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domingo

Fragmento de "Esperando a Michonne. Utopía libertaria en The Walking Dead". Capítulo de Itziar Ziga del libro SCI-FEM.

No me digas que las mujeres
no están hechas de la madera de los héroes.”
Qiu Jin
Revolucionaria, escritora y feminista china
(1875 – 1907)

Yo tengo tanto miedo como tú. El miedo y el valor vienen juntos.
A veces no sé donde termina uno y comienza el otro.”
Buenaventura Durruti
Revolucionario y guerrillero anarquista leonés
(1896 – 1936)

Oh compatriota, oh hermano, ya no soy la que fui.
Soy la mujer que ha despertado.
He hallado mi camino y nunca volveré.”
Meena Keshwar Kamal
Fundadora de RAWA, Asociación de Mujeres Revolucionarias de Afganistán
(1956 - 1987)

A la mierda con la rivalidad femenina. Rosita, Sasha y Abraham

Rosita y Sasha son dos heroínas espléndidas del apocalipsis, decididas, valientes, hábiles. Y además, preciosas. Rosita es latina, de hecho el único personaje importante latino hasta la séptima temporada en The Walking Dead. Sasha, es negra. Las dos protagonizarán la mayor tensión entre mujeres de toda la saga. Y su más hermosa superación. Una disputa basada en hechos reales, no el intento por poner en su sitio de una sierva del patriarcado como Lori contra aquella primera mujer totalmente libre que fue Andrea.

La relación entre Rosita y Abraham languidecía y él se enamoró de Sasha: lo plantea, rompe con una y empieza una historia con la otra. Fue duro para Rosita, pero valiente, directo y noble, como era él. Hablo en pasado porque los sádicos guionistas se lo cargaron a garrotazos, así, sin más. Mandaron al megavillano Negan que ejecutara entre risas y sin honores a este guerrero destinado a morir peleando. Cual Stark en Juego de Tronos.

Pero volvamos a sus ganas de vivir, y de amar. A ver, yo pensé: quédate con las dos, montar un trío apocalíptico. Una latina, una negra y un pelirrojo, ¡qué podía salir mal! Claro, que de ser yo guionista en The Walking Dead, el fin del mundo devendría en orgía frente a la marabunta zombie. A su irresistible mezcla entre western, gore y trhiller le sumaría el porno. Siempre quiero hacer pelis de zombies, nadie me sigue. Algo de porno ya he hecho. Pero ni el cataclismo de la civilización y de todo control social reglado logrará derrocar el imperio de la monogamia.

Negan les ha dominado como grupo y Rosita trama su venganza. Acude en busca de Sasha para ir a por él. Saben que difícilmente sobrevivan, logren o no matarlo. Está muy protegido por ese grupo tan militarizado como sometido a su tiranía. Se dirigen juntas hacia el cuartel general de Negan, pero Rosita sigue hostil. “No vamos a hacernos amigas porque nos follásemos al mismo tío.” Más bien, esa es la razón de su tenso silencio hacia Sasha, pero Sasha no se resigna y trata de derribar su enfado. Antes del triángulo desamoroso, se llevaban bien: las dos son bravas y radicalmente buenas. 

Pero a Rosita le cuesta que se le pase, no solo la ruptura con Abraham, sobre todo su infame muerte.
Están vigilando al grupo de Negan en un edificio contiguo, en cualquier momento pueden tenerlo a tiro. No saben cuanto tiempo les queda, sobre todo de vida. Y Sasha insiste: tenemos suerte de que estés con nosotros, sabes hacer de todo. Ella asume la iniciativa en la reconciliación y no se rinde, a fin de cuentas Rosita es la despechada. Esa rivalidad no es digna de ellas. Y la aguerrida latina acaba abriéndose con Sasha como no hizo nunca antes con nadie, para hablar de mujer a mujer. Pero de mujer libre a mujer libre.
Rosita: Johnny me enseñó lo de las bombas, era un loco de la supervivencia. Marcus me enseñó mecánica, era mecánico. Quería ser especialista, era un capullo. Los nudos los aprendí de Chupito, no era su nombre auténtico. Y hubo otros.

Sasha: ¿Los perdiste en el camino a Washington?
Rosita: No, qué va. Muchos quisieron protegerme, creían que era imposible que me cuidara yo sola. Y era cierto, odiaba sentirme así. Les seguía la corriente, ni se dieron cuenta de que aprendía lo que ellos sabían. Y que lo hacía mejor. Luego me cansaba y me piraba. El sexo era divertido. Si el mundo se acaba, hay que disfrutar lo que se pueda.
Sasha: ¿Por eso estabas con él?
Rosita: ¿Con Abraham? No, me enamoré porque él vio lo que sabía hacer. Y ya no miré atrás.

