Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras,
las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas,
las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena
chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no
me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi
lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece
un asunto más interesante que ningún otro.
Once años entre ‘Fóllame’ y ‘Bye bye Blondie’. En esta última has trabajado con Beatrice Dalle, Emmanuelle Béart… De entrada parece un proyecto mucho menos marginal. ¿Está el mundo exterior más preparado para afrontar una película de Virginie Despentes ahora que entonces?Fóllame era una película barata si la comparamos con el cine comercial, pero en realidad la productora era más importante que la de Bye Bye Blondie, más grande. Son proyectos diferentes pero que tienen algo en común: se trata de hacer películas que no estén sometidas a la propaganda de género. Los personajes femeninos no hablan ni actúan como si tuvieran que demostrar su feminidad y los masculinos son tratados como normalmente se las trata a ellas; son secundarios. La industria del cine se basa sobre todo en contarnos qué es lo que está bien y qué es lo que está mal respecto al tema del género; las películas nos enseñan cómo ser mujer o cómo ser hombre. Por eso la mayoría de directores, productores, distribuidores, críticos, etcétera, etcétera, son hombres. Lo que me interesa como directora, pues, es salirme de ese corsé. Mujeres airadas, zorras, viejas, mujeres altas, mujeres solteras… Esos son los personajes que me interesan. Y me interesa tratarlos de forma distinta a como se hace habitualmente.
‘Bye Bye Blondie’ narra una relación lésbica, que es lo que ha hecho de ‘La vida de Adèle’ el boom de la temporada. ¿Ser mujer y homosexual es un doble handicap? ¿Doble tabú? En Bye Bye Blondie el tabú más importante que trato de romper no es necesariamente esa historia de amor lésbico, sino trabajar con actrices sin necesidad de que se desnuden, porque en una película como ésta es lo que se espera. Se espera de mi cine, pero también de ciertas actrices jóvenes que se supone que deben andar siempre enseñando su cuerpo. Es como el peaje que tienen que pagar para estar en el cine: tienen que enseñarlo todo. Pues aquí tienes una comedia lésbica que no se la pondrá dura a los hombres. Porque está claro cuál suele ser el leit motiv de hacer películas sobre lesbianas: ponérsela dura a los tíos hetero. En ese aspecto la película de Kechiche es propaganda comercial pura y dura. El mensaje está claro: sí, las lesbianas son mujeres normales, ¡que se abran de piernas y nos pongan cachondos! Pero hay análisis más positivos que se pueden hacer de La vida de Adèle, como que es siempre una buena noticia poder ver a dos mujeres besándose. No se hacen muchas películas sobre tíos homosexuales. Debe ser el miedo al deseo homosexual; los tíos hetero no quieren que se les tiente.
Película "Bye bye blondie" de Virgine Despentes
Entonces, tanto en el cine como en la literatura, cada vez que vemos o leemos una historia sobre lesbianas es en realidad la fantasía lésbica de un hombre…El cine y la literatura son terrenos diferentes. Una directora de cine tiene el derecho a rodar lo que le dé la gana, pero más le vale cruzar los dedos si pretende encontrar financiación y salas que proyecten sus películas si no se ciñe a la propaganda que te comentaba. Esto quizá explique por qué hay tantas directoras no heterosexuales que sin embargo siguen contando historias sobre gente hetero. O por qué es tan difícil dar con películas sobre mujeres que sean verdaderamente radicales. Con las escritoras es distinto. Desde Violette Leduc, en la posguerra, que no podía publicar nada, hasta nuestros días con Jelinek, Kathy Ackers, Annie Erneaux y tantas otras, las cosas han cambiado, eso hay que reconocerlo. Pero no podemos decir que exista igualdad, ni remotamente. Siempre es más difícil que las escritoras aparezcan en los tratados de literatura; es más fácil dejar de lado a determinada autora. Así que el trabajo que hacen no recibe el mismo trato que el de los hombres. Volviendo a tu pregunta, sí, la mayoría de los personajes femeninos son representaciones de fantasías creadas por y para hombres. Eso sirve tanto para una lesbiana, como para una jovencita, una radical, una madura, una gorda…
Algo que se suele decir de ti: eres muy extrema, muy ‘hardcore’… Yo no considero que mi trabajo sea extremo. No concebimos Fóllame, por ejemplo, como una película extrema; estábamos haciendo una película punk, no esperábamos una reacción tan bestial. Fóllame no es ni más ni menos extrema que muchas otras películas underground, a excepción hecha de que se trata de dos mujeres que llevan armas y nunca se someten a la autoridad o al control de los hombres. Cuando co-dirigía Fóllame nunca pensé en cómo la encajaría un tipo de mediana edad que ama la ópera y sólo lee literatura rusa del siglo XIX; pensaba que su público sería gente a la que le gustan Dead Kennedys, Crass, las primeras películas de Abel Ferrara. Nuestra intención era seducir a ese tipo de público, no sacar de sus casillas al amante de la ópera. Bye Bye Blondie es más de lo mismo desde ese punto de vista: no pensé en cómo reaccionaría la comunidad heterosexual, pensaba en las lesbianas y en qué pocas películas divertidas y positivas se hacen cuyas protagonistas sean lesbianas, con su final feliz y sin hacer juicios de valor sobre la sexualidad. De todas formas, no me da miedo el escándalo. Aprendes mucho sobre la profesión cuando te ves enredada en un escándalo, pero no conviene repetir la ‘operación’ demasiado a menudo porque entonces puede que todo se venga abajo y acabes resentida y frustrada. A largo plazo ese tipo de energía te desgasta. Una tiene que dirigirse a su público, a su gente, y quizá luego llegues a otras personas, pero ante todo creo que lo mejor es trabajar para los tuyos.
¿Hay artistas que utilizan el escándalo por el escándalo? Que buscan ante todo el shock, no tanto el mensaje. Artistas con una visión, si quieres, hedonista o superficial de los extremismos. Podríamos hablar de John Waters, G.G. Allin, Rei Kawakubo… Yo no calificaría a Waters de hedonista o superficial. También puedes interpretar sus películas como manifiestos de supervivencia. Si no encajas en ninguno de los estereotipos que están bien vistos en Estados Unidos, si eres gordo, o fea, si eres ‘basura blanca’, o una ninfómana, puede que necesites películas como las de John Waters en las que prima la incorrección. Diría que a John no le importa el gran público, la gente ‘normal’; él hace películas para los inadaptados, y les muestra todos sus respetos.
