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miércoles

Leyre Marinas, Fucked Feminist Fans y mucho más.

 


Fotografía Pati Gagarín 

Leyre Marinas (Alacant, 1993) es precarie de nacimiento, publiciste de formación y doctore en periodismo. Lee, escribe e investiga sobre lo que en el instituto le decían que no servía para nada: cultura pop, comunicación, feminismos y activismos LGTBIQ+

Llevas años estudiando  sobre cultura pop, feminismos, feminidades y música. Dices que tu primer contacto con la cultura pop fue en 1993.  Pero es tu investigación  sobre David Bowie, el glam rock y la performatividad, lo que te lleva a seguir investigando y hacer tu tesis doctoral: Feminismo y feminidades a través de la música pop y la prensa:representaciones, controversia y #MeToo. Es de esta tesis de donde surge  "Fucked Feminist Fans" editado por Dos Bigotes. Así que empecemos por tus principios

En tu TFM haces una investigación sobre el glam, lo camp y la importancia de la performatividad en este nuevo escenario.

¿Cómo se construye esta identidad glam?

¿Crees que realmente fue algo transgresor desde una perspectiva feminista o también tenían contradicciones?

Más que cómo se construye una identidad glam, yo me preguntaba, en mi necesidad de adolescente, por qué no había glam, por qué no habría purpurina, por qué no había glitter en lo que yo consumía de adolescente y, desde luego, en Alacant no había nada.

Como fan de T. Rex y Marc Bolan, yo necesitaba entender por qué no había chicos así en mi instituto, que vistieran de esa forma, porque no encontraba chicas así, la androginia tampoco estaba presente. Era una cuestión casi de porque yo no estaba viviendo en aquella época, todo muy romantizado, por supuesto.

De ser fan, luego en el máster descubrí unas asignaturas que impartían Carmen Romero Bachiller y Elena Casado que me introdujeron totalmente en las teorías queers, en la performatividad de Judith Butler y de muchísimes otres autores y autoras, y vi claro que Bowie y muchísimos de mis ídolos glam eran muy cools, pero lo que habían hecho era apropiarse de su privilegio como hombres cis y poder salir con su purpurina y maquillaje sobre un escenario.

Luego, leyendo entrevistas como una friki que soy de estas personas desde que tenía 13 años, ellos mismos admitían que lo que hacían era apropiarse de las ropas de sus novias, de sus grupis, y aparecían maravillosos y estupendos. También estaban las letras de las canciones, Bowie diciendo que era bisexual, Marc Bolan también con esa ambigüedad con los hombres y con las mujeres, que no quedaba claro tampoco la orientación sexual de nadie. En Roxy Music pasaba lo mismo. 

Quería tratar de entender qué pasaba ahí y lo que descubrí con el TFM es que, evidentemente, el glam, como cualquier tipo de subcultura o de movimiento musical, fue construido, en este caso por hombres cis heteros, en un contexto que son los años 60 y 70 en Inglaterra, justo después de la Segunda Guerra Mundial, en posguerra. Era un poco la apertura que encontraron en aquel momento para liberarse a nivel sexual y a nivel musical.

También veía que no había mujeres que estuviesen triunfando ahí, todo el mundo me decía Suzi Quatro, pero yo decía: "No, es de Estados Unidos, quiero encontrar aquí (por la investigación) y la quiero encontrar con fama". Evidentemente están invisibilizadas, pero ¿quiénes llegaron a este tipo de éxito, por qué? Esos músicos. También decir que fueron hipernecesarios para ser lo que somos ahora y que para mí siguen siendo mis ídolos.

Pero hay que señalar lo que estaba pasando para que no se repita. Es decir, se apropiaron de la identidad femenina que estaba penalizada para las mujeres o para cualquier tipo de persona leída femenina. Porque cualquier tipo de relación con la feminidad siempre va a estar señalizada negativamente. Ellos se apropiaron de eso, también fueron penalizados por todo el ámbito conservador de la época, pero esa penalización también les dio glamour, les hizo deseables y consiguieron seguidores y seguidoras. 

Fueron supernecesarios para el momento, pero yo abogo mucho por la hemeroteca, por mirar desde la distancia, ser crítica, para que muchas partes de la historia no se repitan, para evitar muchos discursos y una idea un poco romántica, porque esto se dio en unos contextos que no fueron fáciles. Y también lo hago para reivindicar el glitter.  ¡Eso siempre!

