Para
empezar ¿Qué es el lenguaje especista?
El lenguaje especista no puede comprenderse sin entender primero qué es el especismo: una forma de discriminación basada en la especie, que implica considerar o tratar de manera desfavorable a los animales que no pertenecen a una especie determinada, normalmente la humana. El lenguaje especista consiste en el uso de términos y expresiones que degradan, ignoran o estereotipan a animales de ciertas especies, reflejando, a menudo, la creencia de que unos son inferiores a otros, lo que justificaría su trato desigual.
¿Es el especismo una ideología?
Sí, claramente. Se ha dicho, a menudo, que el especismo es un prejuicio, el último, de hecho, en la lista de prejuicios profundamente arraigados y normalizados. Sin embargo, a diferencia de un simple prejuicio o una actitud negativa hacia los demás animales, el especismo es un sistema estructurado y sostenido por prácticas sociales e instituciones que organiza y justifica relaciones de poder y desigualdad. La ideología especista es un esquema de significado y valor que clasifica y evalúa a los individuos en función de su especie, atribuyendo mayor valor a los seres humanos y menor a los animales no humanos. Pero las ideologías no existen sólo como creencias, sino que se reproducen y consolidan mediante prácticas sociales como el consumo de animales no humanos o su uso para entretenimiento, a través de normas culturales que naturalizan la explotación animal (por ejemplo, referirse a los otros animales como“ganado”, “recursos” o incluso “carne”), e instituciones que legitiman estas jerarquías, como la educación o la ley que regula, sin problematizar, su discriminación y opresión.
¿De
qué manera
el lenguaje especista contribuye a transmitir y reforzar el especismo?
El lenguaje especista contribuye a transmitir y reforzar el especismo no por un impacto directo en los demás animales —ofendiéndolos o causándoles cualquier otro estado mental negativo— sino por el impacto indirecto de nuestro lenguaje en nuestras representaciones mentales sobre ellos y como tales representaciones contribuyen al refuerzo de nuestras actitudes y comportamientos especistas, tanto individual como socialmente. Por ejemplo, el uso del término "especies invasoras" crea un imaginario belicista que representa a ciertos animales no humanos como una amenaza, ignorando que muchos fueron introducidos por los seres humanos o que su desplazamiento responde a la búsqueda de recursos básicos en entornos menos hostiles, asemejándose a los fenómenos migratorios humanos.
Este
tipo de lenguaje no solo valida la violencia contra los animales silvestres al
presentarla como necesaria para la “protección”
del entorno, sino que
refleja una visión zooracista
del mundo que
jerarquiza a los individuos según su procedencia o supuesta
pureza genética. Cuestionar estas representaciones a través de un lenguaje antiespecista es crucial
para desenmascarar la retórica de denigración, que justifica el exterminio de animales no
humanos al tiempo que intersecta con otras formas de opresión.
¿Crees
que este lenguaje especista funciona como una especie de resorte psicológico
que hace cosificar a los otros animales de manera que no exista la necesidad
de empatizar?
Sí, claro. El lenguaje especista actúa como un resorte psicológico que contribuye a la discriminación de los animales no humanos, despojándolos de su individualidad y reduciéndolos a objetos o recursos. Por ejemplo, llamarlos "ganado" o referirse a ellos en términos funcionales como "carne" o "cuero" ayuda a encubrir su sufrimiento y evita que las personas los perciban como seres sintientes con intereses propios en no sufrir y en disfrutar de sus vidas. El uso de estos términos no solo justifica la explotación, sino que también protege a quienes participan en ella del conflicto emocional que podría surgir si reconocieran plenamente la condición de los demás animales como sujetos.
El lenguaje especista no puede comprenderse sin entender primero qué es el especismo: una forma de discriminación basada en la especie, que implica considerar o tratar de manera desfavorable a los animales que no pertenecen a una especie determinada, normalmente la humana. El lenguaje especista consiste en el uso de términos y expresiones que degradan, ignoran o estereotipan a animales de ciertas especies, reflejando, a menudo, la creencia de que unos son inferiores a otros, lo que justificaría su trato desigual.
¿Es el especismo una ideología?
Sí, claramente. Se ha dicho, a menudo, que el especismo es un prejuicio, el último, de hecho, en la lista de prejuicios profundamente arraigados y normalizados. Sin embargo, a diferencia de un simple prejuicio o una actitud negativa hacia los demás animales, el especismo es un sistema estructurado y sostenido por prácticas sociales e instituciones que organiza y justifica relaciones de poder y desigualdad. La ideología especista es un esquema de significado y valor que clasifica y evalúa a los individuos en función de su especie, atribuyendo mayor valor a los seres humanos y menor a los animales no humanos. Pero las ideologías no existen sólo como creencias, sino que se reproducen y consolidan mediante prácticas sociales como el consumo de animales no humanos o su uso para entretenimiento, a través de normas culturales que naturalizan la explotación animal (por ejemplo, referirse a los otros animales como“ganado”, “recursos” o incluso “carne”), e instituciones que legitiman estas jerarquías, como la educación o la ley que regula, sin problematizar, su discriminación y opresión.