¿Y a ti que es lo que te deja en estado de shock como espectadora, o como lectora? La verdad es que no soy una especialista en ese tipo de material. Soy demasiado mayor como para pasarme noches enteras viendo películas de terror o cosas muy extremas, sin embargo me gusta cuando me cuesta encajar un libro o una película, cuando me siento amenazada por mi propia reacción. Cuando Kechiche llegó a Cannes con La vida de Adèle muchos periodistas franceses dijeron (antes de ver la película): “Este será el típico escándalo del año en Cannes”. ¿Escándalo? Sólo porque dos chicas tienen una historia de amor. Nadie diría que La vida de Adèle es escandalosa si fuera una película sobre heterosexuales. A Bye Bye Blondie le pusieron el cartelito de “prohibida a menores de 12 años”, lo que quiere decir que no pueden pasarla por televisión antes de medianoche. En la película no hay violencia, no hay crudeza de ningún tipo… Lo que censuran es que dos mujeres se besen. Entonces, ¿dónde está el escándalo? ¿acaso las lesbianas se besan en Bye Bye Blondie o en La vida de Adèle porque quieren que el público católico se rasgue las vestiduras? Desde luego que no. Tú escribes una historia y después es la gente a la que esa historia ni les va ni les viene la que se escandaliza. ¿Es Saw extrema? Quizá lo sea si nunca has visto una película de terror en tu vida. Por lo demás, es sólo eso, una película de terror para la gente a la que le gusta ese tipo de cine. Están preparados para lo que se les viene encima. Es una cuestión de códigos. Así que me da igual si en una película o en un libro hay material extremo. Si una película hace que te replantees tus sentimientos, o si un libro te hace pensar… De eso se trata, ¿no? Lo que más me cabrea es que ya nadie quiere financiar proyectos que sean radicales. Hoy en día ni John Waters ni Almodóvar podrían hacer películas como las que hacían al principio. Se nos ha impuesto el cine familiar, y a muchos no nos interesa ver películas que podrías ver con niños, queremos ver películas adultas. Pero ya no se pueden hacer.
El día que hablaron de autocensura en el colegio, tú no estabas en clase. ¿Cómo se sobrepone uno a la certeza de que eso que estás escribiendo va a cabrear a mucha gente? Que va a afectar a tu reputación… Es que quien tenga ese tipo de dudas lo que debería hacer es no dedicarse a escribir. Puede que cuando acabas un libro pienses en esos a los que puedes hacer daño, a los que estás atacando, pero mientras lo estás escribiendo se supone que debes estar concentrada y tener las ideas claras. Qué quieres expresar, qué es eso que te avergüenza y qué quieres poner en palabras, qué es lo que te provoca rabia… No puedes pensar en el impacto que va a tener lo que escribes mientras lo estás escribiendo. Ya es una tarea bastante dura escribir, porque nunca llegas a plasmarlo todo como querrías, como para encima llevar todo ese ‘equipaje’ extra. Y tu reputación no debería preocuparte mientras escribes o diriges una película. Si tu reputación te preocupa, mejor que trabajes en otra cosa.
Virgine Despentes cabrea a esa gente que hace que Virgine Despentes escriba las cosas que escribe. ¿Esto es una paradoja? ¿Un círculo vicioso? No creo que debas escribir ‘contra’ nadie. Eso es hacer propaganda; significa que estás antes al servicio de un poder concreto que tratando de conectar con la complejidad del mundo. Yo me dirijo a la gente que creo capaz de entender lo que digo, gente con la que comparto sentimientos. Existe el lector perfecto: el que tienes dentro de tu cabeza y de tu corazón mientras escribes. Pero cabrear a otra gente… Eso es distinto. Todo el mundo cabrea a alguien. No creo que ni Britney Spears, ni Rihanna o Miley Cyrus traten de cabrear a nadie, y aun así lo hacen. Es parte de su trabajo. Incluso Matt Damon o J.K. Rowling tienen enemigos. Para no provocar reacción alguna en nadie lo mejor que puedes hacer es quedarte en tu casa, no decir nada (ni siquiera en internet) ni tratar de expresar nada. A la gente le encanta odiar a tal cantante, a tal escritor, a esa actriz, a ese director. Mostramos nuestra hostilidad y no tiene ninguna consecuencia. Es una forma sencilla de definir tu personalidad. Es cuando tratas temas importantes o controvertidos cuando llegan las consecuencias: el aborto en España, las políticas económicas en Francia, los bancos, el medio ambiente. Los políticos, esos sí que son un escándalo; los que destruyen la vida de mucha gente a diario. Y preferimos centrarnos en Justin Bieber, y odiarle, o en David Lynch. Es más seguro odiarles a ellos. Odiar a quienes de verdad hay que odiar es más complicado que echar mierda sobre una estrella del pop.
Odio, esa es otra palabra que te encasquetan a menudo cuando tratan de definir lo que haces. Y el odio es una energía muy poderosa. Ahora bien, ¿se puede colmar el odio? ¿Mediante la venganza, quizá? Te preocupas demasiado por lo que dicen de mí. (Risas) A mí me da igual. Aunque eso no quiere decir que desprecie a esa gente. No es obligatorio leer mis libros ni ver mis películas. Aquí estriba la diferencia entre lo que yo hago y lo que hacen los políticos. Si comparas mi trabajo con los grandes éxitos de Hollywood de los últimos años… A su lado soy la emperatriz Sissy brincando por un campo de amapolas. Y desde luego lo que yo hago es ‘paz y amor’ comparado con las políticas del FMI. Mi trabajo es puro amor comparado con la forma de gobernar de Rajoy. En mis primeros libros y mis primeras películas lo que hay no es odio, es ira. La ira y la violencia no es algo que yo buscara, es algo que se me impuso, y me llevó mucho tiempo cambiar mi forma de pensar. No me siento culpable por estar llena de ira cuando era joven. Sigo pensando que era la respuesta adecuada a este sistema en que vivimos, por la poca libertad y dignidad que me dejaba. Las mujeres somos tan agresivas y sentimos tanta ira como cualquiera, porque estamos sometidas a las mismas humillaciones y frustraciones. Esa imagen de la mujer como alguien amable y cariñosa, como buena esposa y madre atenta… Eso es basura. Claro que nos cabreamos. No nos faltan motivos. Lo que pasa es que a nosotras se nos castiga más por cabrearnos.
¿La violencia o la agresividad no tienen nada que ver con el género? Desde luego que no. En absoluto.
No te gusta que juzguen tu obra como la obra de una mujer. Pero, ¿puede un hombre reflejar la complejidad femenina? O a la mujer, sin más… Sin la ‘complejidad’. No creo en eso de la complejidad femenina. ¿Eso sería lo contrario de la masculinidad? Yo pienso en la gente, sin más. En personas. Unas son más listas, otros son más pacientes, hay quien anda muy confundido por la vida… No veo que eso tenga relación con los genitales. No veo a las embarazadas como criaturas misteriosas que vagan por el mundo sin que la gente sepa lo que sienten. Se expresan en los mismos términos que todo el mundo, y son capaces de compartir sus experiencias. Y la propia experiencia del embarazo cambia radicalmente de una mujer a otra. Todo esto de que se geste una vida en la barriga es fascinante, pero no hay ningún misterio. Eso sí, si las mujeres escribieran sobre el embarazo los críticos no se tomarían esos libros en serio. Hay que ser condescendiente con cualquier temática femenina, ya sabes…
Les dices a las mujeres que se vean a sí mismas como individuos, porque eso que llamamos ‘feminidad’ hace que, en última instancia, se sometan a la voluntad masculina. Bueno, yo a las mujeres no les digo nada, no les pido nada. Yo soy tratada como mujer, y no hay alternativa. De ahí es de donde nació King Kong Theory. Preferiría no estar en el equipo femenino pero, ¿tengo alternativa? Una actitud crítica puede ser de mucha ayuda cuando te definen y te tratan como a un ciudadano de segunda clase. El Feminismo es un movimiento muy joven. Dejemos que pase tiempo y que podamos definirnos como mujeres, imaginarnos como mujeres, como nos plazca; sin sentirnos amenazadas, juzgadas y despreciadas.