Yo quería analizar esa feminidad que a mí me flipa en los hombres cis heteros, en este caso, quería investigar por qué ya no había glitter y cómo eso influyó en nosotres.

Recientemente, se celebraba mucho a Harry Styles porque iba con falda. Esto ya lo hizo Bowie en los 70, y es interesante ver ese vacío que hay luego, pensar por qué no se ha perpetuado, por qué la LGTBIQ fobia sigue, por qué cada vez que aparece un hombre vestido como Bowie ahora mismo es más peligroso que en el 79. Eso es lo que yo quería entender y lo hice a través del pop, de la música, de lo que me gusta. 

 - Mientras investigas sobre el glam, aparece la figura de la grupi como una identidad femenina dentro de la música, que viene muy marcada por el sexismo con el que los medios de comunicación solían representarlas. Además, en tu libro hablas de las categorías grupis: amigas cuidadoras y grupis folladoras. ¡Me parece tan loco esto! Es como la encarnación de la buena madre y la mujer villana. 

¿Qué papel jugaban las grupis dentro de la cultura del rock en general en aquellos años? ¿Cómo funcionaba esto de la clasificación grupi?

Sí, la puta y la santa. Esto es literal en el artículo, esto no lo he dicho yo. Tres periodistas de la Rolling Stone hicieron un trabajo bestial de la construcción de un perfil concreto para mujeres y en este caso coincidía que la mayoría eran menores de edad. Y fue una especie de permiso de apertura al abuso sexual de menores por parte de los ídolos. Aunque ellas tengan su agencia y todas hemos sido grupis, pero cómo las describen en ese artículo… es cómo se las follaban, como se las pueden follar, cómo Frank Zappa graba orgías con ellas y como todas tienen entre los 13 y los 15 años. Esas 15 páginas del artículo construyeron toda una idea de cómo tenían que ser tratadas la mujer cis hetero y la mujer lesbiana dentro de la industria musical, sobre todo si querían estar dentro de unos circuitos como podían ser el punk, el rock o el indie, y eso se ha perpetuado. ¿Por qué? Que además es una cuestión que también me preguntan mucho. 

Tenemos que aceptar, y muchos de los rockeros de ahora, indies, cantantes, tienen que aceptar, que han vivido toda su vida con el sueño de ser esos rockeros del 69, que ellos han vendido esa aura mística del rock star. Cariño, habéis hecho exactamente lo que esa figura hacía, aceptadlo, porque lo habéis estado haciendo y lo habéis estado vendiendo, que sois ese tipo de rock star: drogas, sexo y rock and roll.

En los 2000 ha pasado y sigue pasando. Muchos de los rockeros de ahora, que estén callados o estén negando lo evidente, u ofendidos, no tiene ningún sentido. Para empezar, os hemos visto hacerlo, algunas han sido víctimas, que pueden hablar ahora. No lo neguéis, habéis vendido toda vuestra vida que eso es lo que queríais ser. Ahora con los cambios de conciencia feministas y en el 2025 eso se puede señalar. Se puede decir, joder, esto está mal, no se puede repetir. 

-A finales de los 80 y principios de los 90 hay una reorganización del feminismo ante el miedo a la pérdida de derechos adquiridos, Rebecca Walker sentencia "I am the Third Wave" y efectivamente estamos en la tercera ola de feminismo. Es un nuevo feminismo mucho más inclusivo, interseccional, estalla la gran crisis del SIDA, surge el movimiento queer que debate en torno a las identidades disidentes y, en medio de esta ebullición social, emerge el movimiento Riot Grrrl.

Las Riot Grrrl, como movimiento musical, revolucionaron la actitud femenina en los escenarios, apropiándose del insulto, de la misma manera que lo hizo el movimiento queer, escribiendo en sus cuerpos semidesnudos palabras como slut, whore, rape. ¿Qué supuso esto?

La apropiación del insulto, por suerte, siempre ha sido una herramienta del colectivo LGTBIQ+.  Siempre lo hemos hecho, desde Oscar Wilde y toda la cultura pop, básicamente. 

