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Entrevista a ANDREA GALAXINA a propósito de su libro NADIE MIRABA HACIA. UN ENSAYO SOBRE ARTE Y VIH/sida. Por PAROLE DE QUEER

Hoy entrevistamos a Andrea Galaxina (autora de fanzines en Bombas para desayunar, editora de El Primer Grito y tal y como ella misma se define en su twitter: “homosesual”) a propósito de su nuevo libro “Nadie miraba hacía aquí. Un ensayo sobre arte y VIH/sida. Un relato muy interesante y necesario sobre la epidemia del sida y cómo el arte  jugó un papel fundamental en la denuncia y visibilización de una enfermedad que durante muchos años fue silenciada por los gobiernos heteronormativos y cuyo foco se puso sobre el colectivo LGTBIQ+ fomentando, una vez más, la homofobia y el odio.

Andrea Galaxina, autora de "Nadie miraba hacia aquí"


-¡Hola Andrea! Primero de todo darte la enhorabuena por este ensayo, en  el que  realizas esta genealogía sobre arte y sida, tan necesaria para entender mejor qué sucedió con la crisis del sida. Cómo bien dices en el inicio del ensayo: “Este libro es memoria”. Y hablando de memoria, nos ha llamado la atención que el relato que nos planteas gira en torno al eje EEUU y Europa. ¿Por qué tomaste la decisión de centrarte en estos dos territorios?


-Andrea Galaxina: El principal motivo ha sido que dado que he planteado el ensayo como una introducción al tema lo más lógico era centrarme en el contexto, el de EEUU, que ha servido como catalizador de la producción cultural en torno al sida. Además no deja de ser el principal foco del que bebe nuestra tradición artística contemporánea, sería imposible entender lo que ha sucedido en el marco de Europa o del Estado español sin hacer alusión a lo que ocurrió en EEUU porque en muchos momentos, incluso, lo que se hace por aquí es una traducción casi literal de lo que antes se había hecho en el país norteamericano. Y bueno, también responde a una cuestión de gusto personal, creo que las propuestas que desde el arte se hicieron en el contexto de EEUU son tan interesantes y tan potentes que me apetecía mucho hablar de ellas.


"Nadie miraba hacia aquí" de Andrea Galaxina. 


-La homofobia y el racismo atraviesan machaconamente a los gobiernos y a la ciencia en este tema. Tal y como nos cuentas en el libro, en EEUU (años 80) incluso se atrevieron a señalar cuatro grupos de afectados por el sida, el llamado “Club de las 4H: homosexuales, hemofílicos, heroinómanos y haitianos”, dejando, por supuesto, la H de heterosexuales fuera de esta ecuación. Visto con perspectiva nos parece tan duro ese señalamiento público. ¿Nos puedes contextualizar algo más esta historia?


​​-Andrea Galaxina: Los primeros casos de sida que se documentaron se detectaron en estos colectivos. En primer lugar en hombres que tenían relaciones sexuales con hombres y más tarde en usuarios de drogas inyectables, en haitianos y en hemofílicos. Estos últimos, que se habían contagiado al recibir transfusiones de sangre o de plasma, sirvieron para establecer el relato de las víctimas inocentes frente al resto, que de alguna manera se lo había buscado por sus conductas inmorales, y que sirvió también para apuntalar esa idea tan manida entre los círculos ultras del sida como una suerte de castigo divino. Por otro lado, en estos primeros momentos también los haitianos serán uno de los colectivos más afectados y diréis ¿por qué los haitianos en concreto? El caso de la gente de Haití es muy interesante porque traduce muy bien cómo las pandemias son al final de cuentas el resultado de la explotación brutal, humana y de los recursos naturales, que lleva a cabo el capitalismo. El origen del VIH parece estar en lo que hoy en día es la República Democrática del Congo, que durante años fue una colonia belga. Cuando consigue la independencia en 1960 muchos haitianos emigran para trabajar allí y probablemente en esos momentos se contagian del virus (del que se tiene constancia que existe en humanos al menos desde los años 20) y lo llevan consigo a América. Por su parte, Haití era uno de los principales destinos para el turismo sexual de hombres homosexuales de EEUU. Además, que EEUU será el destino de muchos haitianos que huían de la extrema pobreza del país. Se produce así un cóctel perfecto para la expansión del virus.