Pero en ese intervalo de tiempo llega la estrella adolescente de turno y adopta el viejo rol de objeto sexual delante de 500 millones de espectadores, la mayoría más jóvenes que ella, casi niños… La cultura pop lleva más de 15 años haciendo referencias constantes a la prostitución o al porno. Se visten como putas, bailan como strippers, tienen la actitud de estrellas porno… Supongo que fue Madonna la que lo inició todo, y después Britney Spears, Christina Aguilera, Beyoncé, Paris Hilton… La inmensa mayoría de las estrellas pop van por ese camino. ¿Vuelven a ganar los hombres? Bueno, Miley Cyrus no sólo pone cachondos a los hombres, también pone cachondas a las niñas. Si tienes diez años, pues sí, es posible que quieras ser esa puta sexy que hace temblar el planeta con sus caderas. Es más emocionante que ser la típica mamá preparando bizcochos en la cocina. Pero las cosas con las que sueñas cuando eres una niña no tienen mucho que ver con lo que luego vas a ser de adulta. Todos cambiamos. El problema que yo le veo a esto es que se sigue enseñando a las chicas que lo más importante del mundo es complacer a los hombres. No es lo peor a lo que las niñas están expuestas. Lo peor es que se les inculca la idea de que a muchas se nos mata simplemente por ser mujeres. Se nos mata en la calle, en la casa, cuando salimos a correr, en el bosque… Vayas donde vayas, hagas lo que hagas, eres una víctima en potencia. Te pueden atacar sólo porque eres mujer. Esto es lo peor que se le puede inculcar a una niña, en mi opinión.
¿Has podido confrontar ideas como las que expones en ‘King Kong Theory’ con mujeres que no comulguen necesariamente con tu forma de ver las cosas? Antagonistas, incluso…‘ King Kong Theory’ pertenece a la cultura feminista; es sólo un puntito en el enorme mapa del feminismo occidental. Supongo que con quienes más ha conectado ha sido con mujeres que han sufrido una violación. A cualquiera le pueden violar. Muchas hemos pasado por eso. No tiene nada que ver ni con tus ideas, tu estilo de vida o tu personalidad. Lo mismo te digo respecto a la prostitución, que es algo que afecta a cualquier mujer que no haya nacido en una familia rica. Quizá un día necesite dinero, y en la prostitución se puede ganar dinero. Más mujeres de las que nos imaginamos se han metido en la prostitución cuando eran jóvenes. Lo bueno es que si no quieres no tienes por qué hablar de ello ni contárselo a nadie; pero es bastante más habitual de lo que creemos. Así que no sé cómo reacciona la gente ante el libro, ni cuál es la reacción ‘típica’. Eso sí, me sorprendió la cantidad de mujeres que se interesaron por el libro y que, en principio, parecían vivir cómodas dentro del sistema patriarcal.
¿Qué hay de los hombres? ¿Qué opina el hombre medio de ‘KKT’?No conozco al hombre medio pero, por experiencia, diría que los hombres son infinitamente más radicales que las mujeres cuando piensan en el feminismo. Muchos hombres creen que si las mujeres aceptan el patriarcado eso es porque de alguna manera (ellas) sacan ventaja de ese statu quo. ¡No se sorprenden en absoluto cuando nos cabreamos! Es lo mismo que piensan los ricos y los empresarios de los proletarios: deben sentirse bien viviendo en ese sistema, si no reaccionarían. Normalmente los opresores piensan que hay un cierto grado de sumisión y aceptación dentro de esos a los que oprimen.
¿Hay una guerra entre hombres y mujeres? ¿Qué opinas de las feministas que adoptan una postura a lo Malcolm X? Malcolm no aceptaba fácilmente la colaboración de ningún blanco, por muy buenas que fueran sus intenciones… La verdad es que la forma en que murió Malcolm X fue bastante paradójica a ese respecto. Pero bueno… No tengo ni idea de qué tipo de negra habría sido. Quizá hubiera sido muy beligerante con los blancos. Bajo ciertas circunstancias una actitud desafiante es comprensible. Hay conexión entre el feminismo y los movimientos negros; el feminismo se inspiró en la lucha por los Derechos Civiles. Y quizá los movimientos negros, los movimientos homosexuales y los feministas, al menos hasta los años 90, fueron los que más hicieron por cambiar la mentalidad de la gente. Fueron batallas políticas en las que se logró muchísimo. No creo que haya una guerra entre mujeres y hombres pero, obviamente, cuando tú ganas algo tu opresor lo pierde. En Occidente la masculinidad se ha construido sobre la sumisión de la mujer. Y de los animales. Tenemos mucho en común las mujeres y los animales; se nos usaba para lo mismo, hacer que los hombres se sintieran más machos. Pero creo que es beneficioso para un hombre dejar de lado su masculinidad, que muchos no se identifican con ese arquetipo de tío insensible, violento, fuerte, y puede que conquisten algunos campos importantes si se cuestionan su masculinidad. Tienen tanto que perder y que ganar como nosotras. La pregunta es, ¿estamos felices con la situación actual? Muchos de nosotros no lo estamos. Y el feminismo, como el movimiento Queer o las cuestiones post-colonialistas, no se puede separar de este sistema ultra liberal en el que vivimos. Quien quiera cuestionar el sistema liberal tal y como lo conocemos tendrá que cuestionarse también los derechos de la mujer, el tema racial, la heterosexualidad, el modelo de familia, etcétera, etcétera…
Ese movimiento Queer que acabas de mencionar, corrígeme si me equivoco, sostiene que no hay diferencia entre con uno u otro sexo. Es la sociedad, los padres, el entorno, lo que en realidad nos define como niños o niñas. ¿Hay base científica para eso? ¿La única diferencia entre un hombre y una mujer es puramente fisiológica?Supongo que la Teoría Queer tiene en cuenta que hay hombres con penes tan pequeños que casi no se les puede llamar pene, o que algunos niños al nacer no tienen su sexo definido del todo, que algunas mujeres tienen úteros que jamás podrán engendrar vida, que otras tienen más testosterona que cualquier hombre (o viceversa)… La Teoría Queer aplica esa complejidad, esa diversidad, a la identidad sexual. Igual alguien se siente muy seductora y femenina de adolescente, luego se vuelve agresiva y dura, y diez años después cambia a otra cosa. Todo depende. Yo no me siento femenina en absoluto. ¿Por qué debería insistir en ser así? ¿Para ser como los personajes que salen en la televisión? A las niñas se les empuja a crecer de acuerdo a determinados modelos; la típica chica que se viste de rosa, algo putilla, arribista y no demasiado brillante. Pasa lo mismo con los niños; tienen que saber pelear, les tienen que gustar las armas y, si pueden, tienen que ligarse a sus amigas. No hay evidencias científicas para la teoría Queer, pero si ves un cuerpo humano no te dice mucho de la persona en sí. Si ser una mujer es ser fértil, ¿qué hacemos con las mujeres estériles? ¿Cómo les llamamos? ¿Qué hacemos con las mujeres de más de 50, o con las que se acuestan con otras mujeres y no quieren tener hijos? ¿Y qué hacemos con las mujeres que tienen relaciones con hombres estériles? ¿Siguen siendo mujeres o hay que llamarlas de otra forma? ¿A los hombres estériles o a los ancianos que ya no son útiles para la reproducción debemos llamarlos de otra manera?
