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¡VOLVAMOS AL ARCHIVO! Prólogo de LUCAS R. PLATERO. Para el libro HISTORIAS DE LA INFANCIA TRANS de JULES GILL-PETERSON

"Historias de la infancia trans" de Jules Gill-Peterson. Imagen de librería Berkana


Desde el activismo y la investigación en estudios trans solemos identificar la década del 2010 con la aparición e intensa visibilidad mediática de la infancia trans. Desde entonces, hemos visto cómo florecen y se multiplican globalmente las asociaciones de familias de criaturas trans. En dichas asociaciones familiares se insiste en llamar «menores» a esta niñez, a pesar de ser un conjunto múltiple de criaturas, niñas, niños, niñes y juventud que es plural y rebelde. Esta etiqueta olvida que el apelativo «menores» se reserva habitualmente para quienes «tienen problemas», y denota su relación con las instituciones sociales, algo que problematiza su propia existencia.

En este breve tiempo, hemos tenido la sensación de ser testigos de la aparición de un nuevo sujeto político, fruto de un cambio sociológico que tiene que ver con el devenir de la propia infancia en una parte del mundo occidental que cuenta con cierto acceso a los derechos de lo que podríamos llamar una ciudadanía sexual. Ser capaces de ver y entender a las criaturas trans surge de la propia novedad de la escucha a la infancia, en lugar de su represión y de tratar de modificar su conducta para cumplir con las normas hegemónicas sobre la identidad sexual y de género. Esta infancia, que crece en contextos políticos con algunos derechos sexuales –insisto–, está representada por familiares que a menudo han sido personas sin un bagaje activista previo en movimientos sociales, y que producen una subrogación de su voz infantil. Unas familias que, por otra parte, han sido capaces de impulsar grandes debates, así como cambios sociales y legislativos. 

Con frecuencia, hemos afirmado que esta es «la primera generación de criaturas trans que puede vivir con aceptación social», libres ya la represión y la imposición de las terapias de reconversión, de leyes represoras y de un control social agresivo. Disponen de la tecnología legal, social y médica para hacer transiciones, tener cuerpos y vivencias más cerca del reconocimiento que desean. Más libres de las marcas y corporalidades que les podrían delatar como personas transexuales. Jóvenes que pueden retrasar su pubertad, que viven tempranamente las decisiones sobre sus cuerpos e identidades, que crecen encarnando su identidad elegida. Y que, por otra parte, tienen vivencias muy distintas de las personas trans más mayores, que hemos vivido procesos de transición muy diversos en contextos muy hostiles, como ha sido la dictadura franquista y su legado con el comienzo de la democracia. De hecho, se habla ya de la fractura entre generaciones y cómo esta infancia busca sus propios referentes para poder sobrevivir a este pretendido contexto de abundancia y apoyo social que, sin embargo, les expone a terribles enemigos, como es la alianza entre la ultraderecha y el feminismo antitrans, y la visión patologizadora de sus experiencias que inunda las principales instituciones de atención a la infancia. 

Viniendo de estas lógicas, que están basadas en nuestras experiencias vividas, la lectura de Historias de la infancia trans supone una sacudida y una ruptura importante. Digo ruptura porque desbarata buena parte de nuestras argumentaciones, ya que nos cuestiona precisamente que la infancia trans actual sea un fenómeno netamente contemporáneo, novedoso y propio del momento presente.   

Para poder sostener dicha afirmación, Jules Gill-Peterson nos sumerge en un recorrido a través de la historia de la medicina estadounidense (y en parte con su relación con la medicina europea), entrando en los archivos y las prácticas médicas de importantes hospitales. Este recorrido le lleva a desvelar los marcos desde los que la medicina construye el comportamiento desviado de algunas personas. Jules Gill-Peterson tiene acceso a las cartas que recibían estos médicos, escritas por criaturas y jóvenes que no cumplían física ni socialmente, ni de ninguna otra forma, con las normas sociales sobre el sexo y género de la época. Encuentra en el archivo rastros de vidas que podríamos reconocer como trans desde principios del siglo xx, y a veces antes. Rastros que han estado ahí todo este tiempo, pero que no hemos sabido buscar ni reconocer como un legado trans. 

En esta inmersión en el archivo médico, Jules Gill-Peterson estudia los procesos entrelazados de medicalización y racialización de la infancia. Y son precisamente los rastros de dicho archivo los que llevan a estudiar la relación entre la infancia trans e intersex a lo largo del siglo xx en dichos paradigmas médicos, encontrando conceptos clave como la plasticidad del desarrollo, pero también el concepto de género. Una infancia cuyo estudio han sido fundamental, no solo para la historia de las personas trans e intersex, sino también para cómo se ha pensado sobre la raza, el sexo y el género.

"Historias de la infancia trans" de Jules Gill-Peterson. Editorial Bellaterra

Jules Gill-Peterson parte de una mirada muy abierta sobre qué es una vida trans, encontrando en el archivo una urdimbre de conceptos de otra época, como hermafroditismo, intersexualidad, travestismo, invertidos, homosexualidad, transexualidad e identidad transexual. E incluye a todas las criaturas menores de edad, que a veces abarca experiencias hasta los 18 o los 21 años.