En realidad el señalamiento de estos colectivos no era más que la repetición de unos prejuicios que existían previamente hacia esos colectivos, para criminalizarlos y marginalizarlos aún más.



-La falta de información fue una de las causas de la amplia expansión del virus. Los gobiernos heteropatriarcales se negaron a hablar de una enfermedad en la que según ellos la “población afectada” pertenecía a grupos marginales. En “Nadie miraba hacía aquí” el arte se nos presenta como un contra-relato hecho por activistas y artistas para contrarrestar este silencio y visibilizar una enfermedad que a nadie parecía importar. Grupos como Act Up, Lesbian Avengers o campañas icónicas como Silence=death son una muestra de este arte de guerrilla que tanto nos gusta.  ¿Nos puedes explicar algo más sobre esto?


El arte sirvió como un canal más para difundir información, intentando suplir una carencia ya que desde las instituciones públicas se tomó la decisión de no informar sobre el asunto del sida porque consideraban que la educación sexual, el hablar de ciertas prácticas, era promocionar la homosexualidad por eso el silencio se impuso, incluso por ley (legalmente estaba prohibido promover materiales educativos de este tipo con dinero público). Los artistas que estaban involucrados en el activismo se vieron en la tesitura de plantearse qué valor podía tener el arte en una crisis como la del sida. Muchas personas dentro del activismo consideraban que era una frivolidad ponerse a hacer arte cuando había miles de personas muriéndose, pero el entendimiento que los artistas activistas tenían del arte era que este puede incidir de una manera radical en cómo se percibe un asunto, en este caso la crisis del sida, y además puede servir como un canal muy efectivo para informar, señalar, articular las ideas que se tienen en torno al problema y situar dicho asunto en el centro del debate. El arte de la crisis del sida es un arte situado y comprometido, lo que le convierte en un arte incómodo porque sitúa a los espectadores y a las instituciones que lo acogen en una posición que implica que te cuestiones “¿qué estoy haciendo yo para parar esto?”

A mí me parece especialmente paradigmático el caso de Silence = Death. Esta obra se crea inicialmente como póster por un grupo de artistas antes de que se cree ACT UP (que se funda en 1987, el poster es de 1986) y que luego se integrarán en el nuevo colectivo y el símbolo de Silence = Death se empezará a imprimir en camisetas, pegatinas, postales, chapas, etc. En un primer momento hubo algunas voces muy importantes dentro de ACT UP que veían como una pérdida de tiempo dedicar tanto esfuerzo a hacer camisetas pero luego estas camisetas y el merchandising se convirtió en una de las principales fuentes de financiación del colectivo. El arte en este caso no sólo sirvió para identificar un problema y ponerlo en el centro, sino que directamente dio dinero para sufragar la lucha.

Silence=Death (1986) del proyecto Silence=Death

AIDSGATE (1987) del proyecto Silence=Death



-Año 1987. Medicamentos que no funcionaban, altos costes en los tratamientos, la sensación que compañías como la Borroughts-Wellcome en connivencia con el Gobierno de los EEUU, privilegiaban intereses empresariales por encima de la gente con sida. Desde ATC UP, se hicieron, una vez más, unas contra-campañas para denunciar todo esto. ¿Podrías contarnos qué se hizo? ¿Qué consecuencias tuvieron esas campañas?


