Beatriz Preciado.Foto:Lea Crispin
“Dicho de otro modo, la píldora anticonceptiva es el panóptico* comestible. La ortopedia social ha dejado paso a la microprostética sexopolítica.
Se trata de un dispositivo ligero, portable, individualizado y afable que permite modificar el comportamiento, temporalizar la acción, regular la actividad sexual, controlar el crecimiento de la población infantil y diseñar la experiencia sexual (refeminizándola sintéticamente) de los cuerpos que se lo administran. La torre de vigilancia ha sido sustituida ahora por los ojos de la consumidora dócil de la píldora, que sin necesidad de mirada exterior, regula su propia administración siguiendo el calendario espacial propuesto por la plaqueta circular o rectangular. El látigo se ha visto remplazado por el cómodo sistema de administración oral. La celda es ahora el cuerpo mismo de la consumidora que se ve modificado bioquímicamente, sin que una vez ingerido el compuesto hormonal puedan determinarse los efectos exactos ni su procedencia. Las puniciones y los sermones educativos se han transformado aquí en recompensas y promesas de libertad y emancipación sexual para la mujer. La píldora (como lo es el Prozac, el Viagra, el Tepazepam, o la Ritalina) es un laboratorio estatal minituarizado instalado en el cuerpo de cada consumidora. Se lleva a cabo de este modo el derrumbamiento de las instituciones de reclusión que anunciaron Deleuze y Guattari en su epílogo a Mil Mesetas. Ahora ya no es necesario encerrar al individuo para someterlo a pruebas bioquímicas, pedagógicas o penales, puesto que la experimentación sobre el alma humana puede llevarse a cabo en el precioso enclave del cuerpo individual, bajo la supervisión atenta e íntima del propio individuo. Todo esto puede suceder libremente, y en beneficio de la emancipación sexual del cuerpo controlado.
Entre el panóptico y la píldora las diferencias son importantes. (…) En la era farmacopornográfica, el cuerpo se traga el poder. Se trata de un control democrático y privatizado, absorbible, aspirable, de fácil administración, cuya difusión nunca había sido tan rápida e indetectable a través del cuerpo social. Las representaciones dominantes de la era farmacopornográficas -píldoras, prótesis, felación y doble penetración- comparten una misma relación entre cuerpo y poder: deseo de infiltración, absorción, ocupación total. Podríamos caer en la tentación de representar esta relación según un modelo dialéctico de dominación/opresión como un movimiento unidireccional en el que el poder, exterior, miniturizado y líquido, infiltra el cuerpo dócil de los individuos. No. No es el poder el que infiltra desde fuera, es el cuerpo el que desea poder, el que busca tragárselo, comérselo, administrárselo, metérselo, más, cadda vez más, por cada orificio, por cada vía posible de aplicación. Hacérselo con el poder. Baise moi, “fóllame”, dice el cuerpo mientras busca formas de autocontrol y autoexaminación. Spinoza con Descartes:“¿Por qué los hombres desean su propia esclavitud?”
Diseño del panóptico de Bentham
La plaqueta mensual de píldoras, con el imperativo de administración cotidiana, pero al mismo tiempo con la posibilidad del olvido o de la gestión incorrecta, con su temporalidad ritual, su diseño pop multicolor próximo a las latas Campbell inmortalizadas en 1960 por Andy Warhol, recuerda a un calendario químico en el que todos y cada uno de los días están señalados por la presencia indispensable de una pastilla. (…) Se trata de una microprótesis hormonal que permite, además de regular la ovulación, producir el alma del sujeto heterosexual mujer moderno. El alma químicamente regulada de la putita heterosexual sujeta a los deseos del bio-macho de Occidente. Fuera de este microfascismo pop, molecular y ultraindividualizado, resulta difícil explicar cómo la píldora ha podido ser privilegiada médica y jurídicamente como método anticonceptivo frente a otros métodos menos tóxicos y con menos efectos secundarios que requieren una menor atención cotidiana, como la vasectomía (esterelización masculina) reversible o no, la anticoncepción hormonal masculina, la RU-486 o píldora del día después, o incluso el aborto masivo por aspiración uterina en los estadios tempranos de la gestación.
(…)
Me sorprende la frecuencia con la que los ginecólogos que he visitado durante los últimos quince años me proponen, indiferentes a mi afirmación en la sexualidad lesbiana, dildónica o anal, la píldora como método anticonceptivo (…) La cuestión es administrarme la dosis farmacopornográfica necesaria de estrógenos y progesterona para transformarme en una hembra sumisa, de grandes senos, humor depresivo pero estable, sexualidad pasiva o frigidez.”
Testo Yonqui de Beatriz Preciado. Espasa Calpe. Madrid. 2008. Págs., 135-137, 142.
*El panóptico es un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista Jeremy Benthman hacia fines del siglo XVIII. El objetivo de la estructura panóptica es permitir a su guardián, guarnecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, recluidos en células individuales alrededor de la torre, sin que estos puedan saber si son observados.