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ENTREVISTA A BE GÓMEZ CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE SU POEMARIO “TODOS LOS FINALES”

Entrevista realizada por Eduardo Nabal
Be Gómez

-Hola Be. Cogí “Todos los finales” y no podía dejar de leerlo. Cuéntanos todo el proceso que hay detrás de este poemario tan bello e iconoclasta a la vez. Da la impresión de que has trabajado mucho pero nadie mejor que tú para ponernos en situación.

-Hola Edu. No sabes lo importante que es para mí que un lector me diga que cogió mi libro y que no pudo parar de leerlo, como si fuese droga dura, o algo así. Es maravilloso, gracias. En cuanto al libro, es verdad que hay detrás mucho trabajo, y de muchos años, además, pues aunque, si bien es cierto que esta la primera obra que publico, el libro lleva gestándose mucho tiempo. En este sentido, además de la fase más puramente compositiva, han venido días de trabajar mucho el diálogo entre unos poemas y otros, entre portada, contenido, y todo lo demás para que todo fluyera en permanente conversación. La labor de la edición ha sido fundamental, y si no hubiese sido por mi mujer y mi editora, que me han aportado todo lo aportable, en ese sentido, el producto final de “Todos los finales” no hubiese sido ni la mitad de poderoso y molón de lo que es ahora. Además, contar con un prólogo maravilloso como el que Nacho Vegas ha escrito con tanta generosidad es una suerte para un autor novel como yo, y todo eso es posible porque hay más personas como el propio Nacho y sobretodo mi editora, implicadas en el proyecto. Muy poca gente lo sabe, pero sentirte arropado por el buen hacer de la editora es fundamental, no sólo para lo relativo a la difusión y venta del libro, sino también a su calidad, a lo que tiene que decir. Y en este sentido, con Lorena Carbajo (editora de Bala Perdida) tengo una suerte enorme.


-Percibo una diferencia, nunca clara, entre poemas intimistas en que reconocemos a la autora en su entorno cotidiano y otros más políticos  como “El género y otras ficciones” donde pones una cita de Judith Butler en el encabezamiento. ¿Ves tú esa diferencia?
-Entiendo lo que planteas, pero la verdad es que yo no lo percibo así. Se repite continuamente que lo personal es político, y es verdad, pero también creo que la política siempre acaba por ser personal, y por tanto, no entiendo otra manera de hacer política que no sea desde la intimidad, ni mejor manera de conectar con lo propio, que ponerlo a dialogar con lo social, con lo común y con lo cotidiano. En mi cotidianidad, en mi cuerpo, en mi vida, todo lo que está presente en “Todos los finales” me atraviesa de un modo u otro, y entiendo que, a menudo, quedarme en casa cuidando de mi perro anciano es un gesto más político que ir a una manifestación. De hecho, entiendo que ahí está la verdadera revolución, el verdadero cambio. Yo entiendo la ternura como un acto político y, de hecho, el poema al que haces alusión, “El género y otras ficciones”, es una especie de autorretrato, es el “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla” particular. Otra cosa es que, en ese poema, como ocurre en otros, se pongan de relieve situaciones, creencias y aspectos sociales y políticos que hieren directamente al sujeto poético, que en este caso soy yo, lo que provoca en el lector una extraña empatía incómoda, porque le obliga a aceptar el sinsentido de determinados convencionalismos sociales, especialmente relativos al género, del que él, muchas veces, también ha formado parte. Dicho de otra manera: utilizo mi dolor para que el lector conecte con él, y una vez que lo he logrado le digo: vale, pues toda esta mierda también es, en parte, responsabilidad tuya. Y ahí lo dejo pensando. Por eso no entiendo bien que la gente crea que la poesía es una especie de trajecito cantarín hecho a medida para ricos y snobs. La poesía puede ser vibrante y brutal, y puede convertirse en una ventana abierta a la luz en un día de mierda o en una atmósfera irrespirable que irrumpe en medio de tu apacible existencia. Y siempre lo hará para quedarse. La gente que no lee poesía vive flojito; es como si fuesen por ahí con cara de velocidad montadas en sus bicis y no se hubiesen atrevido todavía a quitarle los ruedines a sus vidas; y me da mucha pena, porque es como si no se atrevieran a vivir de verdad. A palpitar muy en serio y ver ese pálpito de frente.
Be Gómez. Todos los finales. Editorial Bala Perdida
-La cotidianidad puede ser explosiva y también la batalla con el lenguaje y la literatura tradicionales. ¿Te has peleado simbólicamente con una profesora de literatura a la antigua usanza que escamotea todo lo que tú cuentas en el libro?
-Jajajaja. No. Y tampoco he peleado ni con el lenguaje ni con la tradición literaria, porque la verdad es que ambas, junto con muchas otras influencias como el rock, el pop o la filosofía, por ejemplo, son el material con el que yo he construido “Todos los finales”. Otra cosa es que yo utilice el lenguaje y la literatura de maneras distintas, pero creo que ahí también está el trabajo del poeta. Creo, sinceramente, que ya es muy difícil, además de acrónico, hablar de literatura tradicional y cosas así. Entiendo la idea, pero la verdad es que no tengo una lucha con las antiguas usanzas ni las antiguas escuelas. Simplemente, estoy en otra frecuencia. No me interesa respetar el canon ni por supuesto la historia. No soy historiador. Pero sí me interesa, en cambio, todo lo que no nos han contado de esas historias. La literatura silenciada, las biografías no contadas, las inventadas, las recreadas a medias entre ficción y recuerdo, entre invención y poesía. Creo que la Historia con mayúsculas, en su obsesión por la fidelidad de los hechos, traiciona multitud de lecturas “no oficiales” y, en ese sentido, siempre tiende a conservar el statu quo. Por eso en “Todos los finales” yo doto a muchos autores respetados, otras vivencias, otras biografías y otras lecturas. Si no dotamos a los clásicos de nuevas lecturas, aun a riesgo de traicionarlos, se mueren. A la tradición hay que traicionarla por pura supervivencia. 


