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jueves

ANA MENDIETA SERÁ NUESTRA TIERRA por ITZIAR ZIGA

Itziar Ziga

Se nos están precipitando los feminicidios, una tras otra. Alguna, literalmente. Una chavala de 22 años cae desde un sexto piso tras una bronca con su novio. Él estaba delante, pero asegura que fue un accidente. Obvio. Nos ponemos nerviosas y perdemos el equilibrio. Ha sucedido en Benidorm, yo recuerdo barandillas en los balcones de Benidorm. Me viene Ana Mendieta, abismándose desde la planta 34 de su piso en Nueva York. 1985. Su marido estaba allí, discutieron. Fue absuelto por falta de pruebas, aunque ella gritó «no, no, no» mientras caía y él tenía arañazos en la cara.

Ana Mendieta entró en mi vida porque todas mis amigas artistas plásticas la veneran. En 1961, siendo todavía niñas, Ana y su hermana Raquel fueron desterradas de La Habana a Iowa, solas: el abandono era preferible al comunismo. «Putas, negras: volved a Cuba», les gritaban. En 1972, fotografió distintas partes de su cuerpo aplastadas a través de un cristal, el instante de la violencia machista impactando sobre ella, sobre nosotras. Reaccionó a un brutal feminicidio en su campus con una instalación en la que se mantenía desnuda, atada y cubierta de sangre. Creó un arte fronterizo, unido a la tierra, a las diosas robadas como transfiguración y al feminismo.


Cuando me contaban en el cole que la llamada Venus de Willendorf representaba a una diosa de fertilidad, me revolvía una rabia primigenia. Soy hija de madre, no tengo nada contra nuestra prodigiosa capacidad gestante. Pero donde algo te chincha, vuelca tu propia luz. Es cierto que sus proporciones son extrañas… Si eres mujer, mírate desnuda, hacia abajo. Acabas de comprenderlo: las venus paleolíticas eran autorretratos. Como los de Ana Mendieta, pero antes del patriarcado. Claro, lo descubrió una tía, la antropóloga Catherine Hodge McCoide. Como las biólogas están descubriendo que muchísimas bichas tienes clítoris tan portentosos como los nuestros, ¡porque no los obvian! Y ahí seguimos, iluminando y actuando para deshacer tanto dominio. ¡Feliz feminista 2023!