El lenguaje especista contribuye a transmitir y reforzar el especismo no por un impacto directo en los demás animales —ofendiéndolos o causándoles cualquier otro estado mental negativo— sino por el impacto indirecto de nuestro lenguaje en nuestras representaciones mentales sobre ellos y como tales representaciones contribuyen al refuerzo de nuestras actitudes y comportamientos especistas, tanto individual como socialmente. Por ejemplo, el uso del término "especies invasoras" crea un imaginario belicista que representa a ciertos animales no humanos como una amenaza, ignorando que muchos fueron introducidos por los seres humanos o que su desplazamiento responde a la búsqueda de recursos básicos en entornos menos hostiles, asemejándose a los fenómenos migratorios humanos.
Sí, claro. El lenguaje especista actúa como un resorte psicológico que contribuye a la discriminación de los animales no humanos, despojándolos de su individualidad y reduciéndolos a objetos o recursos. Por ejemplo, llamarlos "ganado" o referirse a ellos en términos funcionales como "carne" o "cuero" ayuda a encubrir su sufrimiento y evita que las personas los perciban como seres sintientes con intereses propios en no sufrir y en disfrutar de sus vidas. El uso de estos términos no solo justifica la explotación, sino que también protege a quienes participan en ella del conflicto emocional que podría surgir si reconocieran plenamente la condición de los demás animales como sujetos.
Especismo y lenguaje
AAVV
Coordinado por Catia Faria y Nuria Almirón
En este libro es un análisis del lenguaje especista desde diferentes enfoques. ¿Cuáles son y por qué de estas elecciones?
En este libro no diría que se presentan diferentes enfoques, sino más bien hay un enfoque antiespecista compartido. Lo que sí hemos querido analizar los diversos ámbitos de la actividad humana en los que se manifiesta el lenguaje especista, abarcando desde el contexto de la explotación animal hasta áreas como la ley, el derecho y la gestión ambiental, entre otros. Cada autore, sin embargo, ha tenido la libertad de elegir, según su experiencia y área de especialización, los contenidos que considera más relevantes para abordar el tema de su capítulo. Esto ha permitido una diversidad de perspectivas dentro de un marco común.
Como tu dices en la introducción,” todos los capítulos de este libro aplican algún tipo de lenguaje inclusivo no sólo con respecto a la especie, sino también con respecto al género” ¿Por qué esta elección del lenguaje inclusivo?
La pregunta no debería ser por qué usar lenguaje inclusivo, sino por qué no hacerlo. Es decir, ¿qué justifica excluir o invisibilizar a ciertos grupos cuando tenemos las herramientas lingüísticas para promover su inclusión?
Este lenguaje especista no solo afecta a los otros animales sino que también implica otras discriminaciones. De hecho a través de la palabra animal está permitido casi cometer cualquier discriminacion o atrocidad. No solo se insulta y rechaza a ciertos grupos, sino que estamos asistiendo al exterminio del pueblo Palestino y de otras poblaciones bajo la premisa de igualarlos a “bestias”. ¿Nos puedes comentar algo sobre esto?
El especismo proporciona la base conceptual para la deshumanización. Si aceptamos que algunos seres (los animales no humanos) tienen menor valor moral simplemente por pertenecer a una especie distinta, se facilita la idea de que ciertos seres humanos también pueden ser tratados como inferiores al ser asimilados a esa categoría — “animal”, “bestia”, etc.— justificando así atrocidades en su contra, como el exterminio del pueblo palestino. Esto demuestra que cuestionar el especismo no es únicamente un acto de justicia hacia los animales no humanos, sino que es clave para desmantelar cualquier dinámica de opresión basada en la deshumanización.
En una charla tuya decías que no solo somos responsables de hacer lo que podamos hacer, sino que somos también responsables de imaginar e investigar lo que ahora no podemos hacer. Construir nuevos lenguajes, nuevas formas de expresión ¿podría contribuir a generar otros imaginarios?
Por supuesto! Construir nuevos lenguajes y formas de expresión es esencial para generar otros imaginarios, ya que el lenguaje no solo describe la realidad, sino que también la moldea y define los límites de lo que podemos pensar y de cómo actuar.
Por ejemplo, en mi país de origen, Portugal, durante la dictadura, palabras como “democracia” o “libertad” estaban prohibidas. Esto ilustra perfectamente lo que afirmaba Ursula K. Le Guin: “No conoceremos nuestra propia injusticia si no podemos imaginar la justicia. No seremos libres si no imaginamos la libertad.”
Esto es algo que las personas queer conocemos profundamente, ya que hemos experimentado cómo el lenguaje puede ser utilizado para invisibilizar, estigmatizar o restringir nuestras existencias. La creación de términos como no binario, trans, entre otros, o la reapropiación de la palabra queer ha sido una herramienta esencial no solo para nombrarnos, sino también para imaginar y reivindicar formas de vida más libres y auténticas. Transformar el lenguaje no es un acto meramente simbólico, sino un proceso activo de resistencia y cambio social que amplía las posibilidades de justicia. En este sentido, adoptar un lenguaje antiespecista es un paso fundamental construcción y la concepción misma de una justicia interespecies