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miércoles

La masculinidad, clave de la violencia. Entrevista a "Felipe Osornio, Lechedevirgen Trimegisto"

Escena de Infierno Varieté en Querétaro. (Foto: Herani Enríquez Amaya “HacHe”)

“SE VOLVIÓ PERSONAL.” Con esta frase, Felipe Osornio —Lechedevirgen Trimegisto— sintetiza los motivos detrás de su Infierno Varieté, un proyecto que engloba cuatro performances alrededor de un mismo tema: la violencia de la masculinidad; un tema que, como advierte, lo toca de cerca: por haber nacido hombre y por haber renegado, desde pequeño, de esa figura masculina tan ligada a la dominación, la fuerza y el poder.
Y es extraño. Es extraño que un hombre se detenga a pensar sobre la masculinidad que lo atraviesa. O quizás no. Quizás, digamos, lo extraño es que no lo haga. Que no piense por qué, en cada momento, tiene que demostrar la cantidad de hombría que posee; que no esté harto de las obligaciones que se le han asignado, de los roles que se le han asignado, de las prohibiciones que se le han impuesto; en suma, nos dice Felipe Osornio en entrevista, de la virilidad y la violencia constante que conlleva su cumplimiento:
—A lo largo de nuestra vida, los hombres tenemos que superar de manera exitosa ciertas pruebas para ser legitimados precisamente así, como hombres hechos y derechos. En el fondo, todas estas pruebas van dirigidas hacia la violencia y, al mismo tiempo, están asentadas en un miedo bien profundo: el miedo a lo femenino, a ser o a demostrar algún rasgo de feminidad.


