INTRODUCCIÓN
Hemos sido explotadas
Hemos sido humilladas
Hemos sido maltratadas
Pero esto sea a acabar
Santa Polonia, Komando Txipontxi
Si alguien me preguntara cuándo empecé a ser gorda no sabría qué responder. No sé cuándo una empieza a ser gorda, en qué circunstancias, con qué talle, con cuántos kilos. Pero calculo que tiene poco que ver con números exactos y más con percepciones, con el momento en que una empieza a ser consciente de su gordura. Un momento que, a su vez, está directamente relacionado con el descubrimiento de que tu cuerpo es un problema para las demás (por gordo), convirtiéndose automáticamente en un problema para ti también. Lo cierto es que siempre fui la más alta, grande y gorda de mi entorno (comparándome con mi hermana o con las otras chicas de mi curso escolar) y no me supuso ningún problema hasta que entrando a los 7 u 8 años -y tras varios comentarios de diversas personas respecto a mi cuerpo gordo- ocurrió el inevitable primer acto de auto-odio: me negué a mostrarme vestida en traje de baño en público.
Stop Gordofobia y las panzas subversas de Magda Piñeyro
Era una niña (gorda) de vacaciones en un sitio de piscinas negándose, en un día caluroso, a desvestirse y meterse al agua. Estas acciones de odio hacia nuestro cuerpo (o más bien de odio a nosotras mismas ¡no separemos alma y cuerpo!) continúan repitiéndose desde esa primera vez, y se vuelven cada vez más comunes con el paso del tiempo. Tan comunes que un día entras a una tienda (de estas que sólo tienen hasta la talla 40) a comprarle un regalo a tu delgada hermana y la dependienta te echa sin más miramientos con un “aquí no hay ropa para ti” y tú, después de tantos años de auto-odio, asumes las palabras de la dependienta y te vas a llorar a tu casa sin reaccionar, sin decir absolutamente nada y -lo peor de todo- creyendo que ella tiene razón en lo que hizo. El odio a ti misma te ha vuelto sumisa, te ha bloqueado la reacción y la defensa, y ha borrado por completo de tu mente la convicción de que mereces respeto.
Tuve que encontrarme con un caso ajeno (es decir, en el que yo no era directamente la implicada) para por fin tener la cordura de no darle la razón a la persona que discrimina sino a la discriminada. Ocurrió hace unos años, tiempo antes de empezar con el activismo en la página Stop Gordofobia.
Me subí al tranvía y cuando me fui a sentar al lado de una señora gorda ella me miró, se acomodó un poco más contra la ventana para hacerme sitio y con una tímida sonrisa me dijo “cabemos las dos”; a lo que yo respondí -con otra sonrisa-: “por supuesto, señora”. El acto de empatía fue tan bonito que durante unos minutos continuamos hablando de banalidades, hasta que de repente –tras un silencio mutuo- la señora se echó a llorar. Sorprendida le pregunté qué le pasaba y ella me contó su historia. Dijo que antes no era gorda, que engordó por una medicación contra la depresión, depresión en la que había caído desde que su hijo había emigrado y se había visto ella con una soledad que le pesaba mucho. Me dijo también que justo esa misma mañana, mientras caminaba por la calle, había pasado un coche con unos muchachos que le gritaron entre risas “gorda asquerosa” y siguieron su camino. Y mientras relataba esto las lágrimas le seguían corriendo por las mejillas. Se me eriza la piel al recordarla.
Ese día lo vi claro: las gordas no tenemos la culpa de que este mundo sea tan mierda con nosotras. No nos merecemos esto bajo ningún concepto. Tiempo después -y en circunstancias que relataré más adelante- empezamos con Stop Gordofobia, contando esta y otras historias de discriminación que lamentablemente nos encontrábamos a diario. Así fuimos descubriendo que era más común de lo que pensábamos y que no estábamos ni locas ni solas en nuestra rabia e indignación por los atropellos a los que somos sometidas las personas gordas. Desde ahí fuimos creando discurso, debatiendo con quienes se sumaban a la página y a la iniciativa, exponiendo nuestros argumentos y recibiendo críticas, investigando sobre este tema con los pocos recursos que encontrábamos, y también relacionándonos con otros grupos y páginas de internet que luchaban en esta misma línea o por esta misma causa. De esta forma logramos ir perfilando el concepto de gordofobia, hablando de sus circunstancias y las posibles causas o justificaciones, así como de las vías que vemos de luchar contra esta discriminación de las personas gordas. Por todo esto es que hoy esta publicación es posible, como producto y sistematización de un recorrido de encuentros y desencuentros colectivos, reflexivos, militantes, dolorosos y alegres entre un amplio grupo de personas gordas y no gordas. Un recorrido que ha sido realizado en su gran mayoría a través de internet. Y esto es algo a destacar. No creo que sea baladí el hecho de que esta protesta haya surgido en la red al amparo del anonimato y la libertad que ésta proporciona a la hora de denunciar abiertamente la discriminación, de exponer nuestra intimidad en el relato de las historias personales de humillación, etc.Por lo que respecta al contenido, encontrarán en el primer capítulo un breve repaso a la historia del activismo gordo en la red de habla hispana. En el segundo capítulo serán expuestos los lugares comunes de la gordofobia, para luego hablar de ella como una opresión en el tercero.
Finalmente en el cuarto se abordará la relación entre la lucha antigordofóbica y la lucha feminista, y en el quinto encontrarán un análisis crítico de la moda de las gordibuenas.
Todo esto irá acompañado de algunos testimonios de los que hemos ido publicando en la página de Stop Gordofobia, cuya actividad principal ha sido hasta ahora la publicación de relatos escritos por los usuarios de la página que denuncian la gordofobia experimentada a diario. Completan este texto unos poemas de mi autoría, y algunas coplillas del Komando Tripontxi, que irán encontrando entre capítulo y capítulo, los cuales forman también parte importante de mi proceso personal de empoderamiento y pretenden ser un arma más contra la gordofobia.
Este texto es la introducción al libro de Magda Pyñeiro "STOP GORDOFOBIA y las panzas subversas" que podéis descargar en este enlace. Gracias a la cortesía de la autora.
Magda Pyñeyro es cofundadora de STOP Gordofobia y autora de los libros "10 gritos contra la gordofobia" (Vergara, 2019) y "Stop Gordofobia y las panzas subversas" (Zambra, 2016).
Y une de les participantes en el próximo Parole de Queer- Antiespecista.
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