-No solo pones en solfa tu feminidad sino que no olvidas las masculinidades de los grandes nombres para subvertirlos como Bécquer en tu poema Be Queer. ¿Crees que hay que reescribir la historia de la literatura? Y ya de paso. ¿El lenguaje es un campo de batalla sobre nosotros y nosotras nuestros cuerpos y nuestras subjetividades y creencias?
-No considero que en “Todos los finales” yo ponga en solfa mi feminidad, sobretodo porque yo no me entiendo ni me explico desde la feminidad, y tampoco entiendo desde ahí mi voz poética. En todo caso, planteo, eso sí, otro tipo de masculinidad que, claro está, no es la hegenónica ni la biologicista. Por otro lado, en relación al poema Be queer, en el que juego con la biografía del poeta romántico por excelencia, debo decir que, efectivamente, me interesaba proponer ahí también otro tipo de masculinidad y proporcionar otra biografía a un poeta claramente amanerado en su lirismo, pero que marcó un antes y un después en la poesía española contemporánea. Me planteé subvertir la biografía del poeta haciendo un poco lo mismo que hace la academia y la tradición: borrando lo que no interesa contar y maquillando un poco lo que sí. Sólo que mis intereses, mi manipulación, por así decirlo, es un poco más bestia evidente que la oficial. Y bueno, que me pareció un poco como un juego macarra y divertido, porque el libro está también lleno de humor. 

Y lo de que hay que reescribir la literatura, absolutamente de acuerdo. Nos llevan contando el mismo cuento muchos años, y a lo mejor ya va siendo hora de revisarlo, porque depende de quién sea el narrador, el malo es el lobo, o caperucita. Tantas autoras silenciadas, tantas intelectuales al servicio de sus maridos poetas o escritores que ni siquiera llegaron a poder firmar sus obras, tantos autores maricas encerrados en poéticas heterosexualizadas, tantas autoras lesbianas disfrazando su erotismo y su calidad literaria, tantos y tantas autoras bisexuales, trans y queer cuyas identidades y orientaciones sexuales han sido, en el mejor de los casos, borradas de la historia de la literatura. Quizá no sea fácil explicar la historia de la literatura desde un punto de vista transversal, desde el feminismo, desde las prácticas e identidades no heterosexuales, pero puede –y debe- hacerse. Siempre digo que necesitamos un Renacimiento marica, y un Barroco trans. El Barroco es muy trans, si te fijas, con sus mutas mutandis y su vanitas vanitatis y todo eso. Tenemos esa obligación, porque el discurso del mundo y sus manifestaciones culturales podrán ser monolíticas, unidireccionales y homogéneas, pero el mundo y quienes lo habitan jamás lo serán, por fortuna. Por eso creo también que “Todos los finales” devuelve, de un modo extraño, nuevas identidades a personajes literarios a los que les fueron arrebatadas otras lecturas, dotándolos así de nuevas interpretaciones y esa es la savia de la literatura

Entrevista realizada por Eduardo Nabal Be Gómez. Todos los finales. Editorial Bala perdida 
Descripción:
Este magnífico poemario de Be Gómez que tenéis entre las manos es un libro repleto de poemas-río en los que de cada cinco versos cuatro nos introducen impúdicamente en el particular universo de su autor y el quinto es un dardo que se nos clava en alguno de los órganos vitales de nuestros propios universos particulares. Be escribe para joder la Historia y de ese modo poder reescribirla: la de la humanidad, la de nuestras vidas, la de la literatura, la de las ciudades que habitamos. Escribe para aprender a volver a mirar al mundo. Porque alguien tiene que descubrir lo viejo, pues de lo nuevo se ocupa ya todo el mundo. Y ese todo el mundo hace que lo nuevo envejezca a una velocidad pasmosa, y entonces necesitamos a alguien que nos lo descubra de nuevo. Un poeta, por ejemplo. Alguien capaz de citar a Sófocles y a Bowie en el mismo libro. Por si no lo conocéis ya, es un placer presentaros a Be Gómez.

Nacho Vegas