Pero con las Riot Grrrl se acentúa más con una connotación sexual, con la connotación de las agresiones sexuales. Por eso, los insultos que se escriben son puta, zorra, lo que las llaman.

Que además Kathleen Hanna, creo que lo cuento en mi libro, cuando hace su trabajo de fin de carrera, diseña unos vestidos con las amenazas que le estaba diciendo el violador a su compañera de piso cuando la estaba agrediendo. Lo que hacen es apropiarse de todo lo que los hombres cis heteros se piensan que está mal para nosotres, que nos va a amedrentar, que nos va a asustar, que en realidad sí, porque nos han educado de esta forma, en un hetero patriarcado que es el que vivimos. Pero, cuando de repente son unas tías las que están cantando en el escenario en ropa interior, lo que hacen es evidenciar que no es suyo ese insulto, no es suyo ese cuerpo, no es suyo nada de lo que puedan imaginarse. Entonces les descoloca, les da miedo.
Y yo creo que lo que pasó con las Riot Grrrl, aparte de ese enfrentamiento de cara con el patriarcado, con las agresiones y con la violencia, es que los medios de comunicación iban a más. Ellas estaban cobrando muchísima popularidad; también coincide en un momento de la tercera ola feminista, pero se está empezando a hablar en Estados Unidos de cuestiones como el caso de Anita Hill. Hay un aumento de las agresiones sexuales que se denuncian. Es un caldo de cultivo que hace que muchos hombres cis se sientan incómodos, pero nunca se hacen autocrítica. Ellos se incomodan de que una mujer, o alguien racializade, o alguien del colectivo, les diga todo esto. Y es que su privilegio se va al carajo.

Las Riot Grrrl también señalaban mucho a los críticos musicales, y lo que hubo al final fue una especie de boicot hacia ellas, que luego las Riot Grrrl también se lo tomaron por su cuenta. Dijeron: "Tú me quieres poner de esta forma en los medios de comunicación, pues yo no te doy entrevistas". Eso acabó un poco con el movimiento internacional de las Riot Grrrl. Pero también fue un cúmulo de cosas, también la violación y asesinato de Mia Zapata.

Aunque fueron expulsadas realmente. 

Bikini Kill
Banda fundacional Riot Grrrl

A finales de los 90 y principios de los 2000, empiezan a llegar las grandes divas del pop.  Madonna, Britney Spears, Christina Aguilera, Lady Gaga, Miley Cyrus, Beyoncé. Todas ellas hicieron grandes actuaciones claramente reivindicativas en los premios MTV, pero esto se ha obviado. ¿Cuál fue el tratamiento por parte de la prensa? 

En el caso de Beyoncé (que ella también es para darle de comer aparte), lo que hace desde su poder es poner la palabra feminist en una gran pantalla en unos premios internacionales como son los premios MTV. Las palabras feminist, feminismo, todo lo que llevara alguna connotación feminista estaba totalmente prohibido en los medios de comunicación estadounidenses. Hay varios artículos, que no sé si están en la tesis o en mi propio libro, en los que se dice que era la palabra maldita. Varias periodistas hablan del tema, existen varios artículos que hablan del tema, pero desde luego, esto al Estado español ni llegaba.

Pero lo que siempre digo es que, por ser una diva o ser una mujer que está en el escenario, eso no te convierte en feminista. Y se está viendo con Gwen Stefni, Beyoncé no es que sea el colmo del feminismo tampoco, y en muchísimas más.

Yo creo que lo que dejó sobre la mesa los premios MTV fue el trato que los medios de comunicación hacían con las artistas.

El beso de Madonna, Britney y Cristina Aguilera, más que una cuestión feminista, fue toda la lesbofobia que levantó en los medios de comunicación. Todo el odio arrojado hacia Britney porque hacía un año que lo dejó con Justin Timberlake, a Madonna no le pasó nada y a Christina Aguilera, como ya se la tenía como la versión de “mala chica”, pues tampoco.

 

Lo que llama mucho la atención es que, cuando hablas de las boy bands y de las letras de sus canciones, señalas cómo están completamente inmersas en una cultura de la violación y del abuso, y eso no escandalizaba a nadie. En cambio, un twerking, un falso beso bollero o simplemente la palabra “feminist” sí generan escándalo.

