Gracia Trujillo es activista transfeminista, queer, ecologista, Doctora en Sociología, Profesora en la Universidad Complutense de Madrid y autora del libro "El feminismo queer es para todo el mundo"
-Eduardo Nabal: Hola Gracia. Leí con deleite, por su claridad expositiva y su valiente optimismo, tu ensayo sobre las raíces, el presente y el futuro de los feminismos queer. No obstante mientras lo leía me entró cierta desazón. Veo cada vez más gente escéptica con algo que se desconoce, o se entiende como algo academicista o alejado de la realidad. ¿Qué les contestarías?
-Gracia Trujillo: Que tienen razón, en parte. En los últimos años “lo queer” ha pasado, en muchos contextos, a ser fagocitado por el sistema, a convertirse en etiqueta de productos culturales mainstream (la serie Queer as folk, por ejemplo) y a ser desactivado políticamente. Queer, en muchas ocasiones, lo hemos visto como algo blanco, académico, cool, alejado de las cuestiones materiales, no feminista, incluso. Pero no es esa toda la historia, y eso es lo que he intentado mostrar en este libro. Sin perder la mirada crítica sobre esos usos de queer, que tenemos que seguir fiscalizando, y sobre sus lugares de enunciación en el norte (hay que “latinoamericanizar lo cuir”, como dice val flores), es fundamental recordar que tenemos una genealogía, o varias, de activismos queer/cuir/kuir, radicales, autogestionados, de base, de mucha calle, feministas, anticapitalistas y antirracistas. En nuestro contexto, los grupos autodenominados queer comenzaron en la primera mitad de los noventa y recogían la llama de la radicalidad de los setenta. Así que el recorrido queer, teórico y activista, es largo, y ha continuado en la lucha transfeminista, que incorporó nuevas demandas urgentes como la despatologización trans*, el antirracismo, el antiespecismo, los derechos para las trabajadoras sexuales, las diferentes corporalidades, las formas de relación no monógamas… desde una mirada interseccional y decolonial. No podemos perder de vista cómo la clase, la raza, la etnia, la capacidad, el lugar de origen y/o residencia, la edad, entre otros factores, influyen en cómo vivimos o podemos vivir nuestras sexualidades y corporalidades no cis-heteronormativas, y nuestras vidas en general.
Por otra parte, en nuestro contexto “lo queer” difícilmente es algo académico. Lo más lejos que hemos llegado ha sido a incluir algunas temáticas LGTBI en cursos o postgrados, pero queda mucho por recorrer en este sentido (el Máster lgtbi de la Complutense, el primero de este tipo a nivel estatal, sólo lleva tres años). El ámbito académico es muy poco queer, en formas y contenidos.
-Ha habido una reciente pero sonada polémica entre un cierto feminismo tradicional y cuestiones como los derechos de las personas transexuales. ¿Es posible que los feminismos se reúnan o esta brecha ya es antigua?
-Gracia Trujillo: La brecha no es antigua, es más bien inventada en los últimos tiempos. En nuestro contexto, las mujeres trans* forman parte del movimiento feminista desde los años noventa en adelante, y no habíamos visto estos discursos tránsfobos hasta ahora. Por eso es tan importante conocer los recorridos de los feminismos, de los colectivos LGTBI y de los grupos queer, para que no nos cuenten las cosas como no fueron, para evitar que se manipule a la gente. Luchar contra la desmemoria siempre, ahora también frente a las TERF.
Ahora, ¿es posible que nos reunamos? En el libro hago una invitación a ello pero, igual que sí soy optimista (o intento serlo), esto no significa que piense, de manera ilusa, que va a ser posible. Hay una línea roja, la de los discursos de odio, que no se puede cruzar, vengan esos discursos de donde vengan, incluyendo a cierto sector feminista. Intento en estas páginas tender una mano, proponer el diálogo, pero también lo escribí pensando en las compañeras con las que todavía se puede hablar. Hay una parte con la que creo que es imposible, se sienten atacadas, y están demasiado enrocadas en sus posiciones. Pero no son la mayoría, o eso quiero pensar; por ahí mantengo algo de optimismo. Es urgente que, con la gente con la que se puede hablar, nos pongamos a ello, a encontrar puntos de encuentro, a negociar los disensos, a dejar de dividirnos y debilitarnos de esta manera, con la que está cayendo ahí fuera. Como decía Marielle Franco, “diversas pero no dispersas”.
-Gente como Monique Wittig, Gloria Anzaldúa o Judith Butler que citas en tu ensayo hoy se consideran más o menos canónicas pero cuando escribieron sus libros sus conclusiones respecto a la heterosexualidad como régimen político o el sexo como construcción social fueron bastante polémicas. ¿Qué opinas al respecto?
-Gracia Trujillo: Todas las que citas, y muchas otras, han hecho aportaciones teóricas que fueron auténticos bombazos, un antes y un después en muchos sentidos. Fueron polémicas, cómo no, entonces, y, en realidad, lo siguen siendo ahora también en algunos espacios. Es cierto que gozan de reconocimiento, ganado con los años, pero sus ideas siguen levantando muchas ampollas entre el sector trans excluyente, especialmente los trabajos de Butler. A nosotras se nos ocurrió ir a una “mani” feminista con una pancarta que decía que las bolleras no somos mujeres, en homenaje a nuestra querida Wittig, y las caras que nos ponía la gente eran tremendas. También hay mucho desconocimiento de estos trabajos, por eso he intentado en el libro explicar las aportaciones teóricas centrales de los feminismos queer. No todo el mundo tiene los recursos económicos, ni el tiempo, para leer y formarse; el objetivo de este libro es que sea lo más útil posible en este sentido, para que la gente tenga más elementos para decidir cuál es su posición en los debates que estamos teniendo en los feminismos.