¿Cómo explica la teoría Queer la transexualidad? Si el quid de la cuestión está en el entorno, la educación… ¿por qué un hombre iba a sentirse mujer o viceversa? Sobre todo teniendo en cuenta que el principal argumento de transexuales y homosexuales para defender su orientación sexual es que nacieron así… La pregunta adecuada sería: ¿y por qué no? ¿Por qué se le da tanta importancia a si un chico quiere vestir de rosa? O que un adulto quiera dejarse el pelo largo y maquillarse. ¿Qué más da si una chica prefiere que le llamen Bob en vez de Alice? Nuestro certificado de nacimiento no es sagrado. ¿Por qué se le piden explicaciones a los transexuales? Ellos saben lo que sienten y lo que quieren, no hay nada que explicar. Tu cuerpo no le pertenece al gobierno, ni a la guerra, ni a la reproducción. Tu cuerpo te pertenece a ti; eres tú el que va a morir dentro de ese cuerpo. Si uno puede cambiarse de sexo y quiere hacerlo, pues perfecto. Yo me crié en el este de Francia, en una familia obrera. Dejé mi ciudad y ahora no pertenezco a la clase obrera, escribir y dirigir películas no era el tipo de trabajo que se hacía en mi familia. No tengo ningún problema con eso. No siento que tenga que justificarme por no haberme conformado con un modelo de vida como el de mi familia. Con la identidad sexual es lo mismo; cambia de sexo si te da la gana, si puedes. A lo mejor el cambio te viene bien.
¿No hay un cierto conflicto de intereses, o una contradicción, entre el feminismo y teorías como esta? O bien defiendes el feminismo (y a las mujeres), o bien defiendes una teoría que echa por tierra todo lo aprendido acerca del género… No, no hay contradicción; pero hay muchos movimientos feministas, algunos incluso opuestos entre sí. Hay feministas que creen firmemente que debería prohibirse la prostitución y otras que opinan que primero hay que saber qué opinan las prostitutas. No hay un solo feminismo, una sola voz. Hay muchas voces. Y me parece bien, así deben ser las cosas. Tampoco hay una visión única del sistema capitalista. Hablamos de intentar entender las estructuras de la opresión. Se puede analizar desde muchos puntos de vista.
Bueno, supongo que si hay algún conservador en la sala lleva un rato perdido. Hablemos de algo que los conservadores conocen mejor y disfrutan más: la pornografía. Ahora se ha puesto de moda lo que algunos llaman ‘porno para mujeres’. ¿Qué te parece? ¿Qué diferencias ves entre ese tipo de porno y el porno de toda la vida? ¿El porno para mujeres se parece más a la realidad, a lo que de verdad sucede entre un hombre y una mujer en la cama? El porno es un género, exactamente igual que el terror o la ciencia ficción. No tiene por qué basarse en algo real. De hecho nunca se ha basado en la realidad. Esa no es la misión del cine, en todo caso de los documentales. El problema del porno es que, esté hecho por hombres o por mujeres, es un producto que nace en un sistema económico muy concreto con leyes e impuestos que hacen imposible que nadie pueda crear buen porno. Si se le diera al porno el mismo estatus que se le da a una película de terror se haría muy buen porno. Muy bueno, sí señor. Y unas películas serían totalmente diferentes de las otras. Pero incluso así nos encontraríamos con los mismos problemas que existen en el cine comercial; mujeres retratadas por hombres, siempre incidiendo en ese sentido de la sumisión. Lo cual no convertiría al porno en algo peor que las películas de acción o las de terror.
¿No había en los 70, en los albores de la industria, una concepción más artística del porno? En contraposición a lo que tenemos ahora: películas hechas en habitaciones de hotel con los medios indispensables y por supuesto sin ningún tipo de trama. Te digo lo mismo: dinero, leyes, impuestos, internet, censura… El porno que vemos pertenece a una industria acorralada, es algo prohibido. No puedes hacer buenas películas sin dinero. El sexo es bonito en pantalla grande. Es fantástico excitarse con las imágenes y los sonidos del sexo. No hay nada de morboso. La masturbación es una buena actividad. ¡Cambiemos las leyes y disfrutemos de buenas películas porno!
Fóllame no era una película porno, pero había sexo explícito. ¿Por qué es tan raro ver sexo real en películas no pornográficas? Podemos ver a Mel Gibson zumbándole a alguien con un bate de béisbol, pero no le veremos ‘zumbándose’ a nadie, no sé si me explico. ¿El viejo doble rasero de Hollywood? Supongo que si no hubiéramos metido esas escenas no habrían censurado la película. Pero el sexo no era el único problema, también suponía un problema que Karen (Lancaume) y Raffaëla (Anderson) fueran trabajadoras sexuales, y que Coralie, la co-directora, también lo fuera. Uno de los mayores tabúes que quisimos romper fue ese muro que separa a las actrices porno de los actores convencionales. A mucha gente le da miedo que las trabajadoras sexuales hablen, porque saben una o dos cosas sobre el mundo en el que vivimos. Y Karen y Raf no sólo hablaban, también mataban, lo que significa que adoptaban el típico rol masculino. El equivalente, en pantalla, a la desnudez femenina es la violencia masculina. Es muy difícil que una actriz con una carrera larga no se haya desnudado nunca en pantalla o que un actor no mate nunca a nadie en una película. Nosotras rompimos esa barrera, pero el cine no es el lugar apropiado para cuestionar los roles sexuales. Todo lo contrario: el cine es el que crea esos roles y nos los mete en la cabeza como si fueran lo más natural del mundo.