-Andrea Galaxina: Una de las principales consignas de ACT UP, si no la principal, era “drugs into bodies”, es decir medicinas en los cuerpos. El poder contar con fármacos seguros y accesibles fue el eje de su lucha y por eso ACT UP llevó a cabo distintas estrategias para poder presionar al sistema farmacéutico. Por un lado, la acción directa, es decir, ir a las sedes de las empresas y también a la de la FDA (la agencia gubernamental encargada de, entre otras cosas, la aprobación de fármacos en EEUU) y “montar escándalo”: manifestarse, lanzar pintura roja, convocar a los medios de comunicación, etc. Además iniciaron una campaña muy potente de señalamiento a los agentes que impedían que estas medicinas fuesen accesibles o que retrasaban la comercialización de fármacos potencialmente beneficiosos. Por otro lado, dado que el sistema farmacéutico y los procesos para la aprobación de fármacos son algo muy muy complejo, muchos de los activistas se tuvieron que convertir en verdaderos especialistas en el tema para poder influir en estos procesos desde dentro. Dentro de ACT UP había un comité (había muchos comités o pequeños grupos que se ocupaban de distintos asuntos como el acceso a ayuda legal, a vivienda, arte, juventud, etc.) específico dedicado al tema de los tratamientos llamado Treatment and Data Committee. Este comité se encargaba, entre otras cosas, de recopilar toda la información sobre los fármacos que se estaban desarrollando en el mundo, los efectos que tenían, también buscaban los modos de agilizar la aprobación de nuevos medicamentos, etc. Eran expertos autodidactas que podían hablar de tú a tú con médicos y otros especialistas de la salud. De hecho, muchos de los activistas que empezaron en TDC luego han formado parte de paneles de expertos del Gobierno de EEUU y de otras instituciones. El caso de los activistas de ACT UP es excepcional porque por primera vez en la historia las “víctimas” se transforman en especialistas. Su presión y el profundo conocimiento del sistema consiguió que por ejemplo el precio del AZT, que fue durante muchos años el único medicamento disponible para tratar el sida, bajase considerablemente. Consiguieron también cambiar el sistema de ensayos clínicos, consiguieron que la definición de caso del sida (que es algo así como la descripción de síntomas de una enfermedad y las enfermedades oportunistas que puede causar) incluyese las afecciones que sufrían las mujeres que al no aparecer en dicha definición provocaba que muchas no fuesen diagnosticadas correctamente, etc.


The Goverment Has Blood On Its Hand (1988) e imagen de la acción de la FDA


-En el Estado Español también encontramos, en los años 80 y 90, la aparición de grupos y artistas cómo Pepe Miralles, La Radical gai y sus fanzines “De un plumazo” , el mítico grupo LSD o el ACT UP que también estuvo haciendo trabajos aquí . ¿Cuáles fueron sus campañas o acciones más relevantes?


-Andrea Galaxina: Hay que apuntar que la capacidad de impacto que han tenido estas propuestas antisida en el Estado español ha sido mucho menos potente que la que tuvo ACT UP y los artistas entorno a este colectivo en EEUU. También es verdad que nuestro contexto era ligeramente distinto al norteamericano y por ejemplo contar con un sistema de sanidad pública universal impidió que se diesen situaciones de desamparado como las que se podían dar en EEUU. Sin embargo estas acciones, aunque más pequeñas, considero que tienen un enorme valor sobre todo en lo que a nuestra genealogía (la del colectivo LGTBQI+) se refiere. Personalmente el trabajo de La Radical Gai y LSD me ha interesado muchísimo. Primero por sus fanzines, que es un medio que a mí me interesa particularmente y en donde estos grupos introdujeron ideas que eran inéditas hasta entonces en nuestro país. Y segundo porque, ya en lo que se refiere al activismo antisida, situaron la lucha en el marco de las vidas LGTBQI+, algo que el activismo institucionalizado se negó a hacer en la mayoría de los casos por miedo a que la ecuación gay=sida se volviese indisoluble. Igual que ocurría con las acciones de ACT UP, La Radical y LSD situaron sus cuerpos queer en el centro del activismo llevando a cabo besadas o la míticas acciones del 1 de diciembre de mediados de los 90 (en algunos sitios las fechan en el 95 y otros en el 96) en la Puerta el Sol y en el Ministerio de Sanidad en Madrid en las que realizaron un die-in (una performance en la que uno se “hace el muerto” y se pintan la siluetas de los cuerpos como se hace en la escena de un crimen) y también marcaron el espacio con las manos pintadas de rojo. Estas eran tácticas performáticas que iniciaron en EEUU, especialmente en Nueva York, ACT UP y que estos grupos trajeron aquí por primera vez (y única) poniendo el práctica la idea de que la acción directa puede producir cambios importantes.

