no haber sucedido, o haber pasado de otra forma,
pero la verdad emocional sí que es real.
Entrevista a Gloria Fortún por Eduardo Nabal.
"Amigas". Editorial dos bigotes