Yo creo que lo que pasó con las Boys Band y con las Spice Girls es que jugaron mucho con la performatividad de las masculinidades y feminidades bien, y jugaron con un marketing de la hostia y con no estar en un contexto feminista.

Hay muchas tesis de las Boys Band y el homoerotismo y son muy interesantes, pero ninguna hablaba de las letras. Hablaban de algunas letras de algunas canciones que, según el videoclip, dejaban caer que a lo mejor para los fans gays se podía entender que tenían un rollo entre ellos. 

Cuando me puse a leer las letras y me encuentro con una cultura de la violación totalmente explícita, me quedo pensando en la peña que se queja del reggaetón. ¿Se han leído esto? O sea, hay adolescentes que han sido educadas o han tenido esa idea de “mi novio puede hacerme todo lo que me está diciendo Nick Carter y compañía”. Las letras son muy fuertes. Fue un producto muy chulo de mainstream, pero con unas repercusiones a nivel social para la gente adolescente de aquella época terribles.

Y es que yo veía el paralelismo total con mi adolescencia. Yo no sabía lo que era ser feminista de una forma teórica, porque se hablaba en algunas películas y poco más. Pero recuerdo recibir mensajes en la Bravo o en la Super Pop sobre llegar virgen al matrimonio, Disney, con unas ideas que ni siquiera era lo que yo recibía en casa. Entonces, ¿qué era esto? Pues esto es la educación pop que se ha perpetuado y es heteropatriarcal.



Portada Fucked Feminist Fans 
Editorial Dos Bigotes 


Seguimos surfeando por el mar del feminismo para llegar a la cuarta ola y el movimiento #MeToo. Ola que está muy tensionada con los discursos de las TERFS transodiantes frente a un feminismo que abarca las opresiones de forma interseccional. ¿Realmente crees que hay un auge del terfismo o solo que se les da más voz, ya que los medios de comunicación mainstream y partidos políticos, tanto de derechas como de pseudoizquierda, las apoyan? La cuarta ola se sirve de las redes sociales para amplificar el mensaje. ¿Qué importancia crees que han tenido y tienen estas redes sociales?

Yo, ahora me he salido de la academia y estoy en otro ámbito laboral, ya no me trago la narrativa de que son unas pocas con poder. No lo son, no son unas pocas y no todas tienen poder. Yo me podía tragar el discurso de que son unas pocas poderosas con contactos, de que son algunas académicas, en 2016; que es la primera vez que escucho el rollo TERFO. Que, en aquel entonces ni siquiera colaba, al menos en mi entorno. Pero ahora que estoy fuera de la academia no. Efectivamente, en la academia hay muchas y tienen muchísimo poder, muchísimo dinero, muchísimos medios de comunicación que las apoyan y muchísimo poder académico de divulgación, eso hay que decirlo. No obstante, ahora que estoy fuera y en espacios supuestamente de “igualdad”, he visto cómo ha calado y aquí, al menos en el Estado español, son muchas más de las que pensamos.

Yo creo que tenemos que estar muy preparades para quemarlo todo (queridas/os lectoras/os, no se me pongan nerviosas/os, que esto del fuego es un recurso estilistico. Pero ya saben lo que dice la canción: a la llum de les fogueres s’abaniquen les bolleres). Nosotres y nosotras somos más, aunque las JKs tengan más poder. Yo creo que igual que las TERFAs de mierda se pueden aprovechar de los medios de las redes sociales, yo creo que nosotres también podemos hacerlo y ahora somos más visibles.

Creo que con las redes sociales lo que tenemos que hacer es crear contenido a lo loco, queer por supuesto, y muy glitter. Pero saber cómo gestionarlo porque a veces se te puede ir la salud mental en todo este tema. Puede ser que las redes sociales sean nuestro altavoz ahora mismo, pero que no nos dejemos lo terrenal es importante. A través de las redes sociales, mantener esas otras redes de calle donde sea: Madrid, Alicante, Murcia, Valencia, Jaén, Galicia, lo que sea… Yo creo que no se esperan que nos organicemos en las calles, porque hay una ley mordaza y hay miedo, pero creo que todas estas resistencias y ataques que se dan en las redes sociales las tendríamos que aterrizar en las calles.

