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Entrevista a JOSUE GONZALEZ PÉREZ por EDUARDO NABAL


Hola. ¿Crees que el colectivo LGTB se posiciona en ocasiones en favor de la regulación de la prostitución porque ha vivido también el estigma por la forma de vivir su sexualidad o su corporalidad desde instancias patriarcales?
Josué González Pérez: Más que “en ocasiones”, yo diría que frecuentemente por múltiples razones. Una de ellas es que es tanto prostitutas como el colectivo LGTB hemos sufrido procesos históricos de represión que, de alguna forma, han permitido conexiones de luchas. Además de eso, lo cierto es que muchas mujeres transexuales que ejercen la prostitución se han organizado influyendo tanto feministas como activistas LGTBI, como ocurrió con Transexualia en Madrid y como sigue sucediendo con Hetaira, un colectivo feminista en defensa de los derechos de las trabajadoras del sexo que sigue apoyando la lucha LGTBI como, creo, una lucha propia. Ahora bien, en ciertos sectores del colectivo LGTBI ha triunfado lo políticamente correcto y no siempre hay disposición a situar los derechos de las trabajadoras del sexo en el centro de la agenda, pese a que muchas personas trans que dependen de esos derechos sí que lo han hecho en el caso, por ejemplo, del llamado “matrimonio igualitario”.
 

-¿Crees que existe un remanente en la izquierda (por supuesto también en la derecha) de proteger o tutelar a las mujeres para bien o para mal lo que lleva a abstracciones paternalistas? ¿Puede venir de corrientes cristianas?
Josue G. Pérez: Sí, por supuesto. No sé si de corrientes cristianas o no, pero sí que creo que aún hay cierto temor a tratar cuestiones relativas a las mujeres y a la sexualidad, además de la ausencia de un verdadero trabajo teórico en cuestiones feministas. A veces creo que ciertos sectores de la izquierda no consideran a las mujeres como sujetos políticos y de ahí ciertas posiciones relativas a la prostitución. Dicho esto, lo cierto es que el abolicionismo más que ser una postura hegemónica en la izquierda, se encuentra perdiendo mucho fuelle y quizás es más bien una postura residual en ciertos sectores próximos a PCE. Pensemos en el caso de Barcelona en Comú donde hay una intención explícita de apertura hacia el reconocimiento de las prostitutas en tanto que sujetos de las políticas y no como objeto. Quizás en la izquierda nos estamos dando cuenta de que es profundamente contradictorio que consideremos que las personas somos agentes de cambio excepto las trabajadoras del sexo, pues esa excepción ¿cuánto tiene de patriarcal? Y ese impasse no es político, es puramente moralista. Y lo es en la medida en que todas nos situamos en estructuras capitalistas y patriarcales y nadie, en su sano juicio, le diría a las cajeras de un supermercado: oye, vuestra lucha es legítima siempre que abandonéis vuestro puesto de trabajo porque reproduce blablablabla….. Sería absurdo, ¿y por qué no lo parece cuando la exigencia se realiza sobre las trabajadoras del sexo? Esa exigencia solo puede exigir desde posiciones de privilegio. Eso no lo olvidemos. Aspiramos a un mundo donde la pobreza no condiciones, donde las calles no sean territorio comanche y tantas otras cosas más, pero la gente se moviliza por lo concreto y solo a partir de lo concreto se pueden lograr grandes transformaciones. 

-Los debates sobre el tema ya se evitan porque no suele haber acuerdo y sí polémicas bizantinas. Sin embargo normalmente los y las llamados abolicionista dan la espalda a la realidad de la calle y dan poder a los sectores más conservadores. En estos tiempos de aumento de la violencia y el "neofascismo" en las calles ¿No ves una doble moral?
Josué G.Pérez : Más que una doble moral, veo una irresponsabilidad. Esto lo he hablado largo y tendido y con mucho dolor con bastantes compañeras. No damos crédito ante la ausencia de crítica de muchos sectores feministas cuando en las calles se multa, se castiga, se insulta o se agrede a trabajadoras sexuales bajo la consigna de políticas que pretenden, en teoría, garantizarles una vida mejor. Las putas han liderado diferentes protestas y no siempre han recibido el apoyo de todas las que se auto-nombran feministas. ¿Dónde queda aquí la solidaridad? ¿Y la responsabilidad? Realmente, es tirarse piedras contra su propio tejado pues cuando se agrede o insulta a las putas, se está activando un mecanismo patriarcal que simboliza el precio a pagar para cualquier por mujer por romper las normas morales. 

-¿Nos puedes hablar brevemente  de la reciente experiencia puesta en marcha por el Ayuntamiento de  de Barcelona?
Josué G. Pérez: Las palabras de Laura Pérez, concejala del ayuntamiento de Barcelona,  en las que reconoce a las trabajadoras del sexo como agentes activos y por qué no decirlo, como personas, son un hito histórico en la lucha de las mujeres.  Es evidente que no a todo el mundo le parece bien y la respuesta de algunos sectores no se ha hecho esperar. Algunas de la izquierda más clásica no han dudado ni un segundo en lanzar una ofensiva contra el consistorio de la mano de los partidos de la vieja política. No es casual que sea la sexualidad lo que está en disputa, pues existen muestras históricas que siempre ha sido un arma arrojadiza en conflictos políticos o en momentos de cambio social. En cualquier caso, parece que se ha trazado una importante línea roja: cualquier política a impulsar desde el consistorio se hará de la mano de esas a las que tanto se teme: de las putas. Y yo me que me alegro. 


Josué González Pérez, (Santa Cruz de Tenerife, 1989). Magister en estudios de género. Actualmente, doctorando en estudios interdisciplinares de género por la Universidad Autónoma de Madrid y autor de diversos artículos sobre violencias machistas, trabajo sexual, migraciones, sexualidad y teorías feministas. Comprometido con Ahora Madrid y Podemos.