Así es. Porque atrás quedó el patriarcado, para todas ellas. El binarismo de género y su división sexual del trabajo. En aquellos primeros tiempos tras el advenimiento zombie, también los hombres que encontró Rosita no la veían como una igual. Y ella es sincera cuando reconoce que todavía no lo era, que le faltaban los conocimientos técnicos para sobrevivir en el nuevo mundo. Y lo que le cabreaba su dependencia de otros. Do It Yourself o Muerte: como las demás mujeres, aprendió deprisa y se empoderó heroicamente. Los hombres con quienes eligen juntarse estas mujeres nuevas, son también hombres nuevos. Y se tratan como semejantes.

Gracias a algún flashback de los pocos que la serie nos regala, porque como dice Rosita ya no miran atrás, sabremos que Abraham tuvo una familia. Una mujer y dos criaturas. Y que él también dejó de ser ese hombre protector, a la fuerza. Cuando al principio del horror se cargó a los primeros zombies y apareció, inevitablemente ensangrentado, su mujer se asustó. Y desaparecieron, huyendo de él. 

Claro que no llegaron muy lejos. El hombre que renace de aquel militar destinado en Irak y que cumplía una función tradicionalmente masculina en su familia, será igualmente heroico. Y, abolidas apocalípticamente las jerarquías que habían regido su vida, no le costará nada volverse cooperativo. Y se entusiasmará por esas mujeres libres con las que el trato es entre iguales y el sexo en increíble.

Hay algo radicalmente liberador en la dicha de Abraham en el nuevo mundo, en verle disfrutar como un niño dejando de funcionar como el macho que ya no tiene sentido que sea. Su presencia será luminosa, épica, idealizada, desde la primera escena hasta que se extingue. En un país tan invasor, donde llevan décadas mandando a cualquier continente a sus chavales, ahora también chavalas, a destruir la vida ajena y propia, militarizado, con un sistema carcelario tan infame, donde el control policial da tanto miedo (lo comprobé con los federales en el Hospital de Veteranos de Redding, California), un marine que renuncia gustosamente a las jerarquías de mando y que se deleita en la horizontalidad comunitaria, es revolucionario. Esa es también la historia de Rick, el antiguo sheriff del condado que, al principio del horror anunció aquel: se acabó la democracia. Para después preferir la asamblea como forma de organización, cuando los hombres y las mujeres del grupo se ponen a la altura y asumen la responsabilidad de tomar decisiones colectivas.


“Cuando él se alejó, creí que te odiaba, pero puede que odiara que él se hubiera aclarado antes. Fui una tonta al perder tanto tiempo, ya no podré decirle a Abraham que me alegro de que fuera feliz”, le explicará Rosita a Sasha, desintegrando toda la enemistad femenina que pueda quedar en el mundo. A las mujeres se nos induce desde niñas a rivalizar entre nosotras por la atención de los hombres, no vaya a ser que nos unamos para derribar la casa del amo. Estas dos guerreras del apocalipsis superan ese mandato patriarcal justo antes de que Sasha decida que no hay razón para que mueran ambas. Impide a Rosita que entre con ella en el cuartel general de Negan y se suicida, para tratar de matarlo de la única manera que le queda. Sonequa Martin-Green, hija negra del estado sureño de Alabama: hasta zombie eres una auténtica chulaza.

Fragmento de "Esperando a Michonne. Utopía libertaria en The Walking Dead". Capítulo de Itziar Ziga del libro SCI-FEM.



"SCI-FEM. Variaciones feministas sobre teleseries de ciencia ficción"
Autoras: Irati Jimenez, Itziar Ziga, Rebeca Suárez, María Castejón.
Editorial txalaparta
"Desde la temática sobrenatural hasta ficciones especulativas sobre el futuro, pasando por el realismo mágico o las narraciones sobre pasados míticos, las series de ciencia ficción nos han ofrecido los relatos más transformadores, feministas y degenerados de la televisión. Las periodistas María Castejón, Irati Jimenez, Rebeca Suárez e Itziar Ziga analizan de forma amena, irónica a veces y divulgativa cómo nos han cambiado y cómo nos pueden cambiar series como Star Trek, Expediente X, V, Juego de Tronos, Supergirl, Battlestar Galactica o The Walking Dead. Este libro cambiará nuestra forma de ver la televisión, demostrándonos que la ciencia ficción -y un libro sobre la ciencia ficción- puede ser y es un campo particularmente fértil para la subversión de los roles de género, la creación de arquetipos enfrentados a la dominación patriarcal y para la transformación feminista de las relaciones humanas. Un excelente vehículo para combatir el fascismo, la desigualdad y el sexismo"