Hacia el final de tu libro haces como unos “paralelismos” entre la tercera ola y la cuarta ola de feminismo. ¿Puedes hablar un poco de esto?

Lo que descubrí antes fue unos paralelismos con el activismo LGTBIQ+, con el Queercore, con toda la pandemia del SIDA. Además, me pilló en un momento que estaba leyendo a Andrea Galaxyna, a gente que estaba investigando sobre cómo afectó todo lo que hizo ACT UP en el arte y veía ciertos paralelismos con el auge que estaba habiendo de las nuevas generaciones de artistas LGTBIQ+.

Algo que sí que vi que a mí me afectaba más fue el auge de las agresiones sexuales o el auge de la denuncia y de la conciencia sobre qué es una agresión sexual. Vi la coincidencia con la manada y vi la coincidencia con la tercera ola feminista.

Bueno, luego también, a partir de la tercera ola del feminismo, se habla de los ecofeminismos, del ciberfeminismo, que evidentemente son unos feminismos que están a la orden del día. Y por supuesto todos los transfeminismos que son hipernecesarios, porque claro, con las TERFAs…

Sí que veía unos paralelismos tanto teóricos como activistas. tanto a principios de los 90 como a partir del 2017

Hace poco Paul B. Preciado decía en un artículo en Liberation algo así como que este auge del fascismo no es debido a que los movimientos sociales y el feminismo nos hayamos pasado de la raya, como nos quieren hacer creer, sino porque las demandas que han hecho no han sido ni lo suficientemente profundas ni se han hecho con la suficiente rapidez.

Estoy totalmente de acuerdo y también hay que recordar que dentro de la protesta y de las luchas ha habido clases, ha habido elitismo, ha habido LGTBIQfobia y no es lo mismo una lucha en Madrid y Barcelona que en Alacant. Las que vivimos en las periferias, fuera, lo sabemos. Lo que pasaba en Madrid y Barcelona en los 2000 aquí no salpicaba, me refiero a las adolescentes, ahí también hemos tenido una problemática que puede que la estemos arrastrando ahora.

Y también está el miedo a la Ley Mordaza. Todas las personas racializadas, sin papeles, todas las personas en situación de calle que quieran manifestarse… Está jodido. Pero creo que ahora es el momento de unirnos muchísimo. Y como dice Paul B. Preciado, yo también creo que no ha habido una lucha constante ni heredada, a lo mejor, no hemos tenido una educación así. Ahora estamos más combativas gracias a las redes sociales, gracias a otros tipos de accesos que hemos tenido a todos los movimientos, a todos los testimonios, pero en 2010 la peña iba perdidísima. Cuando empezaba el 15 M, y en 2017 con la Manada y el Me Too, a lo mejor fue la primera vez que tuvimos una consciencia y una constancia de la queja.  

Volviendo a Rebecca Walker y su artículo en defensa de Anita Hill, hay un párrafo que transcribes en tu libro que dice:

Estoy harta de la forma en que las mujeres son negadas, violadas, devaluadas, ignoradas. Estoy lívida, implacable, en mi ira contra aquellos que invaden mi espacio, que desean quitarme mis derechos, que se niegan a escuchar mi voz.

¿Crees que hoy desde las disidencias, desde las mujeres, desde Palestina, desde la voz de les migrantes, de les persones racializades, podríamos recitar el mismo párrafo? ¿La lucha está lejos de acabar?

La lucha va a seguir, y hay que aceptarlo, hay que vivir con ello. La lucha va a seguir porque, igual que nosotres luchamos por nuestros derechos, los fachas, las terfas… están luchando para universalizar su ideología. Así que vamos a estar en una lucha constante. Es un poco X-Men todo, vamos a tirar otra vez de cultura pop, y por eso vamos a tener que seguir luchando. Porque tienen sus olas reaccionarias, igual que nosotres las olas feministas.

Hace poco vi un post de Instagram que decía que los titulares que salen ahora contra las personas trans iban a impactar y a producir tanto rechazo dentro de unos años como los titulares que se hicieron sobre la comunidad LGTBIQ+ durante la pandemia del SIDA. Yo estoy convencida de que eso va a ser así. Ya está sucediendo así, ya estamos cabreades e indignandes, pero creo que dentro de unos años va a ser más fuerte.