¿No es lo mismo rodar esas escenas de sexo sin mostrarlo todo? La vieja teoría de que es mejor sugerir que enseñar… Nosotras estábamos adaptando un libro. En el libro había sexo, así que, ¿por qué no rodarla así? ¿Por qué hay que esconder los genitales? ¿Qué tienen de malo una polla o un coño? O una polla penetrando en un coño. Todavía sigo esperando que alguien me lo explique. Matanzas, torturas… Eso está perfecto, y además la gente lo recibe de buena gana, sobre todo el público más joven. Pero, ¿una polla? ¡Que llamen a la policía! … De verdad, no lo entiendo. Mucho menos hoy en día, con todo ese porno en internet y todos esos críos viendo las cosas más extremas sin entender de la misa la mitad. Sin embargo seguimos sin poder ver una polla en la pantalla grande. No tiene sentido.
En tu última novela hasta la fecha, Apocalypse Bebé, haces una suerte de retrato de la sociedad francesa actual a través de las vidas de diferentes mujeres. ¿Es hora de volver a tomar la Bastilla? Hace ya más de doscientos años de la Revolución Francesa. Yo no me iría tan lejos en la historia…
Pero, ¿crees que la violencia es a veces necesaria para cambiar las cosas? Tal vez Luis XVI y María Antonieta no habrían dejado Versalles si las masas se lo hubieran pedido ‘por favor’… El problema no es matar o rechazar la violencia, el problema es: ¿tienes un mundo mejor en mente? ¿Cómo sería ese mundo? ¿Qué tipo de vida es esa por la que vas a pelear? Lo peor que está pasando ahora mismo, para mí, es que han atacado y destruido nuestros sueños y nuestras utopías. Es momento de reinventar esos sueños, de desear otras alternativas, abrir nuestras mentes. El viejo mundo está tocado de muerte, se está apagando ante nuestros ojos. De hecho, ya está más que acabado. Confieso que a mí la violencia me atrae, pero ojalá no fuera así. La violencia es el lenguaje de los dominantes. Adaptarse a eso no es la mejor estrategia. Una vez que adoptas ese lenguaje de la dominación, ¿qué es lo siguiente? Sólo un cambio de cara. Nuevos jefes, nuevas leyes, nuevos polis, un nuevo tipo de control… Eso no sirve para nada. Si la violencia sigue siendo el argumento principal, ¿qué más da quién la ejerza?
¿Cómo se lucha contra un sistema que, en última instancia, utilizará sus fuerzas de seguridad, sus armas, contra la ciudadanía? No confío en las armas. Las armas son como la cocaína. Coges una y ya te sientes poderoso. No hace falta mucho aprendizaje. Da igual qué tipo de persona seas, funciona así. Como las drogas duras. Pero exactamente igual que las drogas, una vez que estás metido de lleno en ellas, ¿qué haces? Pierdes el entusiasmo, la alegría, renuncias a tus valores, te deprimes… Si tienes un arma te conviertes en un soldado. Es excitante, a todos nos gusta ver el miedo en los ojos de nuestros enemigos, todos queremos que corra la sangre de los que nos dominan, pero, repito, ¿qué hacemos después? Después seremos un nuevo ejército, sólo habremos cambiado las caras de los que ostenta el poder y esos usarán sus armas para perseguir a otra gente. Perfecto. Pero ya estamos en un mundo así. ¿No será mejor buscar un modelo distinto? Entrevista compartida de PEMagazine
1“Desde el punto de vista de los agresores, se las arreglan para creer que si ellas sobreviven es que la cosa no les disgustaba tanto (…) En nuestra cultura, desde la Biblia y la historia de José en Egipto, la palabra de la mujer que acusa al hombre de haberla violado es una palabra que ponemos inmediatamente en duda. He aquí un hecho aglutinador, que conecta a todas las clases sociales, todas las generaciones, todos los cuerpos y todos los caracteres. Pero, ¿cómo explicar que nunca oigamos al adversario: “fulanito ha violado a fulanita, en tales circunstancias”? Porque los hombres siguen haciendo lo que las mujeres han aprendido a hacer durante siglos: llamarlo de otro modo, adornarlo, darle la vuelta, sobre todo no llamarlo nunca por su nombre, no utilizar nunca la palabra para describir lo que han hecho. Se han “pasado un poco”, ella estaba “un poco borracha” o bien era una ninfómana que hacía como si no quisiera: pero si ha ocurrido es que, en realidad, la chica consentía. Que haga falta pegarla, amenzarla, agarrarla entre varios para obligarla y que llore antes, después y durante, eso no cambia nada; en la mayoría de los casos, el violador se las arregla con su conciencia: no ha sido una violación, era una puta que no se asume y a la que él ha sabido convencer. A menos que ese no sea un peso demasiado difícil de soportar, también del lado de ellos. Pero no sabemos nada, ellos no dicen nada.”
2- “El mensaje que nos dirigen está claro: ¿por qué vosotras no os defendéis más violentamente? Lo que resulta sorprendente, efectivamente, es que no reaccionemos de ese modo. Una empresa política ancestral enseña a las mujeres a no defenderse. Como siempre, doble obligación: hacernos saber que no hay nada tan grave, y al mismo tiempo, que no debemos defendernos ni vengarnos. Sufrir y no poder hacer nada más.
Pero las mujeres siente aún la necesidad de afirmar: la violencia no es una solución. Por tanto, el día que los hombres tengan miedo de que les laceren la polla a golpe de cúter cuando acosen a una chica, seguro que de repente sabrán controlar mejor sus pasiones “masculinas” y comprender lo que quiere decir “no”. Yo habría preferido, aquella noche, ser capaz de dejar atrás lo que habían enseñado a mi sexo y degollarlos a todos, uno por uno. En lugar de vivir como una persona que no se atreve a defenderse, porque es una mujer y la violencia no es su territorio, como si la integridad física de un hombre fuera más importante que la de una mujer. (…) Estoy furiosa contra una sociedad que me ha educado sin enseñarme nunca a golpear a un hombre si me abre las piernas a la fuerza, mientras que esa misma sociedad me ha inculcado la idea de que la violación es un crimen horrible del que no debería reponerme. (…) Resulta sorprendente que en 2006, mientras que todo el mundo se pasea con minúsculos ordenadores portátiles, con cámaras de fotos, teléfonos, agendas y aparatos de música en el bolsillo, no exista todavía un solo objeto que podamos meternos en el coño cuando salimos a dar una vuelta y que cortaría en pedazos la polla del primer idiota que quisiera entrar sin permiso. Quizás no sea deseable que el sexo femenino sea inaccesible por la fuerza. Es necesario que siga abierto y temeroso: una mujer. Si no, ¿qué definiría la masculinidad?“
“La violación de las Sabinas” (J.H. Schönfeld)
3- Nos obstinamos en hacer como si la violación fuera algo extraordinario y periférico, fuera de la sexualidad, evitable. Como si concerniera tan sólo a unos pocos, agresores y víctimas, como si constituyera una situación excepcional, que no dice nada del resto. Cuando, por el contrario, está en el centro, en el corazón, en la base de nuestra sexualidad. Rito de sacrificio central, está omnipresente en el arte, desde la antigüedad su representación en los textos, la escultura, la pintura es una constante a través de los siglos. En los jardines de París y en los museos, vemos representaciones de hombres forzando a mujeres. En Las metamorfosis de Ovidio parece que los dioses pasan el tiempo queriendo tirarse a mujeres que no están de acuerdo, consiguiendo lo que quieren por la fuerza. Fácil, para los que son dioses. Y cuando se quedan embarazadas, encima las mujeres de los dioses se vengan de ellas. La condición femenina, su alfabeto. Siempre culpables de lo que nos hacen. Criaturas a las que se responsabiliza del deseo que ellas suscitan. La violación es un programa político preciso: esqueleto del capitalismo, es la representación cruda y directa del ejercicio del poder. Designa un dominante y organiza las leyes del juego para permitirle ejercer su poder sin restricción alguna. Robar, arrancar, engañar, imponer, que su voluntad se ejerza sin obstáculos y que goce de su brutalidad, sin que su contrincante pueda manifestar resistencia. Correrse de placer al anular al otro, al exterminar su palabra, su voluntad, su integridad. La violación es la guerra civil, la organización política a través de la cual un sexo declara a otro: yo tomo todos los derechos sobre ti, te fuerzo a sentirte inferior, culpable y degradada.
