"El movimiento postporno es el proceso de devenir sujeto de aquellos cuerpos que hasta ahora solo habían podido ser objetos abyectos de la representación pornográfica: las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos, los transexuales, intersexuales y transgénero, los cuerpos deformes o discapacitados. Es un proceso de empoderamiento y de reapropiación de la representación sexual"
Paul B. Preciado.Foto:Lea Crispin
En 2003 organizaste el primer Maratón Posporno en el Macba. ¿Qué significa posporno?
En realidad, el término posporno fue inventado por el artista holandés Wink van Kempen en los años 80 para denominar un conjunto de fotografías de contenido aparentemente explícito (es decir, con representación de órganos genitales en primer plano) pero cuyo objetivo no era masturbatorio, sino paródico y crítico. Pero fue la artista y actriz porno americana Annie Sprinkle la que dio al término una dimensión cultural y política mas amplia, cuando lo utilizó para presentar su espectáculo “El anuncio público del cuello del útero” en el que invita a los espectadores a explorar el interior de su vagina con la ayuda de un especulum ginecológico. Ironizando al mismo tiempo los códigos visuales de la medicina y de la pornografía tradicional, Sprinkle advierte a los visitantes de su útero: “queréis ver más y más, acercaos, mirad, esto que veis es de verdad el sexo.” Lo único que verán los insaciables visitantes con la ayuda de una linterna será un canal rosado y el reflejo destellante de la luz en el fondo del útero. De este modo, Sprinkle reduce al absurdo el imperativo de máxima visibilidad del sexo femenino que impone la pornografía tradicional. Sprinkle nos enseña que la pornografía produce la verdad del sexo que pretende representar: se trata de un género cinematográfico de ficción hecho de códigos, convenciones, representaciones normativas...cuya narración dominante está construida para satisfacer la mirada masculina heterosexual. Sprinkle nos pregunta: ¿cual es el cuerpo representado por la pornografía? ¿Por qué y para quién aparece como excitante?¿Cuáles son los límites de la representación pornográfica? ¿Qué es aquello que cuando es representado impide la excitación?
Para mí la noción de posporno de Sprinkle sirve para dar nombre a un conjunto de iniciativas de crítica de la pornografía dominante que lejos de renunciar a la representación de la sexualidad, apuestan por la producción de representaciones disidentes. Pensé en la Maratón posporno porque echaba en falta iniciativas críticas y políticas en torno a la representación de la sexualidad en el Estado español y me daba la impresión que íbamos a necesitar días y noches para empezar un debate. Mi sorpresa fue llegar a Barcelona y encontrar que a pesar del aparente silencio crítico, había un grupo de activistas supercañeros que ya estaban haciendo posporno aunque no le hubieran todavía llamado de ese modo.
Pero ¿por qué es importante políticamente la pornografía?
¿Qué otra máquina política conoces que tenga el mismo poder de producir placer? La pornografía es una potente tecnología de producción de género y de sexualidad. Para decirlo rápidamente: la pornografía dominante es a la heterosexualidad lo que la publicidad a la cultura del consumo de masas: un lenguaje que crea y normaliza modelos de masculinidad y feminidad, generando escenarios utópicos escritos para satisfacer al ojo masculino heterosexual. Ese es en definitiva la tarea de la pornografía dominante: fabricar sujetos sexuales dóciles…hacernos creer que el placer sexual “es eso”.
Por eso no es extraño que el movimiento posporno aparezca precisamente en un momento de intensa politización del cuerpo y de los placeres, a finales de los 80, en el en el contexto de la crisis del sida, que vino acompañada por un fuerte recrudecimiento de la homofobia y el fortalecimiento de nuevas medidas estatales de control y regulación de la sexualidad: criminalizacion y pauperización del trabajo sexual, limpieza de las ciudades, reprivatización de la imagen pornográfica … La guerrilla posporno surge como una reacción frente a esas nuevas formas de control. Hasta ahora pensábamos que el feminismo era fundamentalmente antipornográfico ¿Pueden funcionar juntos feminismo y pornografía?
