-Parole de Queer: En tus anteriores libros te caracterizas por contarnos historias llenas de humor e ironía. Narrar la historia de un maltrato físico y psicológico continuado es una historia muy dura. ¿Cómo conseguiste lograr el tono adecuado para contarnos esta parte de tu vida? ¿Y sobre todo para no narrarlo desde una posición de víctima?
-ITZIAR ZIGA: No narrarme desde el victimismo no me ha costado porque yo no me vivo como víctima, lo que no quiere decir que no haya sido víctima de violencia machista varias veces en mi vida. ¡Cuánto no en una sola frase delante de la palabra-losa víctima! Víctima te hace el macho que te agrede, pero sobre todo la sociedad patriarcal que quiere mantenerte ahí, cuando lo cuentas o cuando se sabe, como a una libélula clavada con los alfileres del estigma. Para decirte que estás malograda te tratan como si estuvieras malograda, de tantas dolorosísimas y sistémicas maneras. Es espantoso el estigma maltratada, tan degradante. Ni os imagináis cuánta gente lo ha utilizado ante cualquier conflicto de cualquier índole contra mí, gente feminista y a la que quiero inclusive. “Claro, con lo que viviste de pequeña…” “Ves maltrato por todas partes.” “Vuelve a terapia.” Yo también he victimizado a otras sin darme cuenta, qué conste. Los estigmas son oportunistas, arrojadizos e infames: ¡no somos muñecas rotas! Por eso es tan liberador este momento largamente luchado en que las mujeres y otras parias de género nos hemos alzado juntas para mostrar nuestras heridas patriarcales, que son las heridas del mundo. Como dice Eleonor Antillón, una de las mujeres abusadas por el prohombre, Nobel de la Paz, expresidente de Costa Rica y ensimismado acosador Oscar Arias: es bueno que la gente ya dude, pero no del incorrecto. Para mí haber publicado mi historia de violencia es una victoria. He tardado mucho en escribirlo, tres años. Me costaba, me costaba, y no entendía porqué: yo adoro escribir. Y un día me di cuenta de que tenía que darme permiso en cada párrafo. Eso sí, lo que no me ha costado nada ha sido incluir la risa de mi madre, era tan omnipresente como la amenaza de mi padre. A veces él nos miraba y decía: ¿creéis que no me doy cuenta de que estáis todo el día descojonándoos de mí?
-Parole de Queer: ¿A quién va dirigido este libro? ¿Qué cambios te gustaría que operaran en les lectores tras su lectura?
-ITZIAR ZIGA: Quiero que entendamos radicalmente que las violencias que atraviesan nuestros vínculos, son aprendidas, y podemos desaprenderlas. Que nadie nace no queriéndose: nos inculcan el autodesprecio desde fuera y con ventaja. Que a las identificadas como mujeres, nos jartan de mística romántica desde txikitas para que traguemos con el patriarcado, y que no somos débiles ni bobas ni masocas emocionales: ninguna mujer busca ser maltratada pero todo está montado para que le cueste horrores, incluso la vida, dejar de serlo. Que tenemos un plan y una genealogía feminista grandiosa, y nunca paramos. ¡Vamos a desenseñar a desaprender como se deshacen las cosas!
Maribel Ziga |
Maribel Ziga |
-Parole de Queer: Leemos el libro, y al final tras tanta violencia y terror nos queda una preciosa historia de amor entre tres mujeres. Una historia de apoyo, de solidaridad que posibilitó sobrevivir a una situación brutal, de maltrato absoluto. Una historia de feminismo. ¡Lo personal es político hecho carne! Tejisteis allí dentro una red feminista que os salvó de la locura. Por momentos os imaginamos como unas SuperBollos contra la L.E.F.A., luchando las tres con los poderes que teníais contra aquel soldado del patriarcado.
-ITZIAR ZIGA: En mi terapia de recuperación emocional con las maravillosas Tamaia, valoré hasta el infinito algo que ya sabía: la burbuja de amor y risas que construyó para nosotras tres mi amatxo en medio de la violencia de mi padre. Me lo decía también la Helen, Helen Torres, el otro día en Bilbao: “has conseguido con tu libro escribir NO una historia de, ni sobre, la violencia patriarcal, sino sobre el amor entre mujeres, mujeres que son madres e hijas, y siempre, siempre, hermanas”. De mi ama aprendí que no debemos transitar el patriarcado sin amigas. Ella se iba casi todas las noches a casa de su amiga Presen, y ahí disfrutaban ellas dos de la complicidad y las risas, hasta altas horas. Mi amatxo madrugaba para atender la pescadería, con lo que le gustaba dormir, poco durmió aquellos violentados años. Pero las charlas con Presen lo compensaban todo. Igual que otra gran amiga de mi ama, Lucía. Una chilena que se encaró sosegada pero rotundamente a mi padre. La complicidad y el amor entre todas nosotras, venció al monstruo.
-Parole de Queer: Dices en una parte del libro: "las violencias sistémicas que sustentan las estructuras de poder no serán percibidas como violencias y tendrán muchas posibilidades de quedar invisibilizadas o impunes." A raíz de esto nos preguntamos que en un momento histórico donde muchas de las catalogadas como mujeres estamos inmersas en un proceso de politización muy potente debido a los feminismos, cosa que nos ha permitido saber cuando estamos siendo agredidas y que respuesta dar, por el contrario si la parte catalogada como hombre no hace este mismo camino de politizarse y saber cuando está agrediendo, ¿ Como se arregla este abismo? ¿Cómo luchar contra esto?
Tras el éxito de Devenir perra, Itziar Ziga recupera su inconfundible estilo iconoclasta. Un libro escrito desde el desgarro, la exploración de los recuerdos de infancia y la intención de reconciliarse con el pasado. Un diario íntimo y, a la vez, un ejercicio de sanación colectiva. ¡La diosa punk ataca de nuevo!
Entrevista realizada por Parole de Queer (Irene Sala y Marián Torres)