Insisto, igual que hay un montón de youtubers fachas, hay mucha gente muy potente que está a tope divulgando y comunicando por los derechos LGTBIQ+ y los feminismos.

Yo recomiendo mucho escuchar y leer a Alana Portero, porque es una persona que puede orientarnos mucho, puede dar mucha calma y muchas de las cosas que hace son muy esperanzadoras. Evidentemente, no es nada equidistante y tiene las cosas clarísimas, pero le busca un poco la luz que muchas veces a mucha gente nos cuesta. Es estupenda.

Después de leer tu libro, se me quedan dos sensaciones.

Primero, que el heteropatriarcado tiene múltiples formas de gestionar los cuerpos feminizados y empapar nuestras vidas, ya sea a través de los medios de comunicación, a través de la cultura en cualquiera de sus ámbitos, en el patio del colegio, con la revistita de papel couché con esa apariencia inocente del quiosco. la canción pegadiza que no te quitas de la cabeza ¿es posible?

Sí, todes estamos atravesades por el heteropatriarcado, el cual utiliza muy bien sus herramientas para manipular nuestros cuerpos y nuestras vidas. No obstante, nosotres también tenemos nuestras propias herramientas para paliar esa doctrina heteropatriarcal. Igual que la heteronorma nos la difunden en sus medios de comunicación, nos imponen cómo habitarla desde preescolar en los patios de recreo y de mayor en los espacios de ocio, o nos la venden, nosotres creamos resistencias con otros medios, otras actitudes y otras formas de transitar espacios. Y, por supuesto, con nuestras propias estrategias de visibilizarnos de cualquier manera.

Segunda sensación es que lo que nos cuentas es la eterna historia de la heterosexualidad obligatoria. Porque ¿Dónde están las bolleras? ¿Tendríamos que buscar nuestros propios premios del cine, de la música, de la cultura?

Tendríamos que divulgar más nuestras genealogías y nuestras vivencias. Se dice que estamos en una “sapphic era” y, la verdad, es que cada vez se nos ve más (aunque nunca es suficiente). Y, sin embargo, es una mierda porque tenemos poquísimos espacios FLINTA y bibolleros que, encima, se concentran en unas poquísimas y privilegiadas capitales. Hay algunos eventos y festivales, como el Festival de cine lésbico de Madrid, las sesiones de Me siento extraña en el Candy de Barcelona… No sé, podríamos montar y promocionar un espacio FLINTA bibollero en Alacant, que hay mucha bollera.

¡Venga! ¡vamos a por ese espacio FLINTA!

La culpa de todo esto la tiene el glitter y últimamente lo hemos visto como se ha colectivizado a través de algunas series como Euphoria, etc ¿Declaramos el glitter Patrimonio de las Disidencias?

La culpa para la cristiandad, y el glitter para todo lo demás. Sí, el glitter es y será Patrimonio de las Disidencias. Aunque se ponga de moda, no todo el mundo se deja polvorear de purpurina porque lo asocian a la comunidad LGTBIQ+ y a la feminidad. El brillo sigue siendo sinónimo de transmaribolleras, de disidencias, de deseos, de noches, de resistencias y de todo lo que el heteropatriarcado odia.

Para acabar, siempre pedimos algunas recomendaciones que nos puedan ayudar en este devenir que no sé dónde va 

Un libro:

Alana Portero, todo lo que haga, aunque ahora he vuelto a la obra de Oscar Wilde y Truman Capote. Adicionalmente, por los temas que hemos hablado aquí, Stone Butch Blues de Leslie Feinberg.

 Una película o documental:

Velvet Goldmine, yo creo que mi despertar sexual en realidad fue con esa película, y Desayuno en Plutón. Y como documental La belleza y el dolor de Nan Goldin. 

Una canción o varies: 

Llevo meses loca con Starbuster y Bug, de Fontaines DC. Pero, como me has sacado el glam, te digo de bonus track 20thcentury boy de T.Rex y Suffragette City de David Bowie.

Alguien o  varies  de quien te hubiese gustado o te gustaría  ser grupi:

Yo nací grupi, soy grupi de todo. Ahora sería grupi Amy Taylor de Amyl and the Sniffers y también de Samantha Hudson 

Decir también que al final del libro hay una playlist se que puede escuchar en spotify. ¡Así, que todes a bailar!