El feminismo de los años 80 fue el primer movimiento político que hizo un diagnóstico lúcido del poder de este aparato iconográfico porno para producir y controlar las identidades sexuales, pero cuando llegó el momento de tomar una decisión con respecto a la gestión de ese poder se vio fracturado en dos estrategias divergentes: por una parte, el feminismo abolicionista, liderado por autoras como Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin, identificado con la mujer heterosexual blanca casta y de clase media, pide al Estado (paradójicamente al mismo Estado que critica como patriarcal) que proteja a las mujeres de la violencia del lenguaje pornográfico haciendo uso de la censura y de la represión para controlar la representación. Ya conocemos las consecuencias desastrosas de este movimiento abolicionista antiporno sobre todo en Canadá donde se implementaron legalmente: se acabaron censurando todas las representaciones lesbianas sadomasoquistas como ejemplos de “violencia extrema”, mientras que las representaciones hetero dominantes siguieron circulando sin problema. Frente a este feminismo abolicionista, aparece la estrategia política del feminismo pro-sexo y posporno, organizada en un principio por colectivos como COYOTE y PONY, con la participación de trabajadoras sexuales, lesbianas y actrices porno como Annie Sprinkle, Verónica Vera, Scarlot Harlot o Diane Torr. Aquí ya no se trata de pedir ayuda al Estado-papa-censor sino de reapropiarse las tecnologías de producción de representación sexual y de placer. El feminismo posporno reivindica la representación pornográfica como un espacio de acción política a través del que las mujeres y las minorías sexuales pueden redefinir sus cuerpos e inventar nuevas formas de producir placer que resistan a la normalización de la pornografía dominante. Se establece así una alianza entre los grupos de lucha contra el sida como ACT UP, los movimientos queer, transexuales y transgénero de crítica y resistencia a la norma heterosexual y los movimientos de trabajadores sexuales, de la industria pornográfica, que militan por el reconocimiento de sus derechos salariales y la mejora de sus condiciones de trabajo.
¿El posporno es siempre minoritario?
El movimiento postporno es el proceso de devenir sujeto de aquellos cuerpos que hasta ahora solo habían podido ser objetos abyectos de la representación pornográfica: las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos, los transexuales, intersexuales y transgénero, los cuerpos deformes o discapacitados. Es un proceso de empoderamiento y de reapropiación de la representación sexual. No se trata de que estos cuerpos no estuvieran representados: eran en realidad el centro de la representación pornográfica dominante, pero desde el punto de vista de la mirada masculina heterosexual. Hasta ahora solo habían servido para reafirmar la posición de dominación cultural y política del placer masculino heterosexual. A partir de ahora, las mujeres y las minorías se reapropian del dispositivo pornográfico y de sus tecnologías de producción de representación y placer para cuestionar la mirada dominante. Así aparecen pornografías subalternas que ponen en cuestión los modelos tradicionales de masculinidad, feminidad, pero las representaciones de la raza, de la sexualidad, del cuerpo válido y discapacitado. Ese proceso va a dar lugar a una serie de producciones pornográficas disidentes: en los 80, por ejemplo, surge en Estados Unidos la revista de porno lesbiano On Our Backs, centro de las críticas del feminismo abolicionista heterosexual, en la que se publican las primeras fotografías de la cultura BDSM, Butch-Femme y Drag King de Del LaGrace Volcano. Se montan también en esa época las primeras productoras de porno feminista y lesbiano independientes como la de Candida Royalle, Fatale Video o Blue Productions a las que habrá que añadir el sello SIR en la primera década del siglo XXI. Emerge así una pornografía queer, experimental, autoproducida y autodistribuida entre cuyos autores destacan Annie Sprinkle, Maria Beatty, Bruce LaBruce, Shu Lea Cheang o de manera más reciente el LoveArtLab formado por Sprinkle y Stephens, Emilie Jouvet, Maria Llopis…
¿El posporno es siempre minoritario?