-El Orgullo Oficial ya no se considera, por casi nadie, realmente como una reivindicación política. ¿No sientes, como yo, cierta sensación de malestar cuando ves a Pedro Sánchez e Irene Montero detrás de la misma pancarta? ¿Y el futuro del Orgullo Indignado? De momento, la prensa oficial no parece estar muy interesada en difundir su repercusión.
-Gracia Trujillo: Al Orgullo oficial decidí dejar de ir estos últimos años, no soporto el “desfile”, como lo llama alguna gente, la utilización partidista, la mercantilización y despolitización brutal de una mani que muches hemos visto crecer desde mediados de los noventa. El Orgullo crítico goza de buena salud, en Madrid empezamos en 2006, lo llamamos Indignado los primeros años del 15M, y ha continuado hasta hoy. Las últimas manifestaciones han sido realmente impresionantes en cuanto a gente y recorrido, tomando todo el centro de la ciudad. De hecho, en la última ya andábamos comentando que hay que mantener lo de que Orgullo es protesta, entre contentes por la afluencia y asustades porque eso no signifique reducir la intensidad y la rabia política. También son potentes los Orgullos críticos de otras ciudades como Barcelona, la necesidad de reivindicar ese espacio de protesta transmaricabibollo ha sucedido en varios lugares. Es cierto que la prensa oficial no le ha dedicado mucha atención, en general, pero esto no es ninguna novedad. Sí lo han hecho otros medios como El Salto, La Marea o Infolibre, por mencionar algunos.
-Veo que gozas, si no me equivoco, de cierta libertad en el ámbito académico en el que te mueves. Pero los estudios de género no alteran a casi nadie y, por otra parte, pocos van a hacer algo porque entren en los programas académicos ¿Cómo ves tú la solución a este dilema?
-G. T: Bueno, lo de cierta libertad… ¡me temo que ahora el optimista eres tú! El ámbito académico sigue siendo, en general, bastante hostil a todos estos temas feministas, queer, transfeministas, etc. Las que estamos en la Academia, y muchas veces también somos activistas, hemos pagado un precio alto por dedicarnos a batallar estas cuestiones dentro del mundo académico: precariedades, dificultades extra en las selecciones, en las promociones, en las evaluaciones… es agotador. Muchas ya vamos acumulando años y no tenemos las plazas de titular todavía. Hay un componente estructural, sí, en el sentido de que hemos pasado unos años en los que no salían plazas, pero estos temas siguen incomodando mucho también. Es duro, a mí lo que me mantiene en la batalla es la conciencia de que tenemos que estar en los espacios de producción del conocimiento, que otras academias son posibles, y que hay gente más joven a la que podemos echar esos cables que a nosotres muchas veces no nos echaron. O lo hicieron hasta que no les gustó nuestra rebeldía, algunas hemos sido demasiado insumisas para según qué espacios. También es cierto, como bien planteas, que los estudios de género, si no son feministas y buscan la transformación social, no sólo no incomodan sino que han encontrado su lugar en la Academia mainstream. Es todo un dilema, desde luego. Las propuestas teóricas y prácticas políticas queer, al igual que los feminismos de base, antirracistas, anticapitalistas… no son institucionales. Pero vamos poniéndole piedrecitas a la máquina del sistema cis-heteropatriarcal para que se atasque, se pare, aunque sea momentáneamente, siempre y en todos los lugares que podemos.
Entrevista por Eduardo Nabal
Gracia Trujillo
Los debates sobre “lo queer” recuperan su actualidad debido a la oposición, por un lado, de un amplio sector del feminismo y, por otro, de los partidos conservadores.
¿Qué es “lo queer”? ¿Cuáles son sus orígenes y herramientas teóricas? ¿Cuáles son sus discrepancias con un sector del feminismo que lo considera un caballo de Troya dentro del movimiento? En un momento en que estos debates parecían haber pasado, la reacción del llamado sector trans-excluyente y la ultraderecha los han traído de vuelta, alimentando no pocos malentendidos. “Lo queer” no es un producto neoliberal ni las personas queer eligen su sexo/género/identidad así, sin más. Las teorías queer aportan muchas claves para entender de forma más fluida cuestiones relativas a los géneros, las sexualidades, identidades y corporalidades, más allá de los binarismos. Además, tienen en cuenta cómo se entrecruzan el género, la clase, la sexualidad, la edad, la capacidad, la raza, la etnia, el estatus migratorio... cuestiones clave para cuestionar los propios privilegios de blanquitud, clase o ciudadanía, entre otros. Gracia Trujillo reivindica también que las pedagogías queer lleguen al ámbito educativo, que se conozcan y valoren los recorridos activistas, las coaliciones entre la lucha feminista y la de los colectivos LGTBI+ y queer. Recuperar estos pactos, centrarse más en objetivos comunes y menos en identidades, adquiere ahora especial relevancia.