La violación es lo propio del hombre; ni la guerra, ni la caza, ni el deseo crudo, ni la violencia o la barbarie, la violación es lo único que las mujeres -hasta ahora- no se han reapropiado. La mística masculina debe construirse como si fuera peligrosa, criminal e incontrolable por naturaleza. Por ello, debe ser rigurosamente vigilada por la ley, gobernada por el grupo. Detrás del velo de control de la sexualidad femenina aparece el objetivo principal de lo político: formar el carácter viril como asocial, pulsional, brutal. La violación sirve como medio para afirmar esta constatación: el deseo del hombre es más fuerte que él, no puede dominarlo. Oímos todavía decir “gracias a las putas, hay menos violaciones”, como si los varones no pudieran contenerse y tuvieran que descargarse en alguna parte. Creencia política construida y no evidencia natural -pulsional-,como nos quieren hacer creer. Si la testosterona hiciera de ellos animales de pulsiones indomables, entonces matarían tan fácilmente como violan. Y éste no es el caso. Los discursos sobre la cuestión de la masculinidad están esmaltados con residuos de oscurantismo. La violación, el acto condenado del que no se debe hablar, sintetiza un conjunto de creencias fundamentales sobre la virilidad”.
*Imposible violar a una mujer tan viciosa, es el título de una canción del grupo punk francés Trust.
Teoría King Kong es uno de los grandes libros de referencia del feminismo y de la teoría de género, un incisivo ensayo en el que Despentes comparte su propia experiencia para hablarnos sin tapujos ni concesiones sobre la prostitución, la violación, la represión del deseo, la maternidad y la pornografía, y para contribuir al derrumbe de los cimientos patriarcales de la sociedad actual.
En Teoría King Kong (Melusina, 2007), seguramente uno de los ensayos feministas más frescos y novedosos de los últimos años, Virginie Despentes parte de su experiencia personal para cuestionar las bases del feminismo burgués y bienpensante, la construcción social de los géneros o la emancipación masculina. En esta entrevista, la escritora francesa vuelve sobre la condición actual de la mujer, su peculiar relación con la escritura y el contexto en el que surgió este libro.
¿Qué aspectos de la condición femenina actual y del discurso feminista te han llevado a escribir Teoría King Kong?
VIRGINIE DESPENTES: Este libro, para empezar, lo he escrito en Francia, donde hay un problema con la traducción de los libros feministas americanos publicados en los ‘90. La decisión de escribir Teoría King Kong en mi país de origen es ante todo una invitación a leer lo que se ha escrito, pero que está todavía sin traducir: me refiero a los libros de Sprinkle, Paglia, Carole Queen, Pheterson, etc. Pero el deseo de escribir este libro surge de también de la historia de la película Fóllame (2000) y de las entrevistas que nos hicieron después de su estreno y en las que hubo que ‘teorizar’ mucho acerca de la violación, la pornografía, la violencia femenina, etc...
¿En qué ámbitos la revolución feminista no ha llegado lo suficientemente lejos?¿Hasta qué punto crees que se puede hablar incluso de un retroceso?
V.D.: Los modos de contracepción masculina y la legalización del aborto gratuito y anónimo son dos temas, respecto a la heterosexualidad, en los que hubiera sido importante trabajar más activamente. Hoy, cuando veo las películas del box office tengo la impresión de que a las mujeres se les trata con mucho sadismo, se les ve demasiado a menudo con la cara ensangrentada arrastrándose por el suelo. Me gustaría ver a más hombres jóvenes en braguitas, corriendo y llorando por el bosque y perseguidos por mujeres maníacas con enormes motosierras. Creo que el bloqueo es evidente en todos los ámbitos: cuando una mujer se presenta a la presidencia y se la juzga como mujer; cuando ves que las mujeres están infrarrepresentadas a la hora de ocupar puestos de prestigio; cuando no se enseña a las niñas a defenderse físicamente en la escuela y además no se les da ninguna educación sobre la violación, ni sobre el después de la violación…
En tu libro reivindicas la condición de “proletaria de la feminidad”. ¿Te parece que los límites y tabúes del feminismo liberal –prostitución, pornografía, etc.– tienen que ver con el tipo de mujer al que se dirige el feminismo dominante?
V.D.: Yo no veo que haya realmente un ‘feminismo dominante’. Por eso, aunque el discurso de algunas feministas liberales o de la vieja escuela me canse, me siento pese a todo cercana a ellas, si me posiciono respecto a un poder que, efectivamente, es dominante. Yo no tengo ningún problema con el discurso anti-porno, por ejemplo. Creo que alguien debe asumirlo. Y mi papel es el de asumir el opuesto. Pero para que yo pueda plantear un discurso ‘pro-pornografía’, es necesario que antes se haya hecho la crítica de la pornografía. Y no creo que el discurso anti-pornografía del feminismo liberal tenga suficiente eco. Lo único que realmente se escucha, desde mi punto de vista,es el discurso religioso. Ahora bien, sí que me parece importante precisar de dónde vengo, es decir: ni de las clases acomodadas ni de la universidad, porque en general las mujeres que toman la palabra feminista son mujeres que proceden de un medio social particular, la alta burguesía, y que tienen una formación escolar específica, la universidad. Estaría bien que ellas se molestaran, también, en precisar desde dónde toman la palabra.
A pesar de tu virulencia respecto a las diferentes manifestaciones del machismo masculino, concluyes Teoría King Kong con estas palabras: “El feminismo es una aventura colectiva para las mujeres, pero también para los hombres y para todos los demás”. ¿Cabe una redefinición del sujeto político del feminismo –que ya no se limite a la mujer– relacionada con el cuestionamiento de la norma heterosexual y los roles asignados a cada sexo?