El movimiento postporno es el proceso de devenir sujeto de aquellos cuerpos que hasta ahora solo habían podido ser objetos abyectos de la representación pornográfica: las mujeres, las minorías sexuales, los cuerpos no-blancos, los transexuales, intersexuales y transgénero, los cuerpos deformes o discapacitados. Es un proceso de empoderamiento y de reapropiación de la representación sexual. No se trata de que estos cuerpos no estuvieran representados: eran en realidad el centro de la representación pornográfica dominante, pero desde el punto de vista de la mirada masculina heterosexual. Hasta ahora solo habían servido para reafirmar la posición de dominación cultural y política del placer masculino heterosexual. A partir de ahora, las mujeres y las minorías se reapropian del dispositivo pornográfico y de sus tecnologías de producción de representación y placer para cuestionar la mirada dominante. Así aparecen pornografías subalternas que ponen en cuestión los modelos tradicionales de masculinidad, feminidad, pero las representaciones de la raza, de la sexualidad, del cuerpo válido y discapacitado. Ese proceso va a dar lugar a una serie de producciones pornográficas disidentes: en los 80, por ejemplo, surge en Estados Unidos la revista de porno lesbiano On Our Backs, centro de las críticas del feminismo abolicionista heterosexual, en la que se publican las primeras fotografías de la cultura BDSM, Butch-Femme y Drag King de Del LaGrace Volcano. Se montan también en esa época las primeras productoras de porno feminista y lesbiano independientes como la de Candida Royalle, Fatale Video o Blue Productions a las que habrá que añadir el sello SIR en la primera década del siglo XXI. Emerge así una pornografía queer, experimental, autoproducida y autodistribuida entre cuyos autores destacan Annie Sprinkle, Maria Beatty, Bruce LaBruce, Shu Lea Cheang o de manera más reciente el LoveArtLab formado por Sprinkle y Stephens, Emilie Jouvet, Maria Llopis…
A estas nuevas producciones habría que añadir el trabajo de lo que podríamos denominar artivistas posporno en el que el uso del cuerpo y la sexualidad en el espacio público es una forma de acción política, como en el caso de PosOp, de GoFistFoundation, de las Medeak o de Dianapornoterrorista.
¿No es el posporno demasiado chic, demasiado artístico? ¿Por qué esta reivindicación artística de los pospornógrafos?
El arte no es elitista sino fundamente corporal y político. No se trata de que el posporno reivindique el arte frente a la pornografía, sino más bien de que ambos, arte y posporno, son espacios de experimentación, de crítica y de investigación en los que se trabaja con la materialidad del signo, con la imagen y el sonido y con su capacidad de crear afectos, de producir placer e identidad. Además, el posporno, como el arte, se distancia de la pornografía tradicional al renunciar, en muchos casos, a los resortes masturbatorios de ésta. Ya no se busca tanto accionar el mecanismo de producción de placer como interrogarlo, cuestionarlo. Podemos pensar en una genealogía posporno extensa que iría desde las películas de Andy Warhol, por ejemplo, cuando en “Blow Job” (Mamada) filma únicamente un rostro orgásmico de un chico desplazando la cámara del “objetivo” pornográfico, o de “Un Chant d'amour” Jean Genet en el que se representa el amor homosexual en la prisión, en las películas de Jack Smith, las performances de Cossi Fan Tutti hasta los trabajos contemporáneos de LoveArtLab de Sprinkle y Stephens, o Bruce La Bruce y Shu Lea Cheang.
Tus pelis pornos favorritas
Tus pelis pornos favorritas
La lista sería muy larga. Herstory of Porn de Annie Sprinkle es un clásico absoluto: el abecedario del posporno. Pero por hablar de una producción reciente, sin duda, lo que he visto, todavía en una primera edición, de los materiales que Shu Lea Cheang ha grabado con el grupo de artistas y activistas de Barcelona en Hangar promete un máximo de excitación disidente.
Diseño del Parole de queer 4:Nac Scratchs
Artículo de Paul B. Preciado publicado en el Parole de queer 4.
Paul B. Preciado es filósofo y activista queer. Cursó sus estudios en diferentes universidades de EEUU. Actualmente enseña teoría del género en diversas universidades del Estado Español y del extranjero así como participa en el Programa de Estudios Independientes del MACBA. Es autora de los libros: “Manifiesto Contrasexual”, "Testo yonki" y “Pornotopia” y de numerosos artículos publicados en Multitudes, Eseté o Artecontexto…