Sus hallazgos rebaten también la historización más aceptada, no solo sobre el impacto de la medicina a la hora de acuñar el concepto transexual, también cuestiona la aparición novedosa de la infancia trans en la actualidad mostrando su existencia a lo largo de todo el siglo xx, y alude asimismo a la secuencia de los derechos de gais y lesbianas frente a los derechos trans, como si todas las personas LGTBQI+ hubiéramos tenido la misma experiencia de lucha con el paradigma médico o legal, o que sucediera en un momento histórico similar. Problematiza asimismo la centralidad de las mujeres masculinas como referente de los hombres trans, mostrando un legado bastante desconocido de hombres trans. Y, con esta información, nos invita a repensar las supuestas «guerras de los límites» entre la masculinidad femenina y las experiencias de los varones trans.

Además de romper esta forma de pensar la historia sexual y sugerirnos implícitamente la pregunta de qué sabemos sobre nuestro propio archivo de la sexualidad en las geografías autóctonas, también nos interroga sobre el proyecto racial de la medicina. Historias de la infancia trans es un trabajo especialmente hábil a la hora de mostrar continuidades raciales en el estudio de la medicina sobre las personas trans e intersex. Argumenta la profesora Gill-Peterson que el interés médico por la plasticidad durante el desarrollo evolutivo de la infancia era también una apuesta por estudiar la plasticidad racial, de manera que la medicalización y monitorización del sexo de las criaturas ha sido además un proyecto sobre la raza. No es, quizás, una idea nueva, pero su aportación clave es el uso del archivo médico para sostener esta hipótesis, un archivo que muestra historias de criaturas que llama «trans», antes de que existiera la propia palabra transexualidad.

Lo cierto es que Jules Gill-Peterson penetra en un archivo, a menudo difícil e ilegible, para rescatar lo trans entre una pluralidad de vivencias no necesariamente medicalizadas, que no fueron siempre consideradas como trans, lo que supone enfrentarse al anacronismo del uso de este término en otros momentos como la primera mitad del siglo xx. Rastrea y analiza el uso del concepto de plasticidad del desarrollo de las criaturas, mostrando un contexto social donde imperaba una noción jerárquica y racista de la evolución. Esta es una aportación reveladora de su análisis, porque se han considerado que las criaturas blancas estadounidenses eran los sujetos ideales para la experimentación médica, que ayudaban a probar que se puede restaurar el orden social cuando la naturaleza falla. Unas vidas que eran importantes y que había que analizar y comprender. La plasticidad, por tanto, sería una herramienta que la medicina podía usar para reconstruir y modelar a las criaturas intersex. Sin embargo, las criaturas negras y morenas parecían no tener la misma plasticidad en el desarrollo y eran rechazadas, redundando en una mayor institucionalización, persecución e internamiento en las cárceles y otras instituciones. Con consecuencias que son visibles aún hoy en día en Estados Unidos.

Una parte de este legado histórico, que me parece fundamental, es que aborda la agencia de las criaturas trans, que en ocasiones han desafiado desde edades muy tempranas el diagnóstico médico, han buscado ayuda en la medicina usado lógicas y argumentos que encontraban en los escritos de dichos médicos para sus propósitos, y han compartido las direcciones de los médicos dispuestos a ofrecer apoyo, etc. El archivo muestra que hubo personas trans que fueron expertas legas, que coproducían el conocimiento sobre las vidas trans, que financiaban la investigación, y que, incluso, algunas de ellas se convertían en médicas que atendían a personas trans con un cuidado y rigurosidad nuevos en la historia de la medicina.

Con su trabajo, Jules Gill-Peterson nos invita a repensar el valor del archivo, cómo concebimos las vidas trans e intersex demasiado a menudo sin un análisis racial del papel de la medicina, y desprovistos de una mirada profundamente interseccional. Desde este otro lugar, podemos interrogarnos críticamente sobre nuestra identidad y nuestras experiencias, con un legado y un anclaje bien distinto. Siendo capaces de imaginar que la niñez trans ha existido y ha vivido a pesar de no contar con palabras para autodescribirse en términos médicos, una niñez que nos precede, aunque no la conozcamos. Sabiendo que los hombres trans no surgen novedosamente en los años noventa, como se afirma a menudo. Con una alianza histórica junto a las personas intersex. 

Finalmente, me gustaría sugerir una recomendación. Si te ha gustado el libro de C. Riley Snorton, Negra por los cuatro costados (Bellaterra, 2019), te encantará Historias de la infancia trans, ambos libros hábilmente traducidos por Javier Sáez. Y viceversa. Son libros que se hablan entre sí y ayudan a entender desde el trabajo archivo cuáles son las interrelaciones del sexo y el género con la raza. 



Prólogo de Lucas Platero

Más información del libro "Historias de la infancia Trans" de Jules Gill-Peterson en la web de la Editorial Bellaterra.