Imagen de LSD aparecida en De un Plumazo #666 (1993)

Imagen De Un Plumazo nº4 (1994) de La Radical Gai



-Otro detalle que se desprende de la lectura , es que si en vez de gobiernos y medicina heteronormativas, hubiese habido otro tipo de autoridades públicas hubiese muerto muchísma menos gente, ya que hubo cero apoyos a campañas sobre educación sexual (por miedo a “promover la homosexualidad”) incluso el rechazo de sanitarios a tratar a pacientes de sida o a entrar en sus habitaciones. ¿Cómo se gestionó todo esto por parte de les activistes y artistes? ¿Qué se hizo para visibilizar estas situaciones e informar sobre educación sexual a la población?


-Andrea Galaxina: Educar sobre prácticas sexuales ha sido siempre muy complicado, lo es ahora mismo, ya lo vemos constantemente que cuando algún organismo público publica algún folleto informativo tenemos a los meapilas de siempre poniendo el grito en el cielo. En el caso del momento en el que hablo en el libro en EEUU, activistas y artistas se veían además en la tesitura de que dar información les podía suponer tener problemas legales (estos lobbies ultras tienen mucho tiempo y mucho dinero para emprender acciones legales que no todo el mundo puede costearse) o que se les negasen subvenciones públicas, que en la gran mayoría de las ocasiones son imprescindibles para subsistir. Pero a pesar de eso, las vidas estaban en juego, así que utilizaron la autogestión para poder informar. Evidentemente esta forma de proceder tiene una capacidad de alcance muchísimo menor de la que pueden tener los organismos públicos, pero era lo que había. En el libro hablo de un video que realiza Ellen Spiro llamado « DiAna's Hair Ego» que recoge la experiencia de una peluquera en Carolina del Sur que convierte su peluquería en un centro informal de información contra el sida. En un Estado muy muy religioso en el que el impacto del virus en las mujeres racializadas era altísimo y donde no se permitían otras fórmulas para difundir la información, DiAna decide intervenir de esta manera en un acto increíble de solidaridad y responsabilidad para ayudar a su comunidad.


DiAna's Hair Ego: AIDS info up front (1990) de Ellen Spiro



-Para acabar, la construcción del sida como una enfermedad gay (se la llegó a calificar de “plaga gay”) contribuyó a legitimar una homofobia ya presente en la sociedad. ¿Crees que en estos momentos el relato ha cambiado o estamos en las mismas creencias y prejuicios?


-Andrea Galaxina: Creo al 100% que seguimos arrastrando los mismos prejuicios que en los años 80 y 90. Por un lado el virus parece que todavía es monopolio de hombres homosexuales cuando en realidad hoy por hoy es un problema que afecta actualmente más a personas heterosexuales porque los mayores índices de prevalencia del virus están en África central y sur, además con mayor incidencia en mujeres y niñas. Sin embargo, como suele ocurrir con casi todo, nuestra visión del VIH también está atravesada por un enorme sesgo racista y “occidentalocéntrico”, y como en la mayoría de países europeos y en EEUU el tratamiento adecuado permite llevar una vida normal, parece que en el resto del planeta las cosas fuesen así también y no lo son. Por otro lado, se sigue relacionando el hecho de vivir con el virus al “habérselo buscado”. Tengo muy presentes las declaraciones de Mario Vaquerizo en las que dijo que había que ser tonto para contagiarse de VIH hoy en día. Esas palabras, de una persona que tiene el altavoz que tiene él, además de ser de una irresponsabilidad enorme ponen muy bien de manifiesto que las ideas culpabilizadoras sobre la gente que vive con VIH siguen ahí y están completamente normalizadas. Es verdad que ahora tenemos mayor acceso a la información, pero creo que es nuestra responsabilidad informarnos e informar dentro de nuestras posibilidades, porque la información es el arma más poderosa para acabar con los prejuicios y para hacer la vida de la gente (tanto de quienes viven con VIH como de quienes no) mucho mejor.



"Nadie miraba hacia aquí" de Andrea Galaxina. 



"Nadie miraba hacia aquí. Un ensayo sobre arte VIH/sida" de Andrea Galaxina.  Editorial "El Primer Grito"