Michel Foucault |
Para Foucault la sexualidad no solo se reprime, sino que se construye e incita en torno a instituciones, poderes y discursos que reaparecen en el cuarto tomo de su imprescindible “Historia de la sexualidad”. “Las confesiones de la carne”, un libro que por fin ve la luz, se centra en los llamados “padres de la Iglesia” y su voluntad de clasificación y regulación del concepto del ser humano como ser sexuado y bajo múltiples regulaciones que el filósofo analiza con pluma afilada, mirada incisiva, alma de historiador y arqueólogo de los saberes. Gracias a la continuada labor del activista y última pareja del polémico filósofo Daniel Defert, ya está en francés en Gallimard (y esperemos que pronto traducido en castellano) el último texto inédito de este batallador del pensamiento moderno que sentó las bases de nuevas lecturas sobre el poder y la resistencia. Gracias a Foucault y los feminismos transfronterizos hoy conocemos los saberes y contrasaberes queer que cuestionan las fronteras del cuerpo, los cuerpos y los binarismos de género, así como señalan los nombres y las instituciones que contribuyeron a consolidar los modernos conceptos sobre sexualidad occidental.
En “Las confesiones de la carne” el virulento autor de “Vigilar y castigar” pone en solfa las múltiples normas cristianas sobre castidad, reproducción y regulación del placer dictadas por nombres como, por ejemplo, San Agustín, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Cipriano, Ambrosio, Juan Crisóstomo, Casiano… cuya herencia sigue viva en el pensamiento y el orden religioso. Estamos ante un acontecimiento cultural que es también un avance sociopolítico ya que la obra de Foucault no solo dio fuerza a la lucha antisida de los noventa sino que ayudó a generaciones enteras a repensarse como sujetos más allá de “la norma” o “las normas”.