¿En qué supones, Felipe, que se basa este miedo a lo femenino…?
—Es evidente que es un miedo basado en la ilusión de perder el poder. Tradicionalmente, el hombre ha necesitado del poder para legitimarse, y no porque así lo lleve inscrito en su naturaleza, sino porque ha aprendido que el poder es la única vía posible para certificarse y ser reconocido como tal. Darle espacio a la feminidad implica una amenaza, y las consecuencias de ello son desastrosas: asesinatos de mujeres y homosexuales, y puesta en marcha de una serie de exclusiones y desigualdades que no tendríamos que aceptar como normales.
En la presentación de Infierno Varieté dices que partes de tu propia experiencia. ¿Cómo has vivido en el día a día esta violencia de la masculinidad?
—La violencia se hace presente cada vez que un hombre no supera las pruebas de la masculinidad demandada: saberse poner una corbata, saber manejar un coche, ser el hombre de la casa… todas esas cosas que, si no las haces, se toman automáticamente como una traición al género. Dicho esto, para mí, en la escuela, una de esas pruebas fue la clase de deportes. El hecho de que yo no fuera bueno en deportes automáticamente me definía como maricón. Y lo chistoso es que, de niño, uno nunca sabe a qué se refieren con eso de “maricón”. Sabes que es algo peyorativo, por la manera en que lo dicen; te das cuenta que, por esa razón, eres algo socialmente malo, pero a esa edad no alcanzas a comprender por qué. Lo asumes y ya. Ahora, más grande, la violencia continúa a través de cosas pequeñitas, de detalles que parecen mínimos pero que, por lo mismo, son definitivos y profundamente peligrosos.
Infierno Varieté: Enigma. Querétaro, 2015 (Foto: “HacHe”)
Una buena parte de Infierno Varieté aborda el tema de la homofobia; de la homofobia como producto casi natural de esta masculinidad ligada al poder y a los privilegios…
—Y diría más, de la homofobia como una de las maneras en que se manifiesta la violencia que se desprende de esa masculinidad. Creo que mi trabajo es señalarla. Y me quedo en señalarla porque, por otra parte, no estoy a favor de los colectivos LGTB [lesbico, gay, transexual, bisexual]. Dicen que el infierno más divertido es el infierno capitalista, y este infierno se las ingenia para capturar todas las disidencias, convirtiéndolas en algo comercial y sumamente superficial. Pues bien, “lo gay” ha sido domesticado, comercializado a tal grado que ya no supone ningún tipo de amenaza para nadie. Hoy encontramos cafés gays friendly, que es casi como decir pet friendly, y por todas partes se repite la idea de la tolerancia, que no soporto. Los colectivos gays y LGTB se han doblegado frente a las legislaciones e ideas heterosexuales. Si no, ¿por qué esa lucha incansable por el matrimonio o la adopción? Entiendo que luchar por el matrimonio entre personas del mismo sexo es una vía para obtener derechos, visibilidad y acceso a la seguridad social. Lo que no entiendo es por qué los colectivos gays y LGTB no se han opuesto a que el matrimonio sea la única vía para ello; tampoco entiendo por qué concentran todas sus fuerzas en la reproducción de un modelo familiar. ¿Quieren ser normales? ¿No se dan cuenta que la normalidad es precisamente lo que está mal?
Felipe, ya sean heterosexuales u homosexuales, o cualquier otro calificativo que queramos ponerles, ¿crees que algunos hombres tengan actualmente ganas de construir otro tipo de masculinidades?
—Yo confío en las masculinidades alteradas. Con esto me refiero a todas esas formas de masculinidad que han negado el rol impuesto de lo masculino; a todos los hombres que, a pesar de estar inmersos en una sociedad que los obliga a ello, han decidido no jugar el juego de la masculinidad hegemónica. Aunque lo reconozco: es difícil. Además de poder, la masculinidad tiene privilegios, y abandonar un privilegio es más difícil que ganarlo. Los hombres, por el hecho de nacer “hombres”, tenemos muchos privilegios y muchos no están dispuestos a dejarlos. Por otro lado, que nosotros dejemos nuestros privilegios también implicaría que las mujeres abandonaran los suyos. Y aquí la cosa se complica más porque muchas tampoco quieren hacerlo.
Pero pareciera, por lo que dices, que hablar de masculinidad es discutir sólo de hombres. ¿Habría en la masculinidad una manera de estar más allá del género?
—Sí, claro. El mundo sigue una lógica masculina por donde lo veas: el abuso que hacemos de la naturaleza y las guerras, que parecen peleas para ver quién la tiene más grande, son ejemplos de ello. Pero también lo es el hecho de que miles de indígenas sean desalojados para poner un Walmart. ¿Por qué? Porque con ese desalojo se trata de demostrar que una forma de ser puede imponerse sobre las demás, que una visión del mundo puede aplastar a muchas otras. La masculinidad, en todos los niveles, es la pieza clave de la violencia en el mundo. Y estoy seguro que el mundo sería muy distinto si siguiera otra lógica.
En todos sus performances te vales del cuerpo. ¿Cómo y por qué utilizar el cuerpo para hablar, en este caso, de la masculinidad?
—A nivel más personal, tiene que ver con lo se esperaba de mí por el hecho de nacer con un cuerpo de hombre. Y mi venganza es no haber cumplido lo que se esperaba, y la hago con la libertad que tengo para utilizar mi cuerpo. En otro nivel más impersonal, creo que el cuerpo es un espacio de pronunciación política y también es un lugar donde otros pueden identificarse: todos tenemos un cuerpo y, por el hecho de tenerlo, todos somos vulnerables: a todos nos puede atravesar una bala, y en ese momento ni el género, ni la clase, ni la raza será importante.
Infierno Varieté se compone de cuatro performances. Dos de ellos ya los realizó: uno en Monterrey, en octubre de 2014, y otro aquí en Querétaro, hace apenas unos días. ¿Qué podemos esperar de los que faltan?
—Cada performance se concentra en algo distinto, aunque siempre invito a artistas o personas a colaborar en ellos. Aquí, en Querétaro, colaboraron conmigo David Barba, Roja Ibarra, Crisna Donají y Jerry Zzz. Los Infierno Varieté que vienen son el de Guadalajara, en abril, y el del Distrito Federal, en julio, también tendrán artistas invitados, aunque hablando de forma y contenido todo puede variar. Así trabajo, un poco sobre la marcha. Y no por desobligado. A mí no me interesa ni descubrir ni proponer el hilo negro. Lo que para mí es importante es el diálogo con la gente y la posibilidad de que, a partir de él, podamos decir lo que pasa en nuestras vidas.

*Lechedevirgen Trimegisto y su Inferno Varieté estarán el 8 de Marzo en La Neomudejar de Atocha  de Madrid y el 13 de Marzo en el Antic Teatre de Barcelona.

Entrevista compartida de la web El presente.
Más info sobre la obra de Felipe Osornio, Lechedevirgen Trimegisto en su web.