V.D.: Lo que está claro es que si hubiera nacido hombre yo no estaría contento.Sorprende ver la cantidad de hombres que dan la impresión de vivir aferrados de ese modo a su argolla de masculinidad. Se trata en todo caso de una amputación emocional brutal, constante y de lo más exigente. Creo que asistimos en directo al hundimiento de la ‘norma heterosexual’, y que sería urgente acompañarlo de discursos innovadores sobre la masculinidad. Si nos imaginamos que las cosas van a seguir veinte años más, tal y como están, creo que asistiremos a una verdadera explosión de los géneros y de las convenciones culturales y políticas que nos constriñen desde hace siglos.
En ese sentido, la cuestión de la liberación de los deseos y de la sexualidad, ¿te parece determinante en esta marcha hacia la emancipación? En tu libro, por ejemplo, asimilas la censura de la producción pornográfica a un mecanismo de control de los deseos.
V.D.: Pienso que el control de la pornografía, a lo que apunta en principio es a controlar la sexualidad masculina. La cuestión en el caso de la sexualidad femenina ni siquiera se plantea: ha sido reprimida con demasiada eficacia. Cuando hicimos la película, nos preguntaron muy seriamente, y en repetidas ocasiones, por qué queríamos “confiscar” la sexualidad de los hombres. Como rodábamos imágenes con un contenido sexual explícito, estábamos “confiscando”. Si te paras un momento a pensarlo, es impresionante ver hasta qué punto la represión de la homosexualidad masculina se halla en el centro mismo de todos los conflictos en torno al sexo y a su representación.Creo que es un tabú central. A los hombres, en principio, no les apetece realmente follar con mujeres. Sobre todo tienen ganas de juntarse entre ellos y de hacer toda una serie de cosas, juntos. Hay que cogerlos desde la cuna, vigilarlos sin parar y machacarlos sin cesar con propaganda hetero, para que se resignen a copular con mujeres.
D.: Aunque puntuado de pasajes púdicos, relacionados con la fuerza de los episodios autobiográficos revelados, el tono corrosivo y acerado de Teoría King Kong no deja de recordar por momentos el estilo declamatorio de una rapera. ¿En que medida la escritura es para ti liberadora?
V.D.: No, la escritura no es liberadora y menos aún terapéutica. Pero funciona como si pusieras las cosas en orden y les dieras forma, es decir, como una lucha contra el caos. El hecho de escribir sobre la violación, por ejemplo, no me parece que sea nada terapéutico o algo que pueda aliviar. Al contrario, es realmente como abrirse las tripas. Hay una mística en todo ello, creo que ha habido libros de otros que me han ayudado mucho. Por eso creo que los míos pueden acompañar a los demás.
Es ciertamente lo mismo que creer en Dios: debe haber una recompensa, pero no la tendremos en este mundo. Sin embargo, el hecho de creer en ello ya es una fuerza en sí misma.
Entrevista compartida del periódico DIAGONAL. Publicada el 05/03/2008
"Creo en las diferencias entre personas. Pero no lo veo como mujeres iguales de un lado, y hombres iguales del otro. La distinción mujer-hombre es exactamente como la diferencia entre ricos y pobres: es muy eficaz para tener a los pueblos con la cabeza en el suelo, pero no corresponde a nada más que otro sistema de explotación. No hay nada natural en la distinción mujer-hombre. Es únicamente una manera de tenernos a todos en estas ideas de deuda, y como mujer es como estar dos veces endeudadas con la sociedad"
Virgine Despentes
Virginie Despentes (Nancy 1969) con cuatro novelas y un ensayo, Teoría King Kong, se ha confirmado como un referente de la nueva literatura francesa y ha dejado atrás ese sambenito reaccionario que reducía su obra mera provocación cuando en 1993 publicó Fóllame. No abandona no obstante ese tono punk para hablar de la mujer, de temas como el lesbianismo, la prostitución, o la libertad de elección de la mujer ante el aborto. Bye , bye, blondie , es la última de sus obras traducida al castellano y ya cuenta con una adaptación cinematográfica dirigida por la propia escritora.
La novela Bye, bye, blondie sugiere una ternura hacia una mujer herida que no aparecía en la novela Fóllame. ¿Es por qué usted también lleva ya sus propias cicatrices y esa lucha punk cansa? Son diez años los que separan Fóllame de Bye bye, blondie, diez años y para mí, tres novelas y una película, y he cambiado en todo ese tiempo. Mi vida ha cambiado también. No quiero escribir Fóllame una y otra vez. Intento trabajar con sinceridad, y eso significa que iba a escribir novelas de putas desesperadas con 35 años. La chica de Bye bye…, Gloria, es una mujer con heridas, pero no tanto por lo que ha pasado en la vida, ya que, en realidad, es como una chica adolescente, con una vida precaria, pero contenta con la vida que ha tenido.
El libro sugiere también que si, como mujer, no te adaptas a un determinado camino, sufres mucho. ¿Hay alguna manera de evitar ese sufrimiento? No lo veo como un asunto típicamente de la mujer. Lo veo más desde el punto de vista del punk rock: si no te adaptas a la vida laboral tal como es, y no tienes nada de dinero de tu familia, lo que obtienes es una vida precaria dura. Las cosas no son como en los ochenta en Francia, cuando era posible tener unos trabajos y una vida que se llamaba «la bohemia». Entonces era posible no entrar en el juego ultraliberal y tener tus actividades, amigos, un apartamento y una vida precaria, pero elegida, y con más libertad. Ahora veo cómo todo esto ha cambiado: si no perteneces a las redes laborales y si no aceptas sacrificar tu vida entera y tu moral, por el trabajo, la precariedad tiene un precio más alto. Ahora significa mucho más el hecho de no querer jugar el juego. Ahora, la diferencia principal no es el género, sino el hijo o la hija de quién eres. Tienes patrimonio, o no tienes nada.
Por cierto, usted también ha dirigido la adaptación al cine de Bye bye blondie. En la novela, la pareja protagonista son un hombre y una mujer, pero en la película las protagonistas son mujeres. ¿Por qué lo ha cambiado? En ese tiempo entre la novela y la adaptación al cine me enamoré de Beatriz Preciado, y no me parecía excitante dirigir a una pareja heterosexual. Pero fueron muy interesantes los problemas que encontré al hacer una película de lesbianas. Por ejemplo, no es un problema para nadie, pero al final la película ha sido programada en la televisión únicamente en horario nocturno. No hay ni una escena pornográfica, no hay violencia, pero al final hay que esconder la película, igual que ocurrió con Fóllame. Me ha parecido interesante este doble lenguaje: parece que no hay problemas con los romances entre lesbianas, pero no tienen el mismo tratamiento que el romance heterosexual. Besar a una chica en la boca sigue siendo problemático, como si nosotras, las mujeres, tuviéramos que aguantar siempre la misma propaganda heterosexual, que nos mata de forma real o simbólica, pero tenemos que seguir tragándonosla.
