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Adrienne Rich |
PRÓLOGO
Quiero decir algunas cosas en torno al modo en que fue inicialmente concebido
Heterosexualidad obligatoria y al contexto en que vivimos ahora. En parte lo
escribí para contrarrestar la cancelación de la existencia lesbiana de tanta
bibliografía feminista, cancelación que sentía (y siento) que tiene
consecuencias no sólo antilesbianas sino también antifeministas, además de
distorsionar también la experiencia de las mujeres heterosexuales. No lo
escribí para ahondar divisiones sino para animar a las feministas
heterosexuales a analizar la heterosexualidad como institución política que
debilita a las mujeres, y a cambiarla. Esperaba también que otras lesbianas
percibieran la profundidad y la amplitud de la identificación con mujeres y de la
vinculación entre mujeres que han recorrido como un tema continuo, aunque
yerto, la experiencia heterosexual, y que esto se convertiría en un impulso cada
vez más activo políticamente, no sólo en una ratificación de vivencias
personales. Quería que el artículo sugiriera tipos nuevos de crítica, que
suscitara preguntas nuevas en las aulas y en las revistas universitarias y que,
al menos, esbozara un puente sobre el hueco entre lesbiana y feminista.
Quería, como mínimo, que a las feministas les resultara menos posible leer,
escribir o dar clase desde una perspectiva de heterocentrismo incuestionado.