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"Confesiones sentimentales de la Doctora Ziga:experta en putología y perróloga"

GRAN SURTIDO EN GÉNEROS
Hace ya seis años, entraron los trans masculinos en mi vida. Vaya si entraron. Digo trans masculinos como si fuera una nueva especie, en algo sí lo son. Era muy divertido observar la divergencia de género hacia la que pueden derivar seres diagnosticados en el paritorio como hembras humanas. (Sí, el género es un diagnóstico médico gracias en gran parte a un carnicero llamado John Money y a su protocolo de asignación -y reasignación- sexual.) 

Allí estábamos los trans y las nenas. Yo ironizaba con ellos y les decía que mi género era princesa.

El feminismo se atrincheró tras el género mujer, a veces demasiado. Pero ahí están las insolentes mutaciones trans para sacarnos del atontamiento. De hecho, en espacios feministas exclusivos de mujeres (caladona, mambo,...) se han vuelto un poco turulatas decidiendo si dejaban entrar a trans, y en caso afirmativo, ¿quien sería bien recibido, un hombre con coño o una mujer con polla? Vaya dolor de cabeza. Algunas resolvieron que podían entrar unos y otras, porque a fin de cuentas eran guerrilleros antipatriarcales como las feministas de siempre. ¿Entonces por qué no abrir de una vez la puerta a las bio-maricas?

La tierra de nadie trans ha exorcizado las miserias de anclarme en el género mujer, ha ensanchado mis confines sociales hasta el infinito. Yo también habito en esa tierra sin dueño. Peleo, sobrevivo y gozo en ella. 
Cuando, en una noche de orgía desenfrenada, decidimos fundar ex_dones, todas estuvimos de acuerdo en que sólo podíamos regresar al activismo feminista desde un planteamiento radicalmente cuestionador del género. Negando esa inevitabilidad que nos vuelve exclavas temerosas antes de haber nacido. Eso no quiere decir que no arrastremos lastres de lo que supone socialmente ser mujer, y cosas buenas también. Nadie se desgenera, no existe el vacío, el folio en blanco. Esa busqueda es tramposa y absurda. "El genero es una copia sin original", decía Judith Butler. Pero existe la mutación. Y el regocijo en lo sucio, en lo impuro, en la perversión de género.
Alaska redondea así la sentencia que lanzara Simone de Beauvoir hace sesenta años: “No sólo no se nace mujer, sino que nunca se llega a serlo”.
Así que a estrenar género, nenas.  


Artículo de Itziar Ziga para el Parole de queer 2
Itziar Ziga es periodistx y autorx de Devenir perraUn zulo propioGlamur i resistència y Sexual herria y escribe habitualmente en Hasta la limusina siempre.