Bye, bye, Blondie fue publicada en 2004 en Francia y desde entonces ha publicadoApocalypse bebé (2010), pero hasta ahora no nos ha llegado Bye, bye, blondie en español. ¿Dejó pasar el tiempo por la exposición mediática? Alguna vez dijo que la exposición mediática le parecía tan duro como prostituirse. ¿Lo sigue afirmando? Fue simplemente porque el editor de los primeros libros, Anagrama, no quería publicar mis últimas novelas. Apocalypse bebé tampoco encontró editorial cuando salió. Es algo particular de España. Quizás no escribo el tipo de ficción que interesa a los lectores españoles. Y sí, la exposición mediática me parece mucho más dura que prostituirse, porque se hace de forma pública. No puedes salir de casa y pretender que no escribes lo que escribes. Es una pérdida total del anonimato. Me parece difícil, y me parece evidente que hay muchos más suicidios entre trabajadores expuestos a los medios, que en la prostitución u otros trabajos. Pero, al mismo tiempo es excitante esto de la exposición pública. No me quejo de nada, simplemente me lo cuestiono cuando veo a los activistas anti-prostitución en Francia, ya que creo que no entienden bien lo que es el trabajo, en general, y el estatuto del trabajador del espectáculo cultural, en particular.
Hay muchas mujeres que tienen dudas con respecto a la prostitución. En Madrid se acaba de aprobar una ley que persigue al cliente. ¿Qué le parece? Me parece que podríamos pretender que el sistema ultra liberal, en general, se acabe antes de preocuparnos en saber cuánto pueden ganar las mujeres con el sexo. Me parece que tu cuerpo te pertenece, y si eliges hacer dinero con tu cuerpo, la ley debe asistirte para que lo hagas en buenas condiciones, sin riesgos inútiles. Perseguir al cliente siempre significa hacer el trabajo más difícil que el de verdad se tiene que hacer. A mí me parece que la Iglesia nos ha acostumbrado a la idea de que el cuerpo de la mujer no pertenece a la mujer, sino a la moral, a la familia y nunca a una misma.
Siguiendo con España, las mujeres vuelven a salir a calle pidiendo el aborto libre puesto que una nueva ley pretende volver a poner más trabas para poder realizarlo. ¿Qué opinión le merece que haya que volver a manifestarse? ¿Cómo está en Francia esta cuestión? Me parece importante el poder de elegir lo que tú haces con tu cuerpo. Como decía, te pertenece. El aborto es natural. Perder un bebe durante el embarazo es una cosa normalísima. Y poder elegir perderlo, en buenas condiciones sanitarias, me parece perfectamente natural. Una vez más, el cuerpo de la mujer pertenece a la mujer y no tiene que justificar si no quiere dar vida en un momento de su vida. Me parece, además, una decisión política importante: nuestros Estados no pueden al mismo tiempo destruir todo lo que conocíamos como vida social y posibilidades de felicidad, incluso para los pobres, y al mismo tiempo exigir a las mujeres que den niños a esta sociedad. Si no hay escuela, trabajo, ayuda colectiva, comida, vivienda, si no queda nada de lo que permite la dignidad humana, no pueden al mismo tiempo exigir niños de las mujeres. El aborto es también una decisión política: seguro que muchas mujeres no quieren dar vida en la Europa de ahora. La cuestión del aborto me parece central: hasta qué punto podemos aguantar la violencia del Estado sobre nuestras vidas. Ahora nos enseñan que estamos en deuda por el mismo hecho de nacer. Eso significa que nuestras vidas ya no nos pertenecen. El control de los vientres de las mujeres va en este sentido: nacemos esclavos, nuestras vidas no nos pertenecen, pertenecen a los que tienen patrimonio y quieren explotar nuestros cuerpos y tiempo al máximo. Es una guerra. Una guerra contra nuestros cuerpos y vidas.
Hace unos años dijo que la revolución en las mujeres podría empezar por hacerse lesbiana. ¿Lo mantiene? Y en cualquier caso, ¿con qué fin? ¿Qué demuestra eso? Si salimos de la familia clásica, es una revolución. Si acabamos con la familia como la conocemos, acabamos con el patrimonio, con la deuda, con la obligación de identidades para satisfacer a los padres, etc. Sí, creo que si la mujer sale del sistema patriarcal, y la homosexualidad sigue siendo un patio muy pertinente para salir de este sistema, la revolución seguirá. Por eso el tema de las bodas gays ha sido un asunto tan importante para los católicos y fascistas franceses – poner a las mujeres en situación de pareja y maternidad obligatoria y obligarlas a vivir como mujeres con hombres es muy importante para evitar revoluciones grandes. Va con el sistema ultra liberal. La familia hetero es la garantía de que nada cambia demasiado. Y creo que ha sido uno de los errores principales de los movimientos de extrema izquierda: no hemos entendido hasta qué punto feminismo y derechos gays eran centrales en el asunto de la revolución anticapitalista. Hemos considerado que era un detalle, cuando es el punto central.
Hace un tiempo dijo que no creía en la femineidad ni en la virilidad. En cualquier caso, ¿no somos diferentes? ¿Qué piensa del discurso de la diferencia? Creo en las diferencias entre personas. Pero no lo veo como mujeres iguales de un lado, y hombres iguales del otro. La distinción mujer-hombre es exactamente como la diferencia entre ricos y pobres: es muy eficaz para tener a los pueblos con la cabeza en el suelo, pero no corresponde a nada más que otro sistema de explotación. No hay nada natural en la distinción mujer-hombre. Es únicamente una manera de tenernos a todos en estas ideas de deuda, y como mujer es como estar dos veces endeudadas con la sociedad.
¿Qué opinión tiene del movimiento FEMEN? No comparto sus ideas sobre la prostitución o la pornografía, y no veo muy bien a dónde quieren ir en Francia con las musulmanas. Creo que las FEMEN a veces van a la guerra contra sus propias aliadas… Pero me ha gustado la forma mediática de expresar sus ideas feministas. Necesitamos muchos discursos diferentes en el feminismo. Yo no me mezclaré con las FEMEN, pero me parece correcto que haya movimientos nuevos, y además movimientos que puedan cuestionar mujeres muy jóvenes.
¿La mujer en Occidente tiene que seguir mostrando su cuerpo para reivindicar derechos? Para algunas personas es una ‘cosificación’ de la mujer. La mujer puede utilizar su cuerpo si le parece pertinente. FEMEN ha conseguido obtener una repuesta mediática inmensa por un movimiento feminista. La cuestión más importante ahora sería plantearse: ¿es posible un feminismo heterosexual?
Entrevista compartida de la Revista EnCubierta, publicada el 30 de Octubre de 2013.