Itziar Ziga |
Mujer, demuestra que no consentiste. Con uñas y dientes. Tampoco te van a creer. Si estás muerta, creerán que estás muerta, ¡algo es algo! Pero ni 38 golpes en tu maravilloso cuerpo, antes de ser asfixiada, mutilada y abandonada en un bosque, servirán para que estos jueces infames reconozcan que fuiste asesinada. Tenía marcas de cuando su violador, torturador y asesino, Diego Ylllanes, le arrancó las bragas. Soy de moratón fácil, no quiero ni pensar lo que fue aquello. Pero lo de Nagore Laffage, fue un homicidio. Un poquito involuntario por parte de él, un poquito provocado por ella. Los machos cuya violencia sexual denunciamos las mujeres, serán condenados con la versión más indulgente que contemple la ley. Tiemblo al pensar en la sentencia contra los chavales de Altsasu, no puede haber nada más diametralmente opuesto. Cinco maromos penetrando en un portal por todas partes a una chica contra su voluntad, no es violación. Una pelea de bar entre vascos y guardia civiles, es terrorismo. De los